domingo, 22 de noviembre de 2020

Mientras haya bares

Mientras haya bares
que nos cuenten historias a la vuelta de la esquina
en un sábado noche, 
habrá alegría en las calles. 
Mientras haya bares 
que te ofrezcan la última mesa
como si llevara esperándote toda la vida, 
tendremos segundas casas cerca. 
Mientras haya bares
que escondan besos, 
que escuchen conversaciones, 
que contengan risas
y que aguarden siempre una última copa lista para salir, 
amaremos la vida como si de ella nunca nos fuéramos a ir. 
Detrás de la puerta, 
decenas de pensamientos 
que se cazan al vuelo 
segundos antes de que caigan en la barra para siempre desaparecer. 
Una mirada de esquina a esquina, 
que esquiva personas y figuras por el camino
dispuesta a encontrar unos ojos que la quieran sostener.
Al pasar un choque tonto pero fortuito
entre dos cuerpos que no lo sabían, 
pero sus corazones se querían conocer. 
En tu mano sostienes una copa, 
te la llevas a los labios, 
pero te detienes justo a tiempo,
para decirle a alguien brindemos por lo que tenemos.
Un roce entre dos copas al borde del abismo, 
que se balancean en un último intento de recoger cada sueño de quienes las sujetan. 
Qué bonito que es.

En los bares los sueños cobran vida, 
la música alimenta ilusiones, 
las sonrisas despiertan almas dormidas. 
Los bares han sido testigo de reconciliaciones, 
han sido apoyo para los que estaban tristes
y sustento para los entusiastas de la vida. 
Los bares son paz, calma, humor, 
ilusión, amor y hogar. 
En los bares hemos hecho amigos, 
hemos conocido el amor, 
hemos intercambiado vivencias
que hoy recordamos con una sonrisa.
Camareros que ya son amigos,
rincones especiales porque ahí vivimos algo, 
pedir lo mismo de siempre, 
saludar a los de toda la vida. 
Unos más y otros menos, 
en los bares todos somos iguales. 
Refugios improvisados para noches de tristeza, 
hombro sobre el que llorar
y brazos con los que bailar.
No quisiera yo vivir en un país donde no hubiera bares
y tuviera que imaginarme toda esa felicidad en vez de vivirla. 
Algo tan fácil de querer, 
y tan difícil de valorar. 
¿Quién nunca ha dicho no tengo ganas de ir
y ha acabado cerrando entre carcajadas
el bar de la esquina en plena madrugá? 



Ojalá volvamos pronto❤️
Para todos los bares de España, en especial a Alfonso y el d2. 

jueves, 8 de octubre de 2020

A mi mejor amiga

Es curioso cómo la vida nos va presentando personas y ocasiones para ser de unas u de otras. Con algunas sentimos frío, con otras calor. Hay personas que con sólo una mirada pueden hacer volar nuestra cabeza y otras que te darán la mano aun cuando las tengan ocupadas. Hay personas con las que te pierdes y sólo después te encuentras, y otras que te hacen sentirte perdido desde el principio pero al final siempre logran encontrarte y enderezarte el camino. Hay personas con las que tienes un idioma especial y otras con las que simplemente no necesitas pronunciar palabra. Hay personas que te hacen brillar y otras que brillan contigo.

Y es curiosa también, la manera que tiene la vida de lanzarnos de brazos en brazos de diferentes personas, pero lo que siempre le agradeceré es que nunca se haya olvidado de devolverme a los más cálidos que alguna vez me pudieron abrazar. Los de ella, mi mejor amiga. 


Nuria A.C

martes, 6 de octubre de 2020

Reflexiones

Podemos decir lo que queramos, y tratar de convencernos de nuestras propias mentiras, pero nuestros ojos siempre se adelantarán a nuestras palabras a la hora de hablar

*

Me pregunto cuántos inviernos más tendrán que pasar hasta que consiga olvidarme de ti.

*

No sé qué es más peligroso, si una mujer herida o una mujer enamorada. Diría que la unión de ambas es explosiva.

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Me sobran dados para tentar a la suerte si hablamos de ti.

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Mantengo mis últimas esperanzas aferradas a las alas de la mariposa que rige la teoría del caos.

*

Aclaración: tener un trastorno mental no es sinónimo de estar loco.

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Os aseguro que no necesitamos de nadie para ser felices. Sólo necesitamos de nosotros mismos. (Ojalá lo hubiera sabido antes).

*

Los médicos salvan vidas, pero los psicólogos también.

*

Las palabras pueden hacer magia.

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Normalicemos que tener un carácter fuerte y ser una buena persona son dos factores totalmente compatibles.

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No sé qué tiene el negro de tus ojos, que me hace dudar que la oscuridad sea mala.

*

Como si ese día cuando dibujaste un corazón en la ventana de mi coche mientras yo te miraba desde dentro hubiéramos sabido que ese sería el final.

*

Estoy aquí para vivir mi vida, no para que tú la entiendas.

*

No os podéis imaginar la magia que puede llegar a hacer la poesía, la prosa, los versos, las letras en general. Lo sé bien porque he recuperado a personas muy importantes en mi vida a través de una carta. Cuando no os quede nada, siempre os quedará escribir. Aunque esta sociedad lo infravalore.

*

No sabes lo que ha significado para mí que me hayas puesto en el coche la canción que te dediqué en la carta que te escribí. No he conocido sensación más bonita que la de ver las luces de la ciudad mientras la escuchábamos juntos en silencio.

*

Si alguna vez me preguntan, les diré que por mí lo diste todo, que recogiste las flores de toda una primavera y me llevaste a todas las playas en verano. Si alguna vez te nombran, siempre entenderé por qué fuiste tú la persona que más me quiso alguna vez. Gracias.

*

No me mires como si hubiera un mañana en el que nuestras miradas sobrevolasen puentes de acero. No me acaricies con la inocencia de un niño que cruza la calle corriendo detrás de su balón. No intentes convencerme de que hay algo seguro en medio de esta tormenta de sentimientos que se esquivan en un último intento de olvidar lo que siempre recordaremos.

*

Gracias a la vida por darme una segunda oportunidad. Ahora me gusta ser yo. Me gusta ser libre. Me gusta andar sin ataduras y mirar sin máscaras. Me gusta acariciar sin guantes y besar sin pintalabios. Me gusta el gran espacio de mi libertad, transparencia, seguridad y calma en el que he convertido mi vida. Ahora sí. 

sábado, 25 de julio de 2020

Haz que no muera sin besarte una última vez

Ojalá pudieras saber el verdadero motivo
sin tener que explicártelo. 
Ojalá pudieras saber que sigo acordándome
perfectamente de tu silueta mientras dormías, 
que podría decirte cuántos lunares tienes
sin equivocarme, 
que unos ojos así no se olvidan fácilmente. 
Ojalá entendieras que las cosas no son siempre o blancas o negras, 
que volviste mi vida gris pero bailé bajo tu lluvia. 
Ojalá comprendieras que por más páginas que tenga el libro, 
viviré siempre aferrada a la última letra de la nuestra
simplemente por no tener que pasar a la siguiente. 
Ojalá los años sirvieran para algo más que seguir echándote de menos. 
Ojalá de verdad el tiempo curara las heridas y borrara los sentimientos. 
Cansada de llevar puesta una máscara
que cada día se va cayendo un poco más,
ojalá tuviera voz
para gritar a los cuatro vientos lo que tanto tiempo he estado gritando callada, 
que siempre te voy a querer, da igual las circunstancias, el tiempo o la distancia. 
Que sin esfuerzo alguno soy la segunda mujer en el mundo que más te quiere. 
Que hasta llorarte es bonito, 
que hasta gastar la tinta de cien bolígrafos 
no voy a parar de hablarle al mundo de ti, 
que siempre vas a ser el amor de mi vida. 
Que ojalá aprendas a nadar entre un millón de estrellas, 
que ojalá te busques y te encuentres, 
que ojalá subas a los tejados y te enamores del horizonte, 
que nunca dejes de sonreír de esa forma tan
especial como lo hacías, 
que bailes y no te canses, 
que sueñes despierto, 
que te hagan llegar a tocar la luna con un beso, 
que conozcas cincuenta ciudades, 
que te enamores de alguien,
que te rías hasta llorar, 
que te abracen hasta romperte, 
que te quieran tanto que ese amor abarque una ciudad entera, 
que te escriban cien poemas en una noche, 
que cantes hasta quedarte sin voz, 
que visites setenta conciertos, 
que encuentres la paz en un día de playa, 
que seas tan feliz que ya ni te acuerdes de mí, 
que seas tan feliz donde estés, 
que ya nunca quieras volver.
Te deseo de corazón toda esa felicidad, 
pero por favor, haz que no muera sin besarte una última vez. 

domingo, 5 de julio de 2020

Nunca más seremos nunca

Óyeme,
que me siento vacía. 
Abrázame, 
que tengo frío.
Suéltame,
que ya no soy tuya. 
Búscame, 
que me quiero contigo. 
Derrótame, 
que aún no somos batalla perdida.
Bésame,
que sigo bailando bajo la lluvia.
Complétame,
que eres mi vida. 
Júrame
que nunca más seremos nunca. 

Calle noventa y ocho

Soñé que algún día nos cruzaremos
por la calle noventa y ocho
levantaremos el rostro
y agacharemos nuestros temores.
Nuestras miradas se saludarán
en un efímero intento
de terminar lo que un día
dejamos a medias.
Haremos el intento
fortuito pero en vano
de reconocernos como aquellos
que protagonizaron la historia de ayer
de hace unos meses, de hace años
pero nuestra coraza impedirá
que aquellos rastros sean visibles
y poco a poco iremos avanzando
tristes pero con orgullo
en dirección cada uno
a una esquina opuesta.
Pero ninguno sabremos
que aquellas sendas esquinas
a fin de cuentas desembocarían
en una misma calle
en un nuevo punto de partida
para ambos.
Ojalá que para cuando ese día llegue
ninguno de los dos estemos soñando.

martes, 16 de junio de 2020

Nuestra espinita

El ver cómo te quemabas al cocinar,
el ver cómo te quemaban cuando hablaban de más.
Tus pantalones rojos, porque eran rojos.
Mis pantalones burdeos, porque eran burdeos.
Las cuatro huellas que llevas siempre dibujadas detrás.
En los días de sol, la Sombra de alguien más,
en los días de lluvia, tuya nada más.
Qué fácil suenan las cosas cuando se oyen,
qué difícil cuando se dicen,
casi imposible llegar a hacerlas.
Una cosa es echar de menos,
y otra, echar a secas.
Yo llevo tiempo lidiando con ambas.
Siento tanta desazón
que por momentos creo que La Tierra es hueca.
Si pensabas que ya me había mudado a Marte,
aún sigo aquí, en el mismo sitio donde me dejaste.
Y no, no quiero sonatas de primaveras tardías,
no quiero besos ni estaciones
con vagones que te suban al cielo.
Tampoco quiero flores efímeras
ni palabras torpes y vacías.
Tan solo quiero que entiendas
que sé cuánto duele nuestra espinita,
porque yo también la llevaré siempre
clavada en el alma como una herida.

Edu D

lunes, 8 de junio de 2020

50 cosas sobre mí

1. Estudio psicología pero me encanta la criminología también.
2. Amo a los bebés, pero no soporto a los niños.
3. Detesto la Navidad porque no tengo con quien celebrarla.
4. El plan que más me gusta es ir de fiesta.
5. Mi mayor estado de calma lo consigo leyendo un libro al atardecer en la playa.
6. Tengo ansiedad social.
7. Soy amante incondicional de Migue Benítez y todo el garrapaterismo.
8. Me encanta escribir poesía y prosa poética.
9. Tengo el carné de conducir desde hace dos años pero siempre me sigo poniendo nerviosa cada vez que tengo que coger el coche, no me gusta conducir.
10. Siento un irrefrenable amor hacia los animales que no puedo llegar a consumar porque no me dejan tener mascota.
11. Echo mucho de menos mi vida de antes y a todas las personas que tenía en ella.
12. Me encanta viajar y el coronavirus me ha jodido mis planes de ir a Sevilla, Ibiza y Albufeira.
13. Mi psicóloga dice que es la primera vez que conoce a alguien así.
14. Por estar siempre ayudando a los demás la gente se ha acostumbrado a utilizarme.
15. Siempre quiero hacer el bien y al final suelo hacerme daño a mí misma y a los demás.
16. Fumo porque me aburro y por matar los tiempos muertos y de ansiedad pero no tengo a penas abstinencia.
17. Tengo muchísima fuerza mental para superar las cosas malas aunque a veces me canse.
18. Odio enormemente que mi habitación todavía esté pintada de rosa.
19. Encajo con muy poquita gente pero cuando encajamos somos una bomba atómica.
20. Veo mi pasado regular, mi presente malo y mi futuro bueno.
21. Para mí lo más importante en la vida no es la familia ni el amor ni el dinero, es la amistad.
22. No puedo dormir con la puerta abierta.
23. No puedo leerme dos libros ni verme dos series a la vez.
24. Por Trece Razones en Netflix me hizo confirmar lo que yo ya sabía: la sociedad es una mierda y la gente solo va a lo suyo.
25. Siento que no encajo en este mundo.
26. Soy amante de la Ginebra rosa.
27. No puedo salir de mi casa sin pintarme los labios.
28. Tengo una extraña obsesión con tomar el sol.
29. Lo que peor se me da en esta vida y lo que menos me gusta es el deporte.
30. Me encanta demasiado la comida.
31. Estoy más ciega que Santa Lucía.
32. No uso lentillas porque no me hago a la idea de tener que llevar las uñas cortas.
33. Me agobio cuando paso demasiado tiempo en grupos grandes de personas que no conozco.
34. Necesito mi espacio personal y tiempo para mí a menudo.
35. O soy muy fría o soy muy cariñosa. No tengo punto medio.
36. No me acostumbro a llevar faldas.
37. Tampoco a llevar tacones.
38. Me gusta comer hielo picado.
39. Mi película favorita es De Padres a Hijas porque describe mi vida.
40. Llevo toda mi vida acostumbrada a ir de casa en casa formando parte de familias ajenas durante algunos meses mientras no tengo la mía propia. Triste pero maníaco.
41. Nunca me verás encendiendo un mechero con el dedo índice.
42. Nunca me verás con el pelo corto.
43. Me gusta callar y observar mientras a los demás les gusta hablar por hablar.
44. Siento dependencia emocional demasiado pronto con cada persona que entra en mi vida.
45. Tengo 2 casas y ninguna familia. Irónico.
46. Odio que la lluvia me salpique las gafas.
47. Me encantan las esponjas de bebés.
48. Adoro darme baños y hace siglos que no me doy uno.
49. Cuando me río de verdad suelo llorar.
50. Siempre voy a amar todo lo que tuve. A las personas también.

viernes, 29 de mayo de 2020

Tú y yo

No acierto a poder explicar qué sentí la última vez que estuve asomada al precipicio de tu boca, pero creo que vértigo sería la palabra que mejor se le asemejase. Y lo cierto es que cada vez que me asomaba, de tanto en tanto, esa pendiente se me iba haciendo más alta, como si ya apenas pudiera distinguir dónde quedaba el suelo. Como una escalera de caracol que se enreda sobre sí misma y puedes caer por el espacio que separa dos escalones, como una ola que siempre busca romperse pero al final nunca lo hace de una manera perfecta e inmediata, como el viento que choca contra un muro y aún así persiste en ir en la misma dirección. Así somos nosotros. Imperfectos, diacrónicos, impredecibles, persistentes, expectantes.
Me gusta pensar que el azar es nuestro mejor aliado, y que nos va cediendo carta a carta hasta que consigamos ganar la partida. Porque ya sabemos que las prisas no son buenas compañeras, de hecho varias veces nos ha dado tiempo hasta de dormirnos entre canciones, y despertarnos y no saber cómo ni por dónde retomar lo que estábamos haciendo antes. A veces, eso también me gusta.
No creo que dos mas dos siempre tengan que ser cuatro, a la vez que no creo que haya una manera perfecta de hacer las cosas. Tú siempre las has hecho como te han salido en el momento, en el lugar y desde el corazón. Y yo me he aferrado todo este tiempo a esa idea para poder comprendernos a los dos, porque una de dos, o yo ya era también así, o tú me has hecho serlo. Y no, tampoco me disgusta. Nos hace ser especiales, y nos hace serlo juntos, cada uno en su terreno.
Y así hemos estado todos estos años, jugando a balancearnos sobre la fina cuerda del límite, sin saber qué acabaría pasando y apostando a poder rozarnos las manos sin caernos al otro lado, y disfrutando de ello como dos niños en la nieve una tarde de invierno, como si no pasara nada, como si no fuese peligroso, haciendo de ello nuestro pequeño juego propio. Mientras tanto ha ido pasando el tiempo, y sigo viendo en tus ojos lo mismo que vi aquel día, un desafío que me tomaría mi tiempo completar. Y ya ves, a pesar de cada intento, aquí estamos tú y yo, todavía sin estar❤️

Roberto C

viernes, 8 de mayo de 2020

Reflexiones

Esta noche se me han derramado 5 lágrimas, una por cada ángel que tengo cuidando de mí desde el cielo.

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Qué guapo estabas cuando sonreías mientras bebías cerveza del botellín mirándome de reojo.

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Qué difícil está en esta vida conectar mentalmente con alguien.

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Noche 5. Tengo por costumbre cortar la flor. Tú, arrancarla.

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La vida es bonita. Los seres humanos somos una mierda.

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Sé que eres la persona, pero también sé que a nuestro momento le queda todavía mucho por llegar.

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Noche 6. Qué pena que cuando te vi pasar aquella noche no siguiera tus pasos de cerca. Probablemente me habrían llevado hasta la puerta azul marino de tu coche, y él a las estrellas azul cielo.

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Siempre me llamaste la atención, pero nunca me lo tomé demasiado en serio.

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Hay mucha gente increíble suelta por ahí.

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Noche 8. Te echo de menos. No, echo de menos lo que me hacías sentir. Pero no te lo voy a decir.

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El mundo se mueve por el dinero, no por el talento.

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Gracias a ti, pasé de buscar una aguja en un pajar a buscarla en una paca de heno.

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Si me hubieran dicho que ese iba a ser el último abrazo que te daría, te habría abrazado mucho más fuerte, te lo juro abuelo.

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Noche 9. Te amé tanto que hasta donde había un pequeño lago quise ver el mar.

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Hoy voy a colgar una cruz por cada persona que quiso irse de mi vida y voy a plantar una flor por cada persona que llegó para quedarse.

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Quién me devolviera a aquella noche de estrellas fugaces buscándose en un efímero cielo...

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Eres nueve meses mayor que yo. Te quise tanto que te esperé hasta para nacer.

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Noche 7. Eres como el algodón de azúcar una tarde de invierno, y yo como una niña pequeña que aún no ha merendado.

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Tenemos que entender que algunas personas son solo pasajeras y no está mal, forma parte de la vida. Lo que hay que hacer es aprovechar todo lo bueno que te dejaron al irse y ya está.

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Nunca he entendido bien en qué momento exacto se deja de querer a alguien. Pero sí he entendido que los recuerdos son algo que siempre vas a llevar contigo, y a ellos sí que los tienes que querer.

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Tras mucho tiempo sin entenderlo, tú me hiciste verle el sentido a eso de que si de verdad quieres a alguien la mayor prueba de amor es dejarlo ir, y aunque me duela muchísimo, te lo agradezco enormemente.

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Generalmente la gente joven de esta nueva sociedad es mala. Nos movemos por el egoísmo, la envidia y el rencor. Nos dejamos llevar por frases como "me han dicho que ese es tal" o "me han dicho que esa hizo tal". Nos fijamos en lo que las personas nos han hecho, pero no en los motivos que les llevaron a ello. Nos aprovechamos de las oportunidades sin importarnos los sentimientos de los demás, utilizamos a las personas para nuestro propio beneficio y luego nos reímos de ellas a sus espaldas. Nos guiamos por las críticas y los estereotipos y nos arriesgamos muy poco a conocer a las personas de verdad, más allá de la imagen que den o de la etiqueta que les hayan puesto. Qué lástima.

*
El día que falte en este mundo quiero que la gente me recuerde como la chica que escribía poesía, que contaba cuentos y verdades, que arañaba el papel con la punta del bolígrafo, escribiendo historias sin final. Quiero que me recuerden como la niña de las cartas, de las notas anónimas, y de los textos en Instagram. Porque yo no necesito tener ni un motivo ni una excusa para escribir, ni para escribirle a alguien. Y eso es lo mejor que he podido tener en mi vida y que he podido regalarle a los demás.

*
La verdad es que el día que me muera no me pesará nada. He conocido la amistad, he conocido el amor, he descubierto cuál es mi vocación y he vivido de ella (no hablo de dinero, sino de algo mucho más importante), he sabido qué se siente al llorar entre unos brazos que te consuelan y he conocido la sensación de reír hasta tal punto de ahogarme entre lágrimas. ¿Qué más puedo pedirle a la vida?

martes, 21 de abril de 2020

Aunque sea sin querer

A veces me pregunto por qué cuando echamos de menos a alguien es cuando más nos da por leer citas o ver películas tristes, como si eso nos fuera a devolver a la persona que hemos perdido o tan siquiera evaporar el daño que nos causó. Aunque ya sabemos lo que dicen, que si alguien te duele, es porque una vez te hizo reír más que llorar. No lo sé, quizás hoy me haya conseguido dar cuenta de que no habrá jamás ningún Best Seller ni Óscar que pueda borrar la cicatriz que grabaste a fuego en cada resquicio de mi piel.

Cuando estamos tristes pensamos más de la cuenta, tratamos de buscar incansablemente una razón para que las cosas finalmente hayan quedado así. Lamentablemente pocas veces logramos encontrarla y con el tiempo simplemente tratamos de hacernos a la idea. No sé, a ratos creo que después de haberte visto en mi mente doblar cien veces la esquina de aquella calle por la que te vi marchar la última vez, y subirte a aquel autobús cuyo destino jamás fue mi lado, conseguiré asumir de una vez que tu camino jamás va a ser el mío, pero siempre acabo repitiendo esa escena en mi mente una vez más, como si alguna vez pudiera llegar a visualizar cómo te dieras la vuelta y me dedicaras una cómplice sonrisa que aguardara mil momentos más en tu compañía. Quizás eso nunca llegue a pasar. Quizás me queden mil noches más sustentadas en tu recuerdo, sostenido en la última nota de aquella pieza de piano que jamás quise dejar de escuchar.

Pero ¿Y si pudiera llegar a pasar? Somos un gran conjunto de posibilidades que danzan al azar en un mismo espacio, cambiando de posición cada x tiempo. ¿Quién sabe si alguna vez estuviste a tres calles de conocer al amor de tu vida, o a cuatro centímetros de dar tu primer beso? Todo ha podido y puede pasar. Tendré miedo de que algún día las estrellas se alineen en el cielo y tus pasos coincidan con los de un nuevo amor, pero siempre viviré aferrada al "¿Y por qué no?".

¿Sabes? Al final lo que siempre nos va a quedar es el recuerdo de las pequeñas cosas. Yo quise inmortalizar todos esos recuerdos, como si se pudiera encerrar en un cuadro o en una carta toda una historia de vida, pero no, las cosas importantes viven en la memoria del corazón. Y sé que en tu nueva ciudad estás viendo luces que antes no conocías, pero quizás algún día encuentres en alguna de ellas aquella mirada que nos iluminó, justo antes de desvanecerse por completo en tu olvido.

Y mientras las posibilidades van jugando su papel y te enamores de alguien (o quizás no), solo espero que alguna vez al mirar esa carta, ese cuadro o aquella luz tú también te acuerdes, aunque sea fugazmente y sin querer, de mí y de la infinita variedad de probabilidades que nos juega la vida.

Loes

Un último verano

Por las noches, a veces creo recordar vagamente el tacto de tu piel contra la mía, y me duermo pensando que aún estás aquí, acariciando mis cicatrices. Pero por la mañana una leve ráfaga de aire frío me despierta, y es entonces cuando me doy cuenta de que por esa ventana ya no entra la luz del sol, porque ya no estamos a diez de agosto, porque todo aquello terminó; el verano se despidió, y de mí la primera.

Me doy cuenta de que mi falda ya no baila con el viento, de que mis tacones se enmudecen al pisar las arenas movedizas que se esconden bajo mis pies. Me doy cuenta de que ya no tengo tus manos con las mías, de que ya no andas descalzo por el pasillo, de que ya no te dejas las patatas para lo último, de que ya no lloras por el final de tu serie favorita cuando nadie puede verte (pero yo sí). Me doy cuenta de que ya no se escuchan tus pasos por la casa cuando tenías prisa y parecía que nunca ibas a poder llegar a la puerta sin darme antes el beso de buenos días. Me doy cuenta de que ahora hasta el sofá me parece más grande, y me han sobrado un par de panes de hamburguesa que jamás llegaré a tirar. Tengo varias películas sin estrenar, y cuatro o cinco velas que ya no sé para quién encender.

Te has ido, y aun dejando aquí tu recuerdo imborrable, me he dado cuenta de que poco a poco he ido dejando de conocer la parte de ti que estaba conmigo, y también la que les mostrabas a los demás. Y, bueno, lo único que no me abandona es el pintalabios, porque ya nadie me besa. Y duele. Ver llegar el otoño duele, no ver a nadie esperándote al final de la calle con un paraguas para ti en las manos, duele. Y no me duele mojarme, me duele no tener a alguien (y más que en este caso ese alguien seas tú) que me quite la ropa mojada, me duele no tener a nadie que me haga entrar en calor. Y puede haber calor en una sonrisa, puede haber calor en una mirada, pero yo sólo siento frío. Y joder, te echo de menos. Qué jodido sería que... Qué jodido es no tenerte.

Pasará este otoño, pasará este invierno, pasará la próxima primavera y vendrá otro verano, visitaré mil lugares y me enamoraré de cien personas más. Y quizás algún día te vea por la calle, pero no creo que te reconozca, porque serás otra persona, dentro de otra historia, y aunque compartiéramos el mismo lugar en ese mismo momento, estaríamos muy distantes de parecernos a aquel amor. Pero aun así, creo firmemente que después de vivir aquel último verano contigo, ningún otro me dará tanto calor sin necesidad de abrigo. 

Loes

miércoles, 15 de enero de 2020

Reflexiones

Está demostrado que escribir es la mejor terapia que existe.

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Todo el mundo necesita a alguien.

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Ojalá un día te recuerde y no me duelas.

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Lo bueno de ser escritor e inventarte historias es que puedes ser quien te de la gana ser.

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Las mejores cosas pasan cuando no te das cuenta

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Eres mi calma entre tanta tormenta. Gracias.

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¿Es justo que a veces nos tengamos que sentir culpables por querer a alguien?

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No son las cosas, son los sentimientos que las cosas nos producen.

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Te puedes estar perdiendo muchísimas cosas por no arriesgarte.

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Es muy fácil mostrar interés, mucho más fácil de lo que parece.

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Si algo he aprendido este año es que no puedes dejar que tu felicidad dependa de otra persona.

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Ojalá y encontrar a alguien real.

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Me dijeron una vez que una persona que no sabe lo que quiere siempre acabará perdiendo lo que quiere. Y ahora entiendo muchas cosas.

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Estoy cansada de ser fuerte. Quiero ser feliz.

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El problema que tiene la sociedad de hoy en día es que hay demasiados niños metidos en cuerpos de adultos.

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No nos podemos hacer una idea de la gran cantidad de cosas que nos estamos perdiendo por simple miedo a lanzarnos.

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Al fin he comprendido que si me abandonas y estoy triste siempre me quedarán los versos de Elvira Sastre y los brazos de mi madre.

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Nos pasamos la vida yendo detrás del que nos ignora e ignorando a quien está ahí para nosotros. Y así nos luce el pelo.

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Recuerda que mientras estés vivo te pase lo que te pase no es el fin del mundo.

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Lo siento por ser tan antisocial, pero es que no soporto a la sociedad de hoy en día.

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Se van muchos más que los que vienen.

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Qué pena que con todo lo que fuimos hayamos acabado así.

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Nos pasamos la vida preocupándonos por cosas sin importancia mientras lo importante se nos pasa por delante de las narices sin darnos cuenta.

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Ya estoy acostumbrada a ser la última de la fila. La que más pida perdón y a la que menos perdonen. La que más demuestre y a la que menos demuestren. La que más sienta y la que menos haga sentir. Ya me acostumbré a ser la oveja negra en un mundo donde todo lo tiñen de blanco.

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Estoy cansada de echar de menos a personas que ni siquiera se acuerdan de que existo. Estoy cansada de cargar con el peso de los recuerdos. De pedir perdón por todo lo que hago. De dar las gracias continuamente. Todo por miedo a que me abandonen. Quiero vivir en paz y ser yo.

*

La otra noche me pediste la mano y te dije que sí, me dijiste que a la mañana siguiente irías a comprarme el anillo. Estábamos borrachos y al final nos despertamos a las dos de la tarde, pero para mí fue lo más especial que me ha pasado en mucho tiempo.

*

Quédate donde seas feliz, quédate con quien te haga sentir especial. La vida es corta y no sabemos si vamos a estar aquí mañana. Si algo te divierte, si alguien te hace sentir bien, olvida los miedos y disfruta.

*

¿Os habéis dado cuenta de que el dinero sirve para comprar cosas materiales; comida, libros, ropa...? Todo lo material que te haga falta si tienes dinero puedes comprarlo. Pero ¿Cómo se compra el amor, la amistad, el respeto, la suerte, los momentos...? ¿Cómo se compra hacer amigos nuevos o pasar una tarde con una persona a la que hace mucho tiempo que no ves? ¿Qué haces, por ejemplo, cuando tienes el corazón roto? ¿Cómo te compras uno nuevo? Ahí está la diferencia.

*

¿Por qué soy borde? Porque cuando eres borde no dejas que nada te afecte y no sufres. Porque cada vez que he abierto mi corazón me lo han roto. Porque cuanto más amable, cariñosa y generosa he sido más se han aprovechado de mí y más daño me han hecho. Por eso prefiero ser una persona distante y fría, puedo gustar menos, pero me mantengo a salvo.

*

Nos merecemos a alguien que se quede con nosotros por Navidad. Nos merecemos a alguien que nos quiera para siempre. Que nos demuestre las cosas, que se esfuerce por hacernos felices. Nos merecemos a alguien que nos haga volar con los pies en el suelo, nos merecemos un abrazo sincero cada noche y un beso para empezar el día. Nos merecemos saber que hay alguien que es feliz cuando nos ve sonreír, y que está dispuesto a recomponernos cuando nos hagamos pedazos. Todos nos merecemos tener un amor de verdad en nuestra vida.

*

Te das cuenta de que alguien ya no es solo un simple capricho en tu vida cuando las cosas te empiezan a importar. Cuando ya no te da igual que las cosas se jodan, cuando buscas otras vías de escape pero al final a ninguna la puedes etiquetar de verdadera felicidad. Te das cuenta cuando ya no te preocupas solo de reírte con esa persona en el momento de estar juntos, sino también de que no lo pase mal cuando no estás ahí para ver cómo está. Te das cuenta cuando antes mandabas mensajes cuando tenías tiempo libre y de repente te ves buscando los momentos para poder hablar. Cuando al haber problemas, se apodera de ti un irrefrenable miedo de perderle. Y creo que es más justamente en esta última parte cuando más cuenta te das de ello. Pero también cuando entiendes que por ella tendrías fuerzas para luchar. También cuando la ves y sonríes. También cuando la besas y sientes. También en los pequeños detalles nos podemos encontrar con algo tan grande como el amor. Y da miedo, mucho miedo, pero creo que merece más la pena vivir amando con miedo que vivir tranquilo y sin amor. No, no creo que nos debamos sentir culpables por querer a alguien.

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Algún día entenderás que la vida no es orgullo, no es ambición, no es tratar de quedar siempre por encima del otro y hacerle la cruz a quien no sigue tus mismas ideas o te falla alguna vez. La vida es respeto, es perdón, es tratar de buscar siempre la paz mental y no declararle la guerra al primero y todo aquel que lanza una ráfaga de viento contra tus cimientos, aunque sea sin querer. La vida es mucho más que desafiar y rebatir, es mucho más que quedar de digno y tratar de ser fuerte en un mundo donde al débil se le mira por encima del hombro. La vida es comprensión, ayuda, equivocarse y rectificar. La vida es amor. No debería ser venganza ni rencor. La vida es felicidad, para quien sepa serle fiel a sí mismo y a los demás, y ver más allá de lo que los ojos, a veces ciegos, nos permiten. La vida es mucho más de lo que se ve en la calle y muy parecida a lo que habita en el fondo de tu corazón. No de tu cabeza. Paz y amor.