Cuando estamos tristes pensamos más de la cuenta, tratamos de buscar incansablemente una razón para que las cosas finalmente hayan quedado así. Lamentablemente pocas veces logramos encontrarla y con el tiempo simplemente tratamos de hacernos a la idea. No sé, a ratos creo que después de haberte visto en mi mente doblar cien veces la esquina de aquella calle por la que te vi marchar la última vez, y subirte a aquel autobús cuyo destino jamás fue mi lado, conseguiré asumir de una vez que tu camino jamás va a ser el mío, pero siempre acabo repitiendo esa escena en mi mente una vez más, como si alguna vez pudiera llegar a visualizar cómo te dieras la vuelta y me dedicaras una cómplice sonrisa que aguardara mil momentos más en tu compañía. Quizás eso nunca llegue a pasar. Quizás me queden mil noches más sustentadas en tu recuerdo, sostenido en la última nota de aquella pieza de piano que jamás quise dejar de escuchar.
Pero ¿Y si pudiera llegar a pasar? Somos un gran conjunto de posibilidades que danzan al azar en un mismo espacio, cambiando de posición cada x tiempo. ¿Quién sabe si alguna vez estuviste a tres calles de conocer al amor de tu vida, o a cuatro centímetros de dar tu primer beso? Todo ha podido y puede pasar. Tendré miedo de que algún día las estrellas se alineen en el cielo y tus pasos coincidan con los de un nuevo amor, pero siempre viviré aferrada al "¿Y por qué no?".
¿Sabes? Al final lo que siempre nos va a quedar es el recuerdo de las pequeñas cosas. Yo quise inmortalizar todos esos recuerdos, como si se pudiera encerrar en un cuadro o en una carta toda una historia de vida, pero no, las cosas importantes viven en la memoria del corazón. Y sé que en tu nueva ciudad estás viendo luces que antes no conocías, pero quizás algún día encuentres en alguna de ellas aquella mirada que nos iluminó, justo antes de desvanecerse por completo en tu olvido.
Y mientras las posibilidades van jugando su papel y te enamores de alguien (o quizás no), solo espero que alguna vez al mirar esa carta, ese cuadro o aquella luz tú también te acuerdes, aunque sea fugazmente y sin querer, de mí y de la infinita variedad de probabilidades que nos juega la vida.
Loes