Hubo una vez en la que decidí complicarme la vida por amor. Una vez en la que fui yo la que decidió meterse en el lío de enamorarse. Nadie me pidió que lo hiciera, el sentimiento no vino sin ser llamado como siempre, yo lo llamé, yo lo busqué, yo sola fui la que quise complicarme la vida enamorándome de un desconocido, y la verdad, no me arrepiento, porque hoy es un capítulo más en el libro de mi vida.
No lo conocía, no sabía nada de su vida, ni siquiera su nombre completo, pero había algo en él que nunca supe que era, pero que me hizo jugármela por él. Había algo que me unía a él más que a nadie, como si ese algo fuera un imán y nosotros fuéramos los polos opuestos. Él norte, yo sur.
La verdad es que me dio igual no conocerle, me daba igual cualquier cosa que pudiera convencerme de no enamorarme de él, me daba igual todo porque por él lo arriesgaba todo, así porque sí, sin ninguna explicación. Simplemente me arriesgaba y me la jugaba por él.
Creo que lo que tuvo que ver para que me volviera loca por él fue que lo que no consiguieron mis amigos hacer conmigo en meses, él lo consiguió en dos días. Era demasiado para mí. Era mi apoyo y a la vez mi perdición. Me llenaba de dudas y a la vez me hacía mantenerme firme en mi decisión de arriesgarme por él. Sabía lo que me jugaba, sabía lo que podía perder, pero también lo que podía ganar, y fueran cuales fueran las oportunidades de ambas cosas, yo me arriesgué.
Lo cierto es que no quería darle el capricho al destino de no intentarlo por lo menos, quería ser valiente, no quería darle ese capricho a la vida de acobardarme ante ella.
Decidí abrirme a lo que pudiera pasar, a quien pudiera aparecer en mi vida. Me pasó él, él apareció en mi vida.
Admito que estaba loca, por arriesgarlo todo por alguien que no conocía, pero era él quien me volvía loca, y si yo estaba loca, quería que él también lo estuviera, para poder hacer locuras juntos. Y eso hice, todo lo posible para intentarlo.
Sin saber cuál era en realidad su intención, ni qué era lo que de verdad quería de mí, pero lo hice. No quería casarme con él pero tampoco quería que no pasara nada entre nosotros y perderle así sin más. Quería intentarlo, de verdad quería arriesgarme. Y fue por eso que le dije que le quería, y no sé por qué fue, pero él también me lo dijo.
Me preocupé porque pensé que lo que sentía por él superaba sus límites, él ya superó los míos, me superó a mí, y me pudo, realmente me pudo, y por eso ya no me importaba sobrepasarlo todo por estar con él.
Y si ese día, en ese instante, no me hubiera vuelto loca como para arriesgarme así, ahora no podría recordarlo con una sonrisa en los labios.
¿Mi consejo? Atrévete a soñar. Atrévete a intentarlo. Arriesga por amor, aunque sea un desconocido o sólo lo conozcas de un día. Sólo así podrás conseguirlo. Y créeme, luego merece la pena, porque, apareció él y todas las canciones de amor tuvieron sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario