Siéntate en frente,
escríbeme notas,
cuéntame del ayer
del roce de nuestras bocas.
Cántame una canción
que hable del mañana
y tócame sin manos
el contorno de mi alma.
Mírame a los ojos
y pon al sol en relieve.
Sácame a bailar,
bésame si llueve.
Échame de menos
y vuelve a ver horizontes,
cielos con nubes rosas
y ciudades que lleven nuestro nombre.
*
Me ha sorprendido esta mañana
con un rayito de sol calentando el cristal
y una flor en la ventana.
He abierto todas las puertas
y he cerrado todas mis heridas.
El suelo era de madera
y el camino de rosas no tenía espinas.
He caminado descalza,
he respirado de ti
y te he espirado bien lejos.
He corrido a hacer la mudanza.
A la felicidad.
Y no me quejo.
Porque he corrido,
pero también me he corrido,
pensando en otras manos
que me toquen en un mejor lugar.
Ignorando tu lengua.
Arañando otra piel.
Sabor miel.
Sin tregua.
Mojándome con otros besos.
Bien lento.
Y eso, eso sienta muy bien.
*
El otro día soñé
que te tenía dentro.
De mí.
Y todo tu ser se ajustaba perfectamente
a todos mis huecos.
Y calabas profundo,
cuando me la metías.
La felicidad en vena.
Cien orgasmos en un día.
Escalabas por mi espalda,
y yo me resbalaba por tu alma.
Primero hacia delante,
luego hacia atrás,
empujas y sigues el camino recto.
Y ya no sé si gemir o gritar.
Me aferro a no perderte,
te engancho con mis piernas sutilmente.
Quédate un rato más.
Que todavía no me conoces bien por dentro.
Y por fuera me conoces de más.
Quédate a vivir.
Métete entero dentro.
Hagamos el sueño realidad.