viernes, 19 de diciembre de 2014

El diario de mis sueños

A veces las cosas en la vida no salen como uno quiere. A veces lo veo todo de negro, a veces creo haber visto un rayo de luz en la oscuridad, pero cuando pestañeo y vuelvo a abrir los ojos desaparece y todo vuelve a estar oscuro. Es cierto que a veces solo veo lo negativo, pero eso es porque han sido tantas las veces que he confiado en lo positivo y al final todo ha salido mal... A veces me siento tan vacía por dentro. A veces me entran tantas ganas de gritarle al mundo entero lo que siento.

Recuerdo que cuando era pequeña le rogaba a Dios que me convirtiera en un pájaro para poder volar e irme muy lejos. Tan lejos que no hubiera nadie más, tan lejos que solo se oyeran los latidos de mi corazón llorando por la soledad y quejándose por la frialdad. Tan lejos que solo pudiera escuchar los sollozos de mi alma perdida en la nada, buscando un simple rincón donde reguardarse de la lluvia y del frío. Tan lejos, que nadie pudiera saber de mi existencia.

He sido tan frágil, he sido tan inocente... He llegado a pensar que los para siempre eran realmente para siempre y que las promesas eran realmente promesas. He llegado a creer que los príncipes azules eran de verdad azules y que las princesas eran de verdad princesas. He confiado en tanta gente, en tantas cosas. He soñado tanto y me he roto por dentro tantas veces que aún siguen cayendo de mí trocitos que chocan al caer al suelo.

Desearía cerrar los ojos, cerrarlos un largo tiempo y quedarme viendo esa oscuridad, la que tanto tiempo me ha acompañado. Desearía cerrar los labios y no esbozar ni una sonrisa. Desearía sentir el agua de mis lágrimas resbalándose por mis mejillas y rozar el calor de mi llanto. Desearía sentir a mi corazón satisfecho y a mi alma desahogada, liberada de las cadenas que tanto tiempo la condenaron al silencio y al castigo.

Luego quisiera armarme de valor y abrir los ojos, desearía ver finalmente esa claridad. Quisiera ir hacia ese rayo de luz y esbozar una sonrisa. Quisiera sentirme libre y pisar con fortaleza. Quisiera caminar con seguridad. Quisiera correr sin tener miedo a tropezarme y caerme. Quisiera convencerme de que lo imposible existe y lo posible también. Quisiera ver la facilidad en las cosas difíciles y lo positivo en lo negativo. Quisiera ser yo misma sin preocuparme de lo que eso conllevaría.
Quisiera volar, quisiera sentir el viento rozando mi cuerpo y quisiera simplemente, encontrar la felicidad que tantas veces se ha ocultado entre las nubes más oscuras de mi vida.


                                                                                       El diario de mis sueños

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