domingo, 21 de mayo de 2017

Me gusta cuando Mario

Su magia atravesaba feroz el límite de lo incansable, se elevaba y en vueltas enredaba el aire que mata y que de amor muere. Se enmudecía la tiniebla y gritaba el cielo; la tormenta es vencida y el sol se luce vencedor. En mis pupilas se dilataba la ilusión y en mis labios se hallaba la vulnerabilidad con sello de grandeza. El frío dejaba de hacer eco en los rincones de la calle. Algo pasaba entre la gente, algo permanecía tras el paso del tiempo. Algo que sólo yo podía ver. Alguien rellenaba los vacíos y pintaba la vida de color. Su nombre era Mario.
Y desde entonces, sin siquiera conocerla, me acompaña su voz.

Me gusta cuando Mario me mira, aunque lo haga siempre a distancia.
Me gusta cuando llega y se queda buscando un motivo para no marcharse.
Me gusta cuando me señala su corazón y con sus ojos me pide que no lo abra.
Me gusta cuando me da la mano porque besarme todavía no sabe.
Me gusta cuando Mario entra y no llama a la puerta, él se asoma a mi ventana.
Me gusta cuando me cuenta de qué material está hecha la vida que recuerda.
Me gusta cuando dice que no viene, pero al final me acompaña.
Me gusta cuando dice que se va, pero conmigo siempre se queda.
Me gusta cuando Mario me escucha y él no quería.
Me gusta cuando quiere y de mí se preocupa incluso sin razones.
Me gusta cuando abre la puerta de mi casa y mi casa deja de ser mía.
Me gusta cuando sin habernos visto nuestras almas ya se conocen.
Me gusta cuando Mario me comprende y nadie le entiende a él.
Me gusta cuando comprendiéndole a mí misma me entiendo.
Me gusta cuando me explica de qué color es el aire que respira.
Me gusta cuando le digo que yo vengo, soy y vivo del viento.

Me gusta cuando Mario abarca mis temores.
Me gusta cuando me refugia del mundo en su armonía.
Me gusta cuando él está, cuando nadie existe.
Me gusta cuando dice que me quiere, y sé que sí lo haría.

Me gusta cuando Mario me habla, aunque ya pocas veces lo haga.

¿Y quién es Mario?
Ni siquiera él existía.

viernes, 5 de mayo de 2017

Escribía mientras soñaba

[Si fuera luna]                         

Si fuera luna, tú serías lucero.
Si fuera espuma, tú, orilla.
Si yo fuera horizonte, tú, mi cielo.
¿Cómo hacértelo saber sin decírtelo? 


[Tus ojos dormidos]

Tus ojos dormidos clavados
en el trasfondo de mi mirada.
Tu voz cantando mi nombre
y mis dedos al filo de tu espalda.


[Cada noche nos encontramos]

Cada noche nos encontramos 
en el mundo de los sueños.
Yo la reina de tus ojos magos,
tú el príncipe de mi cuento.


[Día 20 sin ti]

Día 20 sin ti; eres la tormenta
que se acerca y después se aleja,
dejando una fría lluvia a su paso.


[Vienes]

Vienes, me desordenas el alma y te vas.
Ni el mismo diablo hace eso.


[Más que sentirlo]

Más que sentirlo, lo he vivido.
Tus pasos se alejaban y
se tornaban confundidos.
Mas la oscuridad de mi alma
por tu luz se iba contigo.


[No somos de este mundo]

No somos de este mundo, amor. 
No pertenecemos a este enredo.
No nos encontramos en el nudo.
Somos las manos que lo atan.
No somos de nadie.
Somos de nosotros.


[Hoy te escribo]

Hoy te escribo porque he oído
que mi nombre aún recuerdas.
Hoy te digo que tu nombre tatuado
en mí todavía se incendia.


[He querido soñar]

He querido soñar que un beso para ti es suficiente.
He soñado mil besos,culpables de asesinarte,
y he despertado con mis labios inocentes.


[No me cansaría de decirte]

No me cansaría de decirte
que eres lo mejor 
que le pasó a mi vida,
como nunca antes.
No me cansaría de decirte
tantas cosas que siento,
si no te cansaras de escucharme.


[Hola, nos conocemos]

Hola, nos conocemos.
Cada día te pienso.
Solemos conversar,
pero nunca te he dicho
todo lo que siento;
que para mí
significas mucho más.


[Sé no hablarte]

Sé no hablarte porque sé
fingir que no me importas.
Sin embargo, no sé callar
que me duele saber que te pienso
cada día un poquito más.


[Me enredo entre las hojas de mi diario]

Me enredo entre las hojas de mi diario,
hablándoles en claro, y a veces en oscuro,
cómo te pienso, en blanco o en negro,
pero siempre demasiado.


[Maldito nombre de cinco letras]

Maldito nombre de cinco letras,
que no para de rondar mi cabeza.
¿Por qué a mí? Yo sólo quería escribir poesía,
cantar flamenco y beber cerveza.


[Día 30 sin ti]

Día 30 sin ti; podría ser fuerte,
pero siempre me dejo vencer por mi debilidad;
tu dulce pero amargo recuerdo,
impreso en las páginas de mi memoria.


[Y yo aquí]

Y yo aquí, y mi mente vuela.
Y tú allí, creando tormenta.
Ardo en fuego,
agito mis alas.
De tus nubes heladas
respira mi pecho.


[Te quiero]

Te quiero.
Te quiero diez lunas.
Te quiero cien soles.
Te quiero más que a las estrellas
y más que a mil ramos de flores.


[Ya no creo en las esperanzas]

Ya no creo en las esperanzas
que se basan en el tiempo.


[Amiga, dile que no le quiero]

Amiga, dile que no le quiero.
Dile que le he olvidado.
Pero que nunca se entere
que al decirlo estaba llorando.


[El amor es el anhelo]

El amor es el anhelo
de salir de uno mismo.


[No es ella quien te llora]

No es ella quien te llora por las noches
cuando conversa a solas con
tu apagada y persistente ausencia.


[La vida es lo más bonito]

La vida es lo más bonito
que me ha pasado jamás.


[Me llora el alma]

Me llora el alma
y no me escuchas.
Me bañan las olas
y el mar está en calma.


[Me has pasado]

Me has pasado
y me has ignorado.
Me has hablado
y me he callado.
Te he soñado
y te he olvidado.


[Seis meses no son nada]

Seis meses no son nada
cuando es tinta borrosa
lo que se aferra a la carta.
Si hasta con una vela
te sé escribir mejores letras.
Cautela.


[El sol parpadea]

El sol parpadea y
la luna cierra sus ojos.
El mar se ensancha,
entro en la boca del lobo.
Girasoles y margaritas
cantan en primavera.
Cae la noche y nieva.


[No me sé explicar]

No me sé explicar,
si bien hablo más que digo,
si no pienso, pero escribo.
¿Quién me va a entender?
Si corro y no huyo.
Si tiemblo y ladro humo.


[Qué feliz estoy]

Qué feliz estoy en mi cama,
escribiendo entre llamas.
Qué bonita que tú eres,
de defectos careces.
De ti yo me enamoro
una y veinte veces.
Veinte veces te llamaría,
dulce y elegante poesía.


[Se me fue la llama]

Se me fue la llama, muriendo,
se me apagó el corazón.
Fuiste tú, el rojo mechero
que encendiéndome la reavivó.