He cerrado el libro por la página cuatrocientos cincuenta y ocho, justo esa en la que están escritas con tinta fuerte y concisa las últimas palabras que ella pudo decir antes de que él la besara. Las páginas se han ido resbalando una sobre la otra hasta caer rendidas por el peso de las dos duras pastas que descansaban a su espalda.
He dejado caer el libro ya cerrado sobre las gruesas mantas que le quitan el frío a mi cama por las noches. El viento ha soplado fuerte contra mi rostro cuando he abierto la ventana y todos mis fantasmas se han ido a través de ella, diciéndome adiós con la mano, y he sido consciente de que ya nunca más iban a regresar a mi lado.
Los rayos del sol han empezado a calentar mi pálida y temblorosa piel cuando he subido las persianas mal bajadas.
Me has dicho que me quieres. Me has dicho que te importo. Tenemos una cita en Helsinki. Eso es lo único que me importa. Ese es el único motivo de la sonrisa que no deja en paz a mis labios.
El fuerte aroma de mi perfume se ha peleado contra el viento de mi habitación hasta aferrarse a mi cuello. Los mechones de mi pelo se han entrelazado con las púas de mi peine hasta soltarse en una perfecta y recta línea, y mi ropa se ha adherido a la perfección a cada poro de mi piel. Prescindo del sutil maquillaje y de mis valiosos tacones y me atrevo a decir que estoy lista para enfrentarme a mil y un huracanes, quizás unos pocos más de los que se podrían cruzar hoy en mi camino.
He apostado por coger el primer tren. He apostado por ir y llegar hasta ti cuando te he visto pasar, buscándome, necesitándome como te he necesitado yo toda mi vida. He apostado por soltar mi maleta y pasar de los 0 a los 10 kilómetros por hora para poder engancharme al cuello de tu camisa y susurrarte al oído que eres el ser humano más hermoso que existe en La Tierra.
Me ha faltado tiempo para romper esos centímetros de distancia que separaban a mis labios de los tuyos y te ha faltado tiempo para poner unos cuantos centímetros de distancia entre las suelas de mis zapatos y el suelo que allí nos sostenía.
Me falta tiempo para expresar lo que me haces sentir con sólo rozar mi piel y me falta tiempo de vida para estar contigo, porque, francamente, me he dado cuenta de que cien años sigue siendo un intervalo de tiempo realmente corto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario