lunes, 10 de mayo de 2021

Por la boca muere el pez

Dicen que por la boca muere el pez, y yo ya he muerto varias veces en la tuya porque no tenía agua suficiente para respirar. Que no es más valiente el que se atreve a amar en un mundo de cobardes, como aquel que lo dice a boca llena aunque por ella acabe muriendo al desatar el desastre en los otros, aquellos que asustados se echan las manos a la cabeza cuando escuchan de la boca de alguien el verbo amar. Dicen que por la boca muere el pez, y no habría escasez de agua suficiente que me matase si tú también te llenaras la tuya con mi nombre, pintado de palabras que arañan unos labios en un último intento fallido de no dejarlas escapar. Por la boca muere el pez, pero murió siendo libre, habiendo explicado verdades maquilladas de sentimientos, habiendo contado sueños para no esconderlos y hacerlos realidad. 

Vivimos en un mundo donde la gente vive callada, donde en el amor todos prefieren recurrir a la última hoja de aquella margarita que se cansó de responder a lo que no había que preguntarle precisamente a ella, y donde en la guerra jamás se escucha un solo silencio. Vivimos en un mundo donde la gente debe de pensar que las cosas bonitas lo son más si no se dicen, porque de lo contrario no puedo comprender que nos demos más likes que veces nos digamos que nos queremos. Porque expresar amor cuesta, pero en expresar egoísmo y rechazo todos somos expertos. 

Por la boca muere este pez, porque no me cansaré de decirte que del mundo tú haces arte, aunque eso vaya en contra de aquel principio tan defendido por todos que dice que amar es de cobardes, cuando los cobardes son ellos por considerarlo algo peligroso y no arriesgar. Por la boca muere este pez, pero moriré por haber dicho verdades, por haber defendido sentimientos y por no callarme los te quiero que todo el mundo llega a sentir, pero sólo unos pocos saben soltar. Y sinceramente, ojalá algún día deje de haber mar suficiente para abarcar a todos esos peces que prefieren cerrar su boca para no morir, porque esos peces me enseñaron que no hay peor muerte que vivir sin saber amar.

domingo, 9 de mayo de 2021

Lluvias de mayo

Bienvenido sea mayo y con sus lluvias vuelvo a echarte de menos. ¿No te pasa que a veces echas de menos sentirte querido? No sé, el que te muestren interés, que te escriban, que te pregunten, que se preocupen, que te quieran o lo intenten aunque al final no salga bien. Que te muestren ganas, o ese sentimiento cuando besas a alguien que mueve cosas dentro de ti. El decir te quiero y sentirlo, y que te lo digan de vuelta y sentir que estás viajando a otro universo sentado en una nube. El cogerte de la mano, las caricias, las cosquillitas y otras formas de morir extasiado. El mirar a los ojos y ver mucho más que unos ojos. No sé, el amor en sí. A veces pienso que no te echo tanto de menos a ti como echo de menos al amor, sin darme cuenta de que ambos vais cogidos de la mano. Ojalá pare pronto de llover.

martes, 4 de mayo de 2021

De bruces

Estoy cansada de intentar sentir y volver a darme de bruces con tu recuerdo en cada beso ajeno. Estoy cansada de buscar en los demás lo que vi en ti, de echarme en los brazos de alguien intentando que cubran todos mis miedos, cuando realmente lo único que cubren es el tiempo, porque cuando vuelvo a casa sigues siendo tú. No sé cuándo voy a poder aprender que los únicos brazos en los que soy verdaderamente feliz, siempre han sido y serán los tuyos. A veces solo desearía echarme en tu pecho y dormir, aunque solo fuera una vez más. Pero es que necesito volver a sentir amor. Me siento culpable por intentar sentirlo y no poder. Sé que contigo me saldría solo. Ojalá pudiéramos regalarnos aunque solo fuera un último momento. No sé cómo lo estarás haciendo tú, pero te envidio. Te envidio por no encontrarte conmigo en sueños, por respirar y olvidar, por no encontrar motivos para acordarte de mí y volver a quererme. Te envidio porque tú sí y yo no. Porque yo también puedo, pero a la hora de la verdad eres tú. Al final siempre quiero estar contigo y con nadie más. Te envidio porque yo aún no he podido encontrar en el verde de los ojos de nadie aquello que encontré en el tuyo. Te envidio porque cuando doy la mano todas me parecen hechas de pieles igual de ásperas. Porque las risas de los demás me dan igual, y el recuerdo de la tuya me mantiene viva. Porque no hay un solo día en el que a mi corazón se le olvide de qué estaban hechos tus labios, ni de lo que sentía cuando me regalabas tus besos. Ojalá algún día vuelvas, o por el contrario, ojalá algún día esto que siento por ti se acabe. Pero echarte de menos sola, no, eso no me gusta, esto me está quemando por dentro.