lunes, 10 de abril de 2017

De nadie

Amor, amor te llamo. Amor, el amor que me duele. Amor, me matas. Que te amo. Que me hieres. Que me muero y te resbala.

Bajo la lluvia camino, voy siguiendo los pasos desconsolados de los rostros sombríos, sobre cuerpos congelados.

Cansada de no entender, por qué me miras y te ríes, por qué eres más oscuro que el atardecer. Y sin embargo te imagino en mi mente, soy culpable de mis cadenas, que te respiro sutil, pausada y algo leve.

En mi garganta viven las ansias de retorcerme y no comer, las ansias que me devoran y me esconden, cuando te imagino igual a mí y lo pareces ser. Calle abajo vive el alivio, la nicotina y el fiel alcohol. La gente disfrazada me habla, te lloro un rato y de por vida entre carcajadas me río yo.

De nada me ha servido confiar en que puedo ser yo, que soy entendible, que no soy de nadie y a veces del sol. De nada me ha servido esperar a entregarme en cuerpo, cuando me he entregado en alma tantas veces que ya no las recuerdo.

Quién eres tú, yo a ti no te conozco. Te miro, pero no lo sé. Con quien estuviste lo desconozco. Ocupar el segundo lugar no es fácil cuando estás predestinada a ser la última en la carrera. Miro a la grada y la gente aplaude, no es cruz lo que sale en mi moneda.

Y ya no lloro porque ya no siento, los cristales se rompen y la lluvia pasa dentro. No me importa estar en el borde del precipicio, no me inporta caer o creer, que puedo seguir estando conmigo.

Amor, no es esto lo que quiero. Mi cicatriz está sangrando. Tuya ya no me siento. La libertad dentro guardada la llevo, y hoy me da alas, para poder volver a volar lejos.


Loes