cuanto más escuchaba las nubes romperse
más se me rompía a mí el corazón
Era como un latigazo conciso y breve
en el punto exacto que causaba dolor
Me di cuenta de que siempre había estado viviendo
de herida en herida
de cicatriz en cicatriz
abriéndola con un cuchillo diferente
cada vez que estaba a punto de cerrarse
y todo por el simple placer de volver a sufrir
Porque esa era mi única adicción
Buscar los besos que me cortaran los labios
las caricias que me rasgaran la piel
beber siempre del vaso equivocado
aun sabiendo que su veneno podía arder
Y era feliz con el comodín de que dos mas dos
no siempre son cuatro
como excusa para que cualquier cosa saliera bien
aun sabiendo que era la trampa perfecta
para pisar de puntillas y volver a caer
Qué animal tan masoquista
el ser humano
Qué alma más estúpida
la que se lanza al vacío
en busca de una salida
y no amortigua la caída con sus manos
por la simple osadía
de querer caer de pie.
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