Vengo rumiando un tiempo
que las cosas han cambiado,
que ya no hay tal cenicero
ni sobre él dolor alguno apagado.
Vengo rumiando un tiempo
que las cenizas se me caen al suelo.
Porque las piso y no se apagan,
me las llevo con el dolor de mi alma.
Por qué necesito que el humo persista,
porque respiro aire y me ahogo.
Por qué anhelo el alcohol en mi sangre,
porque bebo agua y me subrogo.
Vengo rumiando un tiempo,
que ya no soy la misma,
de mi mano alguien se soltó,
y la lluvia de caer desistía.
Quizás de mí ingenua,
que lo ignoré por completo,
pero ahora anhelo aquellas manos
como a la sombra que se llevó el viento.
Aquellas risas ahora permanecen congeladas
viviendo en todos esos rostros sombríos.
Miradas esquivas si las hubiere,
ceniza donde hubo madera quemada.
Cruzo las calles,
abordo las esquinas
y en cada mujer
creo ver tu figura.
Aquellos pasos que oigo tras mi espalda,
no son más que el lejano recuerdo
que tengo de los tuyos.
Quisiera verte a ti, amiga,
después de girarme,
y no tener motivos para huir,
sino de tu ausencia librarme.
Te echo de menos.
Te echo de menos.
A A.F
A Alicia