y ninguno tiene la eternidad que habita en los tuyos.
He esquivado bala por bala
cada beso frío que amenazaba
con acariciar mis labios
para acabar cayendo por la escalera
que separa los nuestros,
y qué dulce caída sin manos.
He cometido el delito
de poner en mi boca la palabra amor
desconociendo su verdadero significado,
y he tenido la gran oportunidad
de descubrirlo sentada a tu lado.
Si por dos veces este mundo pereciera
jamás dudaría de que te he querido,
de que te quiero mil veces por segundo
y sin espacio entre letras.
Y lo sé porque ya no son mis piernas
las que me dirigen en el camino,
sino una fuerza mayor,
mucho mayor,
una que me arrastra de tu mano
y que ya no tengo ganas de frenar.
Quiero acabar donde me deje,
allí contigo.
Lo sé porque cuando te miro
lloro en mi interior
y mis ojos tratan de disimularlo,
y es que una vez me contaron
que se puede llorar por querer a alguien demasiado.
Lo sé porque es la primera vez
que no sé ponerle nombre
a cada uno de los sentimientos que llevo dentro,
sencillamente porque los desconocía
hasta que tú me los presentaste;
te olvidaste de decirme cómo se llamaban.
Lo sé porque me tiembla cada uno de los acordes
que conforman mi alma
cada vez que me dices “te amo”.
Lo sé porque no pienso en que te conozca
la gente que me sigue en instagram;
yo pienso en que ojalá te hubieran conocido mis abuelos.
Creo que es una de las formas más grandes
en que te puedes dar cuenta que amas a alguien.
Lo sé porque nunca quise que fuera nadie
y ahora quiero que seas tú.
Lo sé porque despertarme contigo
es como hacerlo en el cielo
un día de verano
y gravedad cero.
Lo sé, cariño mío, porque ya no tengo miedo,
porque ya me da igual tenerlo
mientras te siga queriendo
de enero a enero