Hay personas que entran en tu vida y lo cambian todo, personas por las que vale la pena parar, respirar y valorar. Valorar lo que realmente importa, los detalles, las pequeñas cosas...
Cosas como el agua del mar, las nubes, una mirada de esas que lo dicen todo, unos ojos como los tuyos, el modo en que me sonríes, ese abrazo infinito mezclado con sal, los huracanes del estómago, tus manos, despertar a tu lado...
Esos detalles que hacen que todo tenga sentido, incluso lo que hasta el momento de conocerte creí que no importaba. Son esas pequeñas cosas las que lo cambian todo, las que provocan que haga las maletas y salga corriendo sin importarme dónde siempre y cuando el destino seas tú, las culpables de que me hayan brotado alas.
Tú, de esas personas que aparecen y lo cambian todo y hacen que ya nada importe y a la vez que todo empiece a importar. Abro los ojos y sé que estás y me dejo llevar, sin pensar hacia dónde ni a qué lugar, porque nada importa si tú estás.
La vida es como un juego de cartas, suerte que yo todavía conservo los comodines sobre la mesa y los ases bajo la manga.
jueves, 16 de abril de 2015
Las cosas en la vida no son fáciles
A veces nos da por mirar al pasado y recordar lo felices que éramos, otros en cambio, recuerdan lo tristes que estaban, a veces nos da por pensar solo en el presente, mientras que otros se comen la cabeza pensando en el futuro.
Todo va a doler, todo nos va a costar, nos costará superar el pasado, vivir los problemas del presente y pasar por los problemas del futuro. Las cosas en la vida son difíciles, y tienes que luchar por aquello que quieres, solo así lo conseguirás.
Las cosas en la vida cuestan, al que quiere algo, algo le cuesta. Eso es así. Pero es por esto que en vez de echarte para atrás, debes tener coraje y fuerza para afrontar los problemas e intentar solucionarlos, y también, para luchar por tus sueños.
Lo cierto es que esa es la verdadera felicidad, a mi parecer.
Nos echo de menos

Ocho, ocho putos meses desde que pasó todo, y no ha cambiado nada, todo sigue igual , tú sigues igual. Te fallé y te decepcioné, lo sé, y ojalá pudiera cambiarlo, pero no puedo. Si supieras, cada momento del día que lo dedico a ti, en pensarte, en preguntarme dónde estarás ahora, qué será de ti, si estarás bien... Siento ese momento tan intenso...
Recuerdo ese mes de agosto, ese verano, esas puestas de sol que vivimos juntos... Recuerdo tu extraña forma de hablar, tu manera de decir "te quiero", tu mirada, tu sonrisa, tú. Recuerdo aquella vez que jugábamos a pegarnos de broma, y que cuando nuestras manos chocaron, nos las cogimos y no nos la soltamos. Recuerdo aquella otra vez que me caí en tus brazos porque me hacías cosquillas y me reía sin parar, recuerdo esa otra vez en la que tragué agua por tu culpa cuando jugábamos a hundirnos en el agua.
Recuerdo aquellas tardes en la playa. Recuerdo cada momento que vivimos juntos. Que pena que se apagara tan rápido y de forma tan intensa, que pena que ya hayan pasado ocho meses desde aquella bonita historia. Lo daría todo por escuchar tu voz una vez más, solo una vez más... Tan solo saber si estás bien, si aún conservas ese humor que llevabas siempre a todas partes, y si aún hasta en los peores momentos, dices tonterías.
Puede que nunca leas esto, bueno, es que nunca vas a leer esto, pero es que ya no encuentro otra forma de pedirte perdón y de decirte que te echo de menos, porque ya lo he hecho todo, lo he intentado todo. Sé que fue mi culpa y que fui yo la que cometió el error, es que soy tonta, lo sé, y lo entiendo, soy tonta, pero te quería. Y en cierto modo aún te quiero, por eso te echo de menos... Supongo. Aunque nada vuelva a ser como antes, y aunque nunca leas esto, te pido perdón una vez más, y te digo, que te echo de menos. Nos echo de menos.
Te aviso de que...
Algún día te cansarás de ir a doscientos kilómetros por hora y verás que la velocidad ha impedido que te dieses cuenta de todo lo que dejabas atrás y yo seré en tu carretera esa intrascendente señal de stop que nunca viste y que se convertirá en crucial en el momento justo en el que aquel coche se cruce en tu camino.
martes, 14 de abril de 2015
El novio perfecto

Que te sorprenda con mil y una cosas que te hagan sonreír, que te robe besos a todas horas, que sea celoso pero que no se obsesione con ello, que sea cariñoso pero no pegajoso, que sea capaz de cualquier cosa con tal de luchar y seguir adelante con vuestra relación, que te haga feliz.
Que te abrace por detrás para susurrarte las mejores frases de amor al oído, que te lleve de la mano al fin del mundo, que haga locuras pero que las haga contigo, que jamás se enamore de otra, que sepa cumplir lo que promete, que sea distinto al resto, que sea el mejor. Simplemente que sepa ser el novio perfecto y que lo sea.
viernes, 10 de abril de 2015
Caminando por la vida
Caminando por la vida a lo largo de estos años, me he cruzado con niños inocentes y niños traviesos, adolescentes perdidos entre la rebeldía de sus hormonas y adolescentes con los pies en la tierra, adultos preocupados y adultos responsables, ancianos luchando por vivir y ancianos felices.
Me he encontrado desde raíces de árboles hasta la copa del árbol más alto del mundo. Me he encontrado flores cerradas y flores abiertas. Mariposas descansando y mariposas volando con sus alas.
Caminando por la vida he pasado por muchas estaciones, he cogido muchos trenes y he perdido muchos otros. En esos trenes he conocido personas que subían y que bajaban, que entraban y salían de mi vida. Con esos trenes me he ido de algunos sitios y he llegado a otros.
Caminando por la vida he aprendido a caminar mejor, con paso firme, decidida. He aprendido a soltarlo todo y salir corriendo sin mirar atrás. He aprendido a ser fuerte, a superar obstáculos, a vencer miedos y a reforzar principios.
Me he cruzado con muchas oportunidades que me brindaba el destino. Algunas de las cuales aproveché.
Caminando por la vida me atreví a soñar, me decidí a apostar. Fui capaz de llorar y reír al mismo tiempo, de callar y de gritar.
Caminando por la vida, me detuve, y sin más, me lancé a correr.

Caminando por la vida he pasado por muchas estaciones, he cogido muchos trenes y he perdido muchos otros. En esos trenes he conocido personas que subían y que bajaban, que entraban y salían de mi vida. Con esos trenes me he ido de algunos sitios y he llegado a otros.

Me he cruzado con muchas oportunidades que me brindaba el destino. Algunas de las cuales aproveché.
Caminando por la vida me atreví a soñar, me decidí a apostar. Fui capaz de llorar y reír al mismo tiempo, de callar y de gritar.
Caminando por la vida, me detuve, y sin más, me lancé a correr.
Volando al cielo en una carta
Querido padre:
No es más mi razón de
escribirte esto sino la necesidad de plasmar en este viejo papel a
través de mis torpes y ya débiles palabras el transcurso de la vida que
tú me has regalado, careciendo de dirección alguna a la que enviártelo
pues en el cielo no hay calles ni casas establecidas.
Lo
cierto es que aún me pregunto cuál es la verdadera razón de esta carta
sin dirección, sin destinatarios, de esta carta que nadie más que yo
leerá y que acabará rota y arrugada en algún rincón de este mundo.
Supongo
que mi verdadera ansia por construir estas frases, se debe a la
esperanza de que de alguna manera o forma, lleguen hasta ti. Sé que allí
en el cielo has hecho un pequeño agujero por el que siempre me miras.
Sé que no te olvidas de mí, y por eso, yo tampoco me olvido de ti, y
aunque en realidad no me escuches ni puedas leer esto, solo a ti te
dedico estas sinceras y profundas palabras, solo a ti te reservo y te
guardo la mayor parte de mi herido y viejo corazón.
Si
te digo la verdad, todavía a día de hoy sigo intentando comprender el
motivo por el que esa bala tuvo que impactar en tu corazón de la forma
más perfecta que pudiera haberlo hecho jamás, en vez de aceptar que
ocurrió así, y que ya nada podría cambiarlo. Todavía me horroriza
recordar que la guerra fue tu última experiencia antes de morir. Me
habría gustado que lo último que hubieras visto antes de cerrar los ojos
hubiera sido la imagen del amanecer o del atardecer, una nube viajando
libre en el cielo, o quizá, una mariposa descansando sobre una bonita
flor. Pero lamentablemente y muy a mi pesar, eso quedó lejos de tu
alcance y lo único que pudiste ver, fue sangre y dolor.
Esta
mañana estaba sentada en la silla de mi cocina y pude observar que la
ventana estaba empañada. Las gotas de lluvia caían por ella,
resbalándose hasta caer. El cielo estaba cubierto de nubes algo negras,
quizás algo grises, pero no se percibía ninguna tonalidad blanca. Mi
mesa. El café caliente sobre ella como cada mañana. El humo ascendía
para desaparecer poco antes de llegar a rozar el techo de la casa. Me
detuve a mirar hacia la ventana, mientras que con la cucharilla, daba
vueltas como una interminable espiral alrededor del centro de la taza
que contenía el café, y mis pensamientos salían de mi mente, libres al
vuelo.
Pensaba en cómo sería la vida de un
pájaro, cómo sería eso de no rozar el suelo por más de tres segundos.
Pensé en eso de ser tan ligero que el viento te lleva a todos lados.
Pensé en cómo debería ser poder mover unas alas, que te llevan justo al
sitio que tú quieres ir. Pensé en poder atravesar la ventana y esas
nubes que nada tenían en común con el color blanco. Y pensé en atravesar
más que eso, atravesar el cielo, atravesar el mundo entero. Pensé en
cosas realmente imposibles, pero que en cierto modo, me hacían feliz.
Pájaros
y más pájaros que pasaban por mi ventana, más y más pensamientos, más
vueltas alrededor de la taza de café. Cerraba los ojos, los abría, me
levantaba, me sentaba. Me imaginé por un momento que pudiera volar hasta
desaparecer en el horizonte, ir más allá de las fronteras que se
conocen. Alcanzar lo inimaginable.
Voces.
Gritos. Algo de música. El café sobre la mesa. Niños jugando. Sus
pensamientos volando. Gentes cruzando las aceras, coches pasando por la
carretera, algunos frenaban, otros aceleraban. Los pájaros volando. El
café seguía sobre la mesa.
Frío. Frío de
imaginar tantas cosas que parecían imposibles. Frío en un día como este.
Todo mi cuerpo estaba frío, mi mente estaba fría, mis sentimientos
estaban fríos.
Y de repente, ya no había humo,
ya no ascendía, ya no desaparecía, ya no llegaba a rozar el techo de la
casa, pero seguía dando vueltas con la cucharilla al rededor de la taza
de café, el cual, ya estaba también frío.
Quizás
esto último te parezca una tontería, pero así me he sentido durante
mucho tiempo, a veces como los pájaros, en libertad para volar, y otras
veces como el café, enfriándome con el paso del tiempo.
Son
pocos los años que pasamos juntos, pero podría afirmar con total
garantía que te acuerdas de cuando era una niña pequeña, perdida entre
las historias de mi pequeño mundo, soñando con una pequeña casa para mí.
Te acordarás de cómo jugaba escondiéndome entre los árboles, y cómo
luego me reía mientras me tiraba en la verde hierba. Pero de lo que
seguro no te acordarás, pues nunca te lo conté, es de que tenía un
sueño; volar desde el árbol más alto.
Cuando
te marchaste de mi vida, tuve que pensar que te reunirías con Dios, para
no atormentarme con la idea de que ya no estaríamos más juntos. A Él le
pregunté quién se suponía que debía ser, las estrellas me miraron y me
sonrieron, y entonces Dios me respondió. Y fue ahí cuando comprendí que
estabas con Él, y que yo tenía que seguir con mi vida, dejar de atarme a
la teoría de que nunca volverías, aunque esta fuera, en parte, cierta.
Me
enamoré de la escritura. Me enganché como una adicta a la pasión de
escribir. Me encantaba, y me encanta, expresar mis ideas y sentimientos a
través de palabras que forman frases, que a su vez, forman textos.
Inventar historias o simplemente contarlas porque sí. Mataba el tiempo
escribiendo, me moría por escribir. Al principio, nadie reconocía mi
talento, y por lo tanto, solo escribía para mí. Pero un día coincidí con
un famoso escritor que puso sus ojos en mis obras, y la verdad papá,
pensé que fuiste tú quien lo pusiste en mi camino. Si así fue, te doy
las gracias porque gracias a esa coincidencia, pude gozar plenamente de
mi profesión como escritora durante toda mi vida, contando con el apoyo
de numerosas personas que leían mis libros y se preocupaban día a día
por ayudarme a mejorar.
Encontré al amor de mi
vida, a ese amor del que tanto hablaba Paulo Coelho, a esa persona con
la que me casé y compartí innumerables momentos felices. Al otro amor,
con el que nací conectada, lo perdí por el camino, como bien decía él
mismo. Pero desde que el cáncer llegó a mi vida, comprendí que mi
verdadero amor eres tú, papá.
Ahora el cáncer
ya está por todo mi cuerpo, ya me ha invadido por dentro. Ya no me
quedan más fuerzas para luchar por vivir, ya no encuentro razones por
las que retenerme aquí en este mundo de felicidad y tristeza, de alegría
y dolor.
He aprendido muchas cosas, he sido
feliz, he llorado, he reído, me he ilusionado y me he desilusionado. He
sido niña y he sido mujer. Y te estoy eternamente agradecida porque sin
ti, nada de esto habría pasado, nunca habría existido.
No
quiero que pienses que este es un final triste, porque me siento feliz,
de verdad. Simplemente ahora ya soy mayor y estoy cansada, no sé qué
más decir sobre esta vida que estoy intentando dejar, no me quedan
palabras para expresar más. Viví mi vida y la viví bien, hay muchas
historias que he vivido para contar, y ahora permanecerán por siempre en
mi recuerdo y en mi memoria. Y estoy feliz porque ahora ya por fin
podré hacer realidad mi sueño, ese que siempre he anhelado tanto. Ahora
podré reunirme de nuevo contigo. Ahora podremos estar otra vez juntos.
Ahora ya estoy preparada para volar desde el árbol más alto.
lunes, 6 de abril de 2015
Dice así un escrito de Paulo Coelho que me gusta tanto recordar...
"Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejarán de intentarlo... Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando.
Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso suyo o tan siquiera discutir una vez más... Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la cabeza.
Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz, (le sustituirás por la calma), pero te aseguro que no pasará un día en que desees que estuviera aquí para perturbarlo. Porque a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias."
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejarán de intentarlo... Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando.
Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso suyo o tan siquiera discutir una vez más... Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la cabeza.
Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz, (le sustituirás por la calma), pero te aseguro que no pasará un día en que desees que estuviera aquí para perturbarlo. Porque a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias."
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