domingo, 22 de noviembre de 2020

Mientras haya bares

Mientras haya bares
que nos cuenten historias a la vuelta de la esquina
en un sábado noche, 
habrá alegría en las calles. 
Mientras haya bares 
que te ofrezcan la última mesa
como si llevara esperándote toda la vida, 
tendremos segundas casas cerca. 
Mientras haya bares
que escondan besos, 
que escuchen conversaciones, 
que contengan risas
y que aguarden siempre una última copa lista para salir, 
amaremos la vida como si de ella nunca nos fuéramos a ir. 
Detrás de la puerta, 
decenas de pensamientos 
que se cazan al vuelo 
segundos antes de que caigan en la barra para siempre desaparecer. 
Una mirada de esquina a esquina, 
que esquiva personas y figuras por el camino
dispuesta a encontrar unos ojos que la quieran sostener.
Al pasar un choque tonto pero fortuito
entre dos cuerpos que no lo sabían, 
pero sus corazones se querían conocer. 
En tu mano sostienes una copa, 
te la llevas a los labios, 
pero te detienes justo a tiempo,
para decirle a alguien brindemos por lo que tenemos.
Un roce entre dos copas al borde del abismo, 
que se balancean en un último intento de recoger cada sueño de quienes las sujetan. 
Qué bonito que es.

En los bares los sueños cobran vida, 
la música alimenta ilusiones, 
las sonrisas despiertan almas dormidas. 
Los bares han sido testigo de reconciliaciones, 
han sido apoyo para los que estaban tristes
y sustento para los entusiastas de la vida. 
Los bares son paz, calma, humor, 
ilusión, amor y hogar. 
En los bares hemos hecho amigos, 
hemos conocido el amor, 
hemos intercambiado vivencias
que hoy recordamos con una sonrisa.
Camareros que ya son amigos,
rincones especiales porque ahí vivimos algo, 
pedir lo mismo de siempre, 
saludar a los de toda la vida. 
Unos más y otros menos, 
en los bares todos somos iguales. 
Refugios improvisados para noches de tristeza, 
hombro sobre el que llorar
y brazos con los que bailar.
No quisiera yo vivir en un país donde no hubiera bares
y tuviera que imaginarme toda esa felicidad en vez de vivirla. 
Algo tan fácil de querer, 
y tan difícil de valorar. 
¿Quién nunca ha dicho no tengo ganas de ir
y ha acabado cerrando entre carcajadas
el bar de la esquina en plena madrugá? 



Ojalá volvamos pronto❤️
Para todos los bares de España, en especial a Alfonso y el d2.