No eres solo tu profesión
ni tus gustos o aficiones
eres la sonrisa que le regalaste a esa persona que te sujetó la puerta un lunes a las ocho de la mañana
Eres aquello tan sabio que le dijiste una vez a alguien y todavía hoy lo recuerda
Eres el abrazo que le diste a aquel desconocido porque sentiste que lo necesitaba aunque no te lo dijera
Eres el trocito de canción que te eriza la piel
las palabras mágicas que te dices a ti mismo cuando estás mal
tus pequeñas manías
como romper siempre las galletas justo por la mitad
y guardarte la que más te gusta para el final
Eres todas las veces que has perdonado
que has enseñado y que te han enseñado
Eres ese beso que se te grabó a fuego y aún podrías describirlo de memoria
Eres tus secretos más íntimos guardados bajo llave
y el valor de haberle confiado alguna vez a alguien dónde la guardas
Eres tropecientos mil trocitos de ti
que configuran el puzle más bonito
que probablemente vayas a ver jamás