Por mi espalda suben ráfagas de aire frío
que salen de tu boca
que salen de tu boca
Este vacío que siempre fue mío
también tú lo provocas
Mis manos se cubren del hielo
que desprenden las tuyas
Me disparaste sin balas en el pecho
y se abrió un agujero negro por tu culpa
Cuidado no te absorba
Cuidado no sea ahora mi fuego
el que te consuma
y te quedes atrapado y ciego
entre paredes sordas
entre llamas mudas
He tardado cuarenta y tres incendios
en entender que aquello que me quemaba
y me ardía tanto por dentro
no era otra cosa que tu frialdad
congelando cada resquicio
de cualquier indicio
de otro intento de amar
No hay comentarios:
Publicar un comentario