Si te dijera las veces que, contradiciendo a mis principios de supervivencia, he mirado detrás de la puerta para ver siquiera tu sombra aparecer tras ella... Si te dijera que tiemblo al verte temblarías conmigo y estaríamos en igualdad de condiciones. Me he dormido cien noches imaginando tus ojos posarse sobre mi silueta, visualizando cómo tu mirada se torna dulce y en un gesto amable le sonríe a mi cuerpo dormido. Si te dijera que otras cien noches las pasé contigo... Tomamos café y nos dimos la vida. Nos leímos y nos escribimos, legra a letra, poniéndole punto y final a cada frase que acabábamos. En mis sueños ocurría así. Estás en mí, en mis tazas de café y en las portadas de mis libros. Atrincherado en mi espalda y aferrado a mi alma. Como el niño de ojos brillantes y nervios incontrolables que agarra con fuerza y premura su balón.
Y es en este punto de la historia donde me doy cuenta de que ahora yo soy la mujer que lleva esos tacones de aguja pero que pisa fuerte y lleva paso firme. El rumbo me lo ahorro y prescindo de coger atajos ni servicios. La vida ahora es más bonita sin ti. Los ramos de flores me llueven solos y los piropos me los digo a mi antojo. El pájaro hace su nido y yo hago mi camino. Mi piel ya no necesita tus caricias y mis labios ahora saben respirar sin tus besos. Mi cama deja de estar fría a pesar de que ahora vuelves pero ya estás lejos. Te nombro y al amor ya no lo siento. Me voy al aeropuerto; quiero viajar antes de irme. Me marcho a otros países y no cojo avión
...porque me han crecido alas en las cicatrices.
Loes
No hay comentarios:
Publicar un comentario