martes, 21 de abril de 2020

Un último verano

Por las noches, a veces creo recordar vagamente el tacto de tu piel contra la mía, y me duermo pensando que aún estás aquí, acariciando mis cicatrices. Pero por la mañana una leve ráfaga de aire frío me despierta, y es entonces cuando me doy cuenta de que por esa ventana ya no entra la luz del sol, porque ya no estamos a diez de agosto, porque todo aquello terminó; el verano se despidió, y de mí la primera.

Me doy cuenta de que mi falda ya no baila con el viento, de que mis tacones se enmudecen al pisar las arenas movedizas que se esconden bajo mis pies. Me doy cuenta de que ya no tengo tus manos con las mías, de que ya no andas descalzo por el pasillo, de que ya no te dejas las patatas para lo último, de que ya no lloras por el final de tu serie favorita cuando nadie puede verte (pero yo sí). Me doy cuenta de que ya no se escuchan tus pasos por la casa cuando tenías prisa y parecía que nunca ibas a poder llegar a la puerta sin darme antes el beso de buenos días. Me doy cuenta de que ahora hasta el sofá me parece más grande, y me han sobrado un par de panes de hamburguesa que jamás llegaré a tirar. Tengo varias películas sin estrenar, y cuatro o cinco velas que ya no sé para quién encender.

Te has ido, y aun dejando aquí tu recuerdo imborrable, me he dado cuenta de que poco a poco he ido dejando de conocer la parte de ti que estaba conmigo, y también la que les mostrabas a los demás. Y, bueno, lo único que no me abandona es el pintalabios, porque ya nadie me besa. Y duele. Ver llegar el otoño duele, no ver a nadie esperándote al final de la calle con un paraguas para ti en las manos, duele. Y no me duele mojarme, me duele no tener a alguien (y más que en este caso ese alguien seas tú) que me quite la ropa mojada, me duele no tener a nadie que me haga entrar en calor. Y puede haber calor en una sonrisa, puede haber calor en una mirada, pero yo sólo siento frío. Y joder, te echo de menos. Qué jodido sería que... Qué jodido es no tenerte.

Pasará este otoño, pasará este invierno, pasará la próxima primavera y vendrá otro verano, visitaré mil lugares y me enamoraré de cien personas más. Y quizás algún día te vea por la calle, pero no creo que te reconozca, porque serás otra persona, dentro de otra historia, y aunque compartiéramos el mismo lugar en ese mismo momento, estaríamos muy distantes de parecernos a aquel amor. Pero aun así, creo firmemente que después de vivir aquel último verano contigo, ningún otro me dará tanto calor sin necesidad de abrigo. 

Loes

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