El otro día me hablaron del destino
y pensé que quizás tú siempre hayas sido para mí como ese tren que siempre esperas que vuelva a pasar,
aunque sepas que lo has perdido.
Sí, podría decirse que he sido esa persona que se sienta en la estación
con la mirada perdida en el andén,
recordando cómo fue el momento exacto en el que ese tren salió
ante unos ojos llenos de rabia e impotencia
y los nervios arañándole la piel.
Quizás a veces no se pierda por una cuestión de tiempo,
no por llegar tarde,
sino por no saber cómo o no estar preparado para subirse.
Creo que eso fue lo que me pasó a mí.
Me temblaron demasiado las piernas ante ese último escalón que jamás fui capaz de subir.
Es curioso haberme encontrado con ese mismo tren
en otra estación diferente
al cabo de los años.
Ni siquiera recorría ya el mismo camino que antes,
ni tenía las mismas paradas,
mucho menos el mismo destino.
Pero a fin de cuentas, ese tren seguías siendo tú
y aunque todo lo demás haya cambiado,
me alegro de haberme podido sentar por fin en uno de tus vagones.
Solo te diré que las vistas de los paisajes que se ven desde aquí
siguen siendo tan bonitas como me las imaginaba,
que ya no será el tren que me lleve a casa
pero sí el que me lleve a la playa
y que igual el destino ha tardado en darme otra oportunidad
pero ha merecido la pena subirme al fin a este tren
incluso hasta después de descarrilar.
aunque sepas que lo has perdido.
Sí, podría decirse que he sido esa persona que se sienta en la estación
con la mirada perdida en el andén,
recordando cómo fue el momento exacto en el que ese tren salió
ante unos ojos llenos de rabia e impotencia
y los nervios arañándole la piel.
Quizás a veces no se pierda por una cuestión de tiempo,
no por llegar tarde,
sino por no saber cómo o no estar preparado para subirse.
Creo que eso fue lo que me pasó a mí.
Me temblaron demasiado las piernas ante ese último escalón que jamás fui capaz de subir.
Es curioso haberme encontrado con ese mismo tren
en otra estación diferente
al cabo de los años.
Ni siquiera recorría ya el mismo camino que antes,
ni tenía las mismas paradas,
mucho menos el mismo destino.
Pero a fin de cuentas, ese tren seguías siendo tú
y aunque todo lo demás haya cambiado,
me alegro de haberme podido sentar por fin en uno de tus vagones.
Solo te diré que las vistas de los paisajes que se ven desde aquí
siguen siendo tan bonitas como me las imaginaba,
que ya no será el tren que me lleve a casa
pero sí el que me lleve a la playa
y que igual el destino ha tardado en darme otra oportunidad
pero ha merecido la pena subirme al fin a este tren
incluso hasta después de descarrilar.
-A Edu
No hay comentarios:
Publicar un comentario