Llegaste y te fuiste. Un pensamiento fugaz, instantáneo. Apareciste y desapareciste. Sin tiempo para reconocerte, pero tampoco para olvidarte. Pasaste como una estrella fugaz.
No pude verte claramente, tu presencia se desvaneció en un instante y sólo me quedó vivir del vago recuerdo que tengo de ti. Un recuerdo demasiado bello para ser real, demasiado increíble para ser de este mundo.
Claramente esa noche no fue igual que las demás, tú cambiaste algo en aquel lugar vacío, dónde sólo se conocía la oscuridad.
Durante el corto tiempo que iluminaste aquella noche me hiciste la persona más feliz, sin duda no volví a ser la misma desde entonces, algo se encendió en mi interior y me enamoré perdidamente de tu figura.
Capturaste mis cinco sentidos y te hiciste creador y dueño del sexto. Alguien sin identidad que se mudó al ático de mi alma sin siquiera saberlo. Alguien del que todos hablaban cuando me preguntaban por la razón de mi ilusión repentina, aquella que dejaba huella en mis labios y marca en mi corazón.
Y tal vez confundí ser tu amiga con amar, pues eras mi fiel amigo, y quizás confiabas en que nunca me enamoraría de ti. Pero esa noche, y espero que me entiendas, por un par de segundos y un instante, observé detenidamente tus ojos, y por primera vez, me sentí parte de aquel azul. Espero que comprendas, que esa noche yo me sentí viva en tu mirada.
Que si me dabas la mano y caminabas, yo desplegaba mis alas y volaba. Que si te acercabas a mi cuerpo, éramos capaces de compartir el respirar, y eso me bastaba. Sentir tu respiración y notar tu cuerpo al lado del mío era motivo más que suficiente para estar a salvo del llanto, de la desesperación, de todas aquellas cosas que pasaban por mi mente cada vez que tú no estabas conmigo, a mi lado, esperando que me fuera, o tal vez que me quedara para siempre un poco más; lo que yo hubiese querido.
No sé, quizás esa noche soñé demasiado con tu nombre. Quizás no me quisiste tanto, y tal vez yo te quise un poco más de lo normal y siempre más que suficiente. Esa noche te sentí demasiado cerca. Me sentí tuya y quise hacerlo realidad. Que te enamoraras de mí era un sueño tan bonito como inalcanzable. Quise intentarlo, demostrarte que podía ser alguien más para ti, que podía darte aquello que no tenías y enseñarte todo aquello que aún no conocías.
Esa noche, por un momento, fuimos el uno del otro, aunque tal vez sólo fuese así en mi cabeza. Ahora quisiera decirte la verdad, que ser tu amiga me supo siempre a poco y que me encantaría ser mucho más. Que ojalá todas las noches fuesen como aquella y que por favor te quedaras conmigo y me besaras como nunca jamás. Pero lamentablemente creo que ya es demasiado tarde. Tu figura ya no se distingue entre las demás estrellas y la estela que en el cielo dibujabas no volverá a guiarme.
Es hora de despertarme del sueño, y bueno, dejar de mirar al cielo y mirar sólo una vez, sólo un minuto, el suelo que bajo mis pies me indica mi nuevo camino, uno más, para llegar a mi nuevo destino, otro más. Y quizás algún día vuelvas a cambiar tu ruta, quizás vuelvas al mismo punto del cielo donde nos conocimos por primera vez y nos hicimos amigos, o tal vez donde yo me enamoré de ti. Tal vez tú lo hagas algún día, o no. Sea lo que sea, lamento que para cuando regreses, yo no estaré aquí para pedirte un deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario