Tus ojos negros volvieron a irrumpir
ayer tarde en mis sueños
y ahora que sé que has vuelto
y que estás rondando
de nuevo por aquí
temo lo mismo de siempre
lo mismo que a la vez anhelo:
encontrarme con ellos
en la más oscura de las noches
y no ser capaz de alcanzar a verlos
hasta que ellos me vean
primero a mí
Desde que sentí tu casa como la mía
no he vuelto a saber lo que es un hogar
Desde que te abrí la puerta de mi casa porque te ibas
jamás la he vuelto a cerrar
Quizás sí
Si sientes que no
quizás sea porque es que no
Preguntármelo cien veces
Me tuve que preguntar cien veces
por qué en verano no nieva
por qué en el desierto no llueve
Me tuve que preguntar cien veces
por qué es imposible que los girasoles
sigan a la luna
o por qué las flores no nacen en diciembre
para morir en abril
Tuve que preguntármelo
para entender que por mucho que me lo pidas
no puedo darte aquello que no vive en mí
La pieza perdida
He encontrado la pieza que le faltaba a mi puzzle
la que hacía que nada terminase de encajar
Resulta que no la tenías tú escondida
y que estuvo siempre ahí mismo
perdida detrás del sofá
Cuarenta portazos
Necesité cuarenta portazos
para entender que te querías ir
y tan solo media vuelta de llave
para entender que
en el fondo
yo tampoco me quería quedar
El fin justifica los medios
Después de trescientos cincuenta y un poemas
resulta que sigues siendo tú
la razón de cada verso
Y entonces comprendo
que tú eres el fin
y la poesía el medio
y no al revés
Regla de tres
Para no ver
cierro los ojos
Para no escuchar
me tapo los oídos
Para no quererte
¿Me arranco el corazón?