sábado, 22 de diciembre de 2018

Inspirándome en ti

Siéntate en frente,
escríbeme notas,
cuéntame del ayer
del roce de nuestras bocas.

Cántame una canción
que hable del mañana
y tócame sin manos
el contorno de mi alma.

Mírame a los ojos
y pon al sol en relieve.
Sácame a bailar,
bésame si llueve.

Échame de menos
y vuelve a ver horizontes,
cielos con nubes rosas
y ciudades que lleven nuestro nombre.


*


Me ha sorprendido esta mañana
con un rayito de sol calentando el cristal
y una flor en la ventana.
He abierto todas las puertas
y he cerrado todas mis heridas.
El suelo era de madera
y el camino de rosas no tenía espinas.
He caminado descalza,
he respirado de ti
y te he espirado bien lejos.
He corrido a hacer la mudanza.
A la felicidad.
Y no me quejo.
Porque he corrido,
pero también me he corrido,
pensando en otras manos
que me toquen en un mejor lugar.
Ignorando tu lengua.
Arañando otra piel.
Sabor miel.
Sin tregua.
Mojándome con otros besos.
Bien lento.
Y eso, eso sienta muy bien.


*


El otro día soñé
que te tenía dentro.
De mí.
Y todo tu ser se ajustaba perfectamente
a todos mis huecos.
Y calabas profundo,
cuando me la metías.
La felicidad en vena.
Cien orgasmos en un día.
Escalabas por mi espalda,
y yo me resbalaba por tu alma.
Primero hacia delante,
luego hacia atrás,
empujas y sigues el camino recto.
Y ya no sé si gemir o gritar.
Me aferro a no perderte,
te engancho con mis piernas sutilmente.
Quédate un rato más.
Que todavía no me conoces bien por dentro.
Y por fuera me conoces de más.
Quédate a vivir.
Métete entero dentro.
Hagamos el sueño realidad.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Te quedan grandes todos mis poemas

Nos juramos mañana y luz,
sin embargo, desde hace un tiempo
vivo de noche, respirando del invierno.
Besamos como nunca
y subimos alto.
¿Quién quiere aterrizar
en una explanada repleta de bombas?
Bailamos entre nubes y soñamos.
Nadie querría vientos de levante
ni que llegase una mañana más temprano.
Todo porque te vi
dentro de mí
y me gustó tanto
que me quedé a vivir.
Ventanas abiertas
aireando mi malhumor.
Huellas en el piso.
No sé de quién son.
No te olvido.
No te ceso.
No te termino.
No me lo merezco.
Te fuiste. Eran las once y cuatro minutos.
Son las doce y cincuenta y siete.
Dicen.
Mi reloj lleva dos meses marcando las once y nueve.
Todo porque te fuiste,
y desde entonces lo rosa es menos rosa.
Todo porque quise correrte,
y me caí por la escalera que separa nuestras bocas.
En la estación de tren
vuelve a llover.
Es fango entre las hierbas.
Todo por echarte de menos.
Todo por quererte tras unas rejas.

Todo porque apreté las manos
y no acerté a romper mis huesos.
Todo porque el amor es entrega
y a ti te quedan grandes todos mis poemas.


jueves, 1 de noviembre de 2018

Tu disfraz

Ya cae la noche,
la niebla se condensa.
Se cierra el crepúsculo
que cae sobre nuestras cabezas.
La lágrima asoma
y amenaza con caer.
Culpables entre vosotros,
testigos de ver llover.
El aire respira,
el agua bebe,
la sal de mis ojos
en la herida escuece.
Gritos silenciosos
por una ausencia desmedida,
Todo es en vano si sale de mí,
de esta humilde y loca suicida.
El veneno de la flor,
la más bella del jardín.
El coral que nadie abrió
escondía perlas color jazmín.
Eco en la oscuridad de las calles,
humedad en los balcones.
Llevo puesta una cara bonita
y un cuerpo que se sostiene sin tacones.
Mas el tiempo corre deprisa
y la madrugada se alza hacia el cielo.
Ni siquiera la luna lo ha visto,
mi ilusión ha volado al firmamento.
Caretas negras,
labios rojos.
Unos besan,
yo ni por antojo.
Horas pesadas
que hacen la noche más triste.
Qué pena que de mí no te acordaras
cuando te pusiste tu disfraz y te fuiste.

miércoles, 24 de octubre de 2018

A morir

Y ahora que el tiempo se me ha vuelto en contra
y que los vendavales vienen hacia mí,
me doy cuenta de que todo me sobra
y que tú me haces falta aquí.
Ahora que el invierno vuelve sobre sus pasos
y yo ya no escucho los tuyos por la casa
el pasado alza su mano
y me abofetea con tu recuerdo en la cara.
Ahora que dejas una historia atrás 
y un lugar al que volver 
no puedes olvidar
que allí, a esa hora, yo también te amé. 
Ahora que aquí quedo yo 
y aquí no queda nada de ti. 
No encuentro paz en mi interior. 
Te echo de menos a morir.
Las primeras lluvias, 
el segundo mes sin ti. 
El recuerdo de tu voz
aquella última vez que te vi.
Ahora me he quedado sin balas
que justifiquen la eficacia de mi pistola, 
ahora prefiero un amor de plástico 
y un corazón hecho de silicona.
Ahora que intento ser, 
ahora que soy sin ti. 
Ahora que me cuesta ver
que mi lugar es ser de ti. 
Ahora que la ola me vuelve a tirar
desisto de ella volver a huír. 
Ahora que para siempre te vas
ya lo sé; te echaré de menos a morir.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Mi desván

En mi desván guardo una causa fallida,
verdades escondidas detrás de mentiras,
máscaras de acero y disfraces de terciopelo,
velas apagadas y dormidas sobre una silla.

En mi desván guardo recuerdos
que se sostienen sin álbum de fotos.
Guardo momentos, historias y cuentos
cuyos argumentos hace tiempo que están rotos.

En mi desván guardo esperanzas extinguidas sin esfuerzo,
oportunidades perdidas, deseos incumplidos
y memorias grabadas a fuego lento
en canciones de vinilo.

En mi desván guardo tu mirada
congelada en algún instante.
Guardo los recodos de tu amor,
ahora perdido en alguna parte.

En mi desván guardo tu corazón,
y con él el recuerdo de que algún día fue mío.
Guardo la bohemia y la ilusión,
la desolación del no estar contigo.

En mi desván guardo cafés de mañanas,
tormentas de verano,
y la felicidad de poder conocer sin falta
el refugio que existe entre tus brazos.

En mi desván guardo el echarte de menos a rabiar,
el pensar que todavía es agosto y no ha terminado.
Guardo las lágrimas para no llorar
y el quererte sin pensarlo demasiado.

En mi desván guardo las lluvias que se acercan
y el resoplar del viento,
y con ello la certeza
de que por ti también dejaría al frío morir en los brazos del invierno.


lunes, 8 de octubre de 2018

Reniego

Hoy reniego de aquella hostilidad que inundaba mi corazón de ennegrecido odio. Odio de tus manos, de tu tacto. De tus ojos, de tu mirar. Hoy rechazo todo lo mundano. Por ser un poquito más capaz. Capaz de ti. Capaz de nosotros. Y nadie te mira con mis ojos. Aquel abismo que no se volvió a abrir. Los extremos que se volvieron a unir. La grieta que se quebró en sí misma. En plena cima.Y te oigo decir. Corazón de cristal. Que se rompe si no estás. Porque te quiero. Porque te llevo. Porque te sigo y me entrego. Me rompo contigo, me muero y, si respiro tu aire, sobrevivo.

Hoy soy más de ti que de todas aquellas personas que se reafirman en que amar no es de sabios. Y que me vuelvan a tirar al barro. Que yo siempre voy a creer en las hadas. Por no tener que llorar un seis de enero. Para no tener que volver a llorar si te pierdo. Una vez más. Que salto al vacío y creo que puedo volar. Pero sólo planeo. Y la verdad, eso es lo de menos. Si consigo llegar a tus brazos y allí anidar. Mi vida. Mi cielo.

Hoy te echo de menos. Hoy miro al horizonte y sé que puedo. Que fue demasiado real para desmontarlo. Que el mundo gira. Pero no se cae. Y no es en vano. El reloj está quieto. Pero el tiempo avanza. No seré yo la que pierda la revancha. Este pulso que el invierno le echa al verano. Tengo la receta de la victoria en mis manos. Esta vez no te escapas. Esta vez estás tú frente a la punta de la espada. Y yo con los ojos fijos en la pared. Y aunque los sueños, sueños sean. Ya te voy pisando los pies. Que quiero creer que te alcanzaré. Y ya sí que no querré despertar. Porque...


Hoy reniego de pensar que ya no volveremos a ser nunca más.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Si pudiera llamarte amor

Resultado de imagen de pareja ruptura tumblrLa cama hoy no soporta mi peso. Me hundo y no de cuerpo. Me hundo de alma. Mis mejillas esta vez no soportan las lágrimas, y por eso las abandonan al vacío. Y corren, y caen. Y llueve. Y se hace mar. Y es entonces cuando me doy cuenta de que mi lámpara ya no está encendida, porque se ha ido la luz. Y es entonces cuando me doy cuenta de que por esa ventana ya no entra la luz del sol, porque ya no estamos a diez de agosto. Porque todo aquello terminó. Las aves emigraron, las nubes colorearon de gris el cielo casi azul, el verano se despidió. Y de mí la primera. Me doy cuenta de que mi falda ya no baila con el viento, de que mis tacones se enmudecen al pisar las arenas movedizas que se esconden bajo mis pies. Me doy cuenta de que ya no tengo tus manos con las mías. Me doy cuenta de que ya no andas descalzo por el pasillo. De que ya no te dejas las patatas para lo último. De que ya no lloras cuando nadie puede verte. Me doy cuenta de que he dejado de conocer la parte de ti que estaba conmigo. Mi rímel se corre y deja en mis ojos un considerable rastro de pérdida y dolor, y bueno, lo único que no me abandona es el pintalabios, porque ya nadie me besa. Y duele. Ver llegar el otoño duele. No ver a nadie esperándote al final de la calle con un paraguas para ti en las manos, duele. Y no me duele mojarme. Me duele no tener a alguien que me quite la ropa mojada. Me duele no tener a nadie que me haga entrar en calor. Y puede haber calor en una sonrisa, puede haber calor en una mirada, pero yo sólo siento frío. Y joder, te echo de menos. Te echo de menos a morir. Si pudiera llamarte amor. Si tan sólo pudiera llamarte. Si pudiera recordar el tono de verde que tenían tus ojos, o quizás el matiz de marrón que los decoloraba. Si pudiera estar, aunque fuera sin ser. Aunque pudiera seguir siendo sin estar. Y qué duro es esto. Y qué jodido sería que... Qué jodido es no tenerte. Y percibo miles de rostros en la lejanía, y ninguno me es familiar. Y cientos de manos intentan atrapar mi cintura, pero yo no acepto bailar con nadie que no me traiga unos zapatos de cristal. Con nadie que no me mire como lo hacías tú. Con nadie que no me haga sentir un ápice de lo que es amar. Y al final acabo bailando sola. Sin zapatos de cristal, si bien, con cristales clavados en mi piel. Sin luz. Y no me pesa. Porque en mi mente estás aquí, y no me sueltas la mano. Y solo con eso, yo ya me considero feliz. Más de lo que sería con alguien a mi lado. Porque a fin de cuentas, tú solo eres uno, único e irremplazable. Y yo sólo soy una, enamorada y testaruda. Casi tanto como la estrella que nunca se apaga. Casi tanto como el tiempo que nunca se para. Y hoy acepto el dolor como transitorio. Pero créeme. Si pudiera llamarte amor, nunca más habría algo que me pudiera llegar a doler.

martes, 24 de julio de 2018

Felicidad

Qué frío hace cuando en mi habitación es invierno. Cuando en verano cae nieve. Cuando el levante hace honor a su nombre levantándose, y le cede amablemente su asiento al poniente. Y éste lo ocupa. Y llena todo el ambiente de su hostil e imperiosa fragancia. Qué sensación tan horrorosa. Cuando siento una vez más, tras doscientas mil, que es el final. Y nadie puede salvarme. Y sólo mi miedo salta el abismo que separa la realidad del deseo. Y todo lo demás queda detrás, aferrado a una barrera invisible pero eficaz. Una hoja en blanco. Una ilusión escrita dentro de un paréntesis. En letra pequeña. Ortografía forzada. Ilusión óptica. La última hoja del otoño que impacta contra el suelo, sin que nada amortigüe su inminente caída. El último copo de nieve que regó de agua calles enteras. Ciudades convertidas en lagos. Callejones abarcando mares. Y luego estás tú. Que me arropas con tus brazos helados, que te quiero con la mirada y te amo con mis sesgados labios, y todo lo dulce se esconde bajo tu serio semblante. Cordialidad o indiferencia. Pero tiemblo y en ti no encuentro la estabilidad. La vieja historia que se repite una vez más. La oveja negra que se tiñe de blanco. La pintura que se corre y los sueños que se resbalan. Donde quedo yo queda el olvido. De qué color era el cielo. Qué forma tenían las estrellas. La luna no era bonita. El fango lo era. Y escucho risas que salían de mi boca, algún tiempo atrás. Mis dedos se estiraban y acariciaban la vida. En la calle del olvido no hay sitio cuerdo para el recuerdo. No sé lo que es verdad. La mentira me parece bonita. Todo lo fácil es engañar a la vida, lo difícil, volver a creer. Nada es igual aquí dentro. Las luces se apagan. El aire deja de respirar. Mi alegría se calla, y mi pena empieza a cantar. Y es que en esa calle del olvido, el eco de tus pasos suena. No te vayas todavía. Quédate a dormir. Cuéntame tus sueños, porque de los míos, tú estás en ellos. Que te me escapas de las manos y clavo uñas. Que las flores ya no pueden bailar al son del viento cuando les sopla desde atrás, porque aquí todas las ventanas están cerradas. Que las nubes ya no se pueden mover. Que el tiempo se paraliza. Que el sol se queda sin luz. Que el piano se cansa de sonar. Porque eres la base de todo. Porque nada funciona sin ti. Y por eso ahora me doy cuenta. Te necesito. Porque soy el girasol que sigue a su estrella. Porque soy la marea que acude a tu imán. Porque te busco como la noche busca la mañana. Porque eres eso, la felicidad.


Vuelve cuando quieras, siempre te abriré las puertas.

jueves, 31 de mayo de 2018

A veces, el clímax.

A veces tiemblo
cuando en mi alma te enredas.
A veces toco el cielo,
y otras me arrastra la marea.

A veces creo que exploto
cuando me inundas por dentro.
A veces lo consigo y broto,
y a veces sólo lo intento.

A veces me queda una sensación cálida
que me abraza y me envuelve.
Y a veces se apodera de mí una ráfaga fría
que me devuelve aquel clímax inexistente.

A veces, río y lloro.
A veces te alcanzo.
A veces te siento.
A veces te sigo.
Y a veces te muerdo.
Otras, me quedan tus besos.
Me quedan tus labios.
Como aquel barco
que murió en un naufragio.
Quisiera soñar
quisiera creer
quisiera explorar
y en ti verme crecer.
A veces tú,
o a veces yo,
a veces el corazón
y otras, la pasión.
A veces tú encima,
a veces yo abajo.
A veces seguimos recto
y otras, cogemos un atajo.
A veces con una flor te pinchas
y a veces te haces una herida.


A veces, y sólo a veces,
te inundas en el clímax.

martes, 29 de mayo de 2018

Arrebol en mi corazón

Yo no sé lo que es pasar hambre. No sé lo que es dormir en el suelo. No sé cómo sienta el frío en las madrugadas de invierno, como tampoco sé cómo se siente una ducha helada. No sé lo que es que te violen, que te torturen, que te denigren como mujer, y peor aún, como persona. Jamás he visto morir a nadie, y tampoco conozco de primera mano el color de la sangre. No sé lo que es una guerra, ni siquiera he visto nunca de cerca una pistola. Vale, quizás no sea la persona más desgraciada de este mundo, pero ¿Sabéis qué? Aún así sigo pensando que yo tengo derecho a estar triste. Sí, yo tengo derecho a llorar. Porque yo no sé muchas cosas, pero sin embargo, sí sé muchas otras.

Sé lo que es sentirte sin casa aun estando en la tuya propia. Sé lo que es no tener familia, peor aún, tenerla en un paréntesis acomodado en el olvido. Sé lo que es vivir con la depresión a tu lado, combatiendo día tras día para que no te salpique a ti también, y estar involucrada en esa lucha durante años y años, casi toda tu vida. Sé lo que es tener que partirte en dos, para estar con tu padre y con tu madre, sin que ellos tengan que verse. Dos casas, "qué privilegio" dicen. Qué ingenuos son. También sé lo que es llegar a casa y jamás escuchar un "buenos días" o un "buenas noches", ni recibir dos besos de tu madre. Sé lo que es vivir cuidando de tu "familia", si a "familia" se le puede llamar a un padre por un lado y una madre por otro, cuando es tu familia quien debería cuidar de ti. Sé lo que es abandonarte a ti mismo por mantener con vida a los demás. Lo peor de todo, y lo que los más ingenuos desearían para ellos, sé lo que es no tener un sólo hermano en quien apoyarte cuando la casa se te cae encima. Por no tener, no tengo ni perro.

Sé lo que es sentir que estás en casa cuando estás en la de tu novio, en la de tus amigos, incluso cuando estás en la calle, pero jamás, nunca cuando estás en la tuya. Sé lo que es vivir entre rejas desde pequeña y sin cometer delito. Sé lo que es aprender a base de castigos incluso antes de haber aprendido siquiera a andar bien. Sé lo que es pasar las Nochebuenas y las Navidades sentada sola en la mesa, como también sé qué se siente al tener tres años de vida y verte llorando encima de tu madre mientras no se puede levantar del suelo y tu padre grita, y grita, y vuelve a gritar, y si mueve un dedo, o echa una mano, no es precisamente para ayudarla. Y a pesar de todo esto, sé también, y mejor que nadie, que lo que no te mata, te hace más fuerte. La primera opción no fue la que la vida eligió para mí, y por lo tanto, me he visto durante los 18 años de mi vida en la segunda; aprender a ser más fuerte a base de palos, y a veces escribir, contarlo, soltarlo, es la única manera de seguir siéndolo. Así empezó todo esto hace seis años, y esa es la verdadera razón de la existencia de este blog. Y supongo que cada uno tendrá su historia, que no seré la única. Pero hoy creo que ya era el día de contar la mía.

Siempre he pensado que hay gente que ha nacido para luchar, más que para vivir. Esas personas que son como "salvadores" del mundo, que sirven de referencia para que mucha gente siga adelante. Yo siempre me he considerado una de esas personas. Vivo en el "casi, pero no", en el "para la próxima será", en el "esta vez no ha habido suerte". Si consigo algo es porque antes la vida me ha dicho veinte veces que no. Si sigo andando es porque antes me he tenido que tropezar mínimo diez veces. Soy la última de la fila en el patio del recreo, soy la que llega tarde, cuando se ha acabado la función, cuando ya no quedan trozos de tarta. Soy el "qué lastima, pobrecita", soy la última persona en la que alguien pensaría para hacer un equipo en educación física. Siempre lo he sido, esa es la verdad. Pero no importaba, porque yo seguía luchando, y a pesar de todo, salí de todas mis enfermedades, incluso de la que casi me cobra la vida. Y fui el "me he graduado en bachillerato", el "he entrado en la universidad", el "se me da bien escribir". Sí, a veces he sido muy feliz, a pesar de mi mala suerte. Pero a nosotros, los luchadores, ser ese tipo de persona también nos cansa, y hay veces que no podemos más, y que por intentar ser más fuerte de lo que somos, la vida nos juega malas pasadas.

¿Te acuerdas de aquella vez que te dije que no era justo que tú hubieras entrado en medicina y yo no en mi carrera? Pues por ello tiré por la borda mis quince años de amistad contigo. ¿Te acuerdas cuando me encapriché con aquel chico que estaba contigo y no paré hasta estar con él? Por culpa de eso me perdí tres años de vida contigo. ¿Te acuerdas de aquel día que preferiste salir con tu amiga antes que conmigo y yo me enfadé? Por eso no volví a saber nada de ti en cuatro años. Sí, es un rasgo de las personas luchadoras, sabemos mejor que nadie lo que es perder a alguien, y por eso tratamos a toda costa de mantener a la gente a nuestro lado. Los que encima tenemos mal carácter, lo tenemos muchísimo peor. Nuestras palabras nos hacen perder relaciones muy valiosas, como las que yo perdí con todos vosotros. Pero ¿Qué queréis que os diga? A veces tener algo de maldad me hace sentir persona, porque de verdad que no suelo sentirme así a menudo. No sé, si luego me arrepiento a veces no sirve de nada, el daño está hecho. Pero sé que sigo siendo persona, y buena, en el momento justo en que lloro por vosotros. Y hablando del otro tema, nunca juzguéis a nadie por ir de flor en flor. Es muy sencillo, cuando alguien no tiene amor en su casa, lo busca en la calle.

Un día me levanté por la mañana y ella ya no estaba. Se había ido. Y esa misma noche él se fue con ella. ¿Y sabéis cómo me vi de la noche a la mañana? En frente de dos ataúdes y con dos abuelos menos, los últimos que me quedaban. Otro día también al levantarme por la mañana vi a mi madre normal. Esa noche sonó el timbre. Podría ser alguien de la familia que no tenemos, que venía a visitarnos, pero no, era la ambulancia, que venía a por ella. También otro día, de repente se encontró en el hospital con cinco bolsas de sangre y un cáncer que podía con ella. Una vez esperé en el balcón, como cada noche, a ver aparecer el coche de mi padre, pero él no volvió, la verdad es que nunca más lo hizo, y mi madre me cantó desde esas Navidades, cada año, la canción "Vuelve a casa por Navidad".  La vida siempre se ha acostumbrado a quitarme las cosas de un plumazo ¿Comprendéis ahora que siempre saque la garra cuando veo que alguien se aleja de mí o que intentan quitarme lo que es mío?

Desde que lo conozco, siempre he admirado a Migue Benítez, porque escribe, porque canta, lo que mi mente piensa, lo que mi corazón dice. Porque nunca sabremos qué nos depara la vida, porque la felicidad la tienes que buscar tú, porque nadie lo hará por ti. Porque se halla en las cosas simples, las cosas simples como las garrapatas, como una guitarra, como una tarde de verano al sol, como un pan con manteca, como un huevo duro y una rodaja de tomate. Porque hay que vivir el presente, y hacer lo que más te llene. Porque con un traguito de cerveza y un cajón flamenco todo se arregla, porque la droga, después de lo mala que es, lo purifica todo. "Dice la gente que vamos rápido, que a nuestra edad es raro pensar lo que pienso yo. Tal vez, yo muera antes que los demás". Y sí lo hizo, a los 21 años. Y me siento tan identificada con él, que incluso en lo más profundo de mi ser, desearía irme de este mundo tan joven como él. Es mi otra mitad. Creo que es a quien he estado buscando en cada novio que he tenido. Pero bah, como él jamás habrá nadie. Lo que yo siento con su legado, jamás nadie lo podrá entender, y es otra de las razones por las que yo hoy soy así.





Y con todo esto,


Yacía mi corazón en vilo,
inefable tormenta acaecida.
Amanecer desmesurado en sigilo,
etéreo llanto tras tu partida.

Ademán de correr
bonhomía consumida.
Garras al proteger
la sombra de mi melancolía.

Bésame si aquí estás,
abrázame si en mí aún sigues.
Acendrada es mi forma de amar,
epifanía lo que tú persigues.

Arrebol en mi corazón,
locura en mi mente.
Limerencia si tú, o si yo.
Ojalá tenerte por siempre.


Loes

miércoles, 23 de mayo de 2018

La belleza y tú

Hace tiempo que vengo diciendo,
que hace tiempo que vengo olvidando,
que el corazón lo tengo en el cielo
y los pies hundidos en barro.

Hace tiempo que es verdad,
que hace tiempo que ya no es mentira,
que aprendí de una vez por todas a amar
a quien sin buscar encontró mi alma perdida.

Las grietas de mi cuarto ya no crujen,
los cristales de las ventanas no se quiebran,
ahora hallo la serenidad
después de mil noches en vela.

Bajo mi manta escondo mi plan más frío,
que ese hombre sea pa' mí, pa' siempre mío.
Bajo mi manta escondo mi cabeza cuando voy a dormir,
y cien veces que sueño que te pierdo, cien veces que deseo morir.

Si abro la puerta mi ilusión se escapa
y se cuela por la ventana que de luz llena tu cama.
Rayito de sol, nube de algodón,
pintas de hermosura mi mundo interior.

Luna llena,
lucero azul.
Marea alta,
la belleza y tú.

Cielo naranja,
cometas en el aire.
El verano del amor
si se enciende arde.

Tengo una espinita en el corazón
que lleva por nombre Adrián.
Dice que nació en mi interior
y que jamás de ahí se irá.

A Adri Aguilar, el rey de mi vida.

viernes, 9 de marzo de 2018

Un día más

En esta vida he aprendido que ignorar los problemas es sólo una manera de alargarlos. He aprendido que lo inevitable pasará, y que debes luchar por lo que quieres conseguir, del mismo modo que he aprendido a desistir de lo prescindible. He aprendido que la lluvia es lo único que cae del cielo, y que a veces ni el suelo es lo suficientemente estable para pisarlo. He aprendido a andar con pies de plomo, a hacer de tripas corazón. Porque la vida es tan relativa como lo es el tiempo, porque un día estás en la cima, y otro enterrado bajo cemento. Durante algún tiempo fui feliz. Pero la vida se me fue, huyó de mí. Tiempo después, construí una muralla para protegerme del exterior, pero aquellos ladrillos no consiguieron soportar tanto peso, era demasiada la soledad, era abundante la tristeza, era insoportable el recuerdo. Aquella muralla se cayó y fuerza no he tenido ni para recoger los restos. Quiero verlo de otra forma, pero no puedo. Mis amigos se fueron, y echarles de menos no basta para que vuelvan. Aquellos que un día estaban conmigo hoy hacen su vida sin mí, y en mí habita el vacío de su ausencia. Qué tan duro debe ser el invierno que ni frío siento en las manos, sino mi corazón hayándose congelado hace duros esfuerzos por mantenerme con vida. Por la calle del olvido ecos de sus pasos suenan, de todos aquellos que se van por el camino fácil en busca de una felicidad inmediata. De todos aquellos que prefirieron el naufragio antes que la tormenta. De los orgullosos, de los cobardes, de los que no buscan soluciones pero no quieren problemas. Para los que huír renta más que luchar. Yo me quedé sola en la batalla, con un corazón hecho de cristal que se quebraba al más mínimo daño que sentía. Y sin embargo hoy es ese corazón el único que me mantiene con vida. Ya el invierno toca su fin y yo poco a poco voy entrando en calor, busco cobijo sobre un colchón de plástico y entre unas mantas de algodón. Todo se esfuma tarde o temprano. Todo sustento se derrumba. El sol se pone. Las nubes chocan. El agua cae. Pero yo seguiré de pie. Aunque solo sea por un día más.

viernes, 2 de febrero de 2018

Qué bonito

Qué bonita esa ciudad,
espejo de la mía,
a kilómetros de distancia,
pero tan cerca como parecida.

Qué bonito campo,
donde el viento corre y purifica,
qué bonita casa,
aquella en la que vive mi segunda familia.

Ellos me dan cobijo,
compañía y amor.
Y si alguna vez tengo frío,
me regalan su calor.

Desde que estoy con ellos
la vida me sonríe
los pájaros me cantan
y las mariposas me siguen.

No saben cuánto les quiero
y tampoco imaginan
que en mi vida son lo primero.

Ni por todo el oro del mundo
yo los cambiaría,
ni a todos ni a ninguno.

Qué bonitos son,
qué bonito lo hacen,
qué será lo que tendrán,
que son como nadie.

Corazón de oro,
puño de acero,
valen mucho más
que cualquier dinero.

Los veo y la tristeza se me murió,
los tengo y nada más necesito tener.
Qué bonitos que son
Isabel, Paco y Rubén.