viernes, 19 de diciembre de 2014

El diario de mis sueños

A veces las cosas en la vida no salen como uno quiere. A veces lo veo todo de negro, a veces creo haber visto un rayo de luz en la oscuridad, pero cuando pestañeo y vuelvo a abrir los ojos desaparece y todo vuelve a estar oscuro. Es cierto que a veces solo veo lo negativo, pero eso es porque han sido tantas las veces que he confiado en lo positivo y al final todo ha salido mal... A veces me siento tan vacía por dentro. A veces me entran tantas ganas de gritarle al mundo entero lo que siento.

Recuerdo que cuando era pequeña le rogaba a Dios que me convirtiera en un pájaro para poder volar e irme muy lejos. Tan lejos que no hubiera nadie más, tan lejos que solo se oyeran los latidos de mi corazón llorando por la soledad y quejándose por la frialdad. Tan lejos que solo pudiera escuchar los sollozos de mi alma perdida en la nada, buscando un simple rincón donde reguardarse de la lluvia y del frío. Tan lejos, que nadie pudiera saber de mi existencia.

He sido tan frágil, he sido tan inocente... He llegado a pensar que los para siempre eran realmente para siempre y que las promesas eran realmente promesas. He llegado a creer que los príncipes azules eran de verdad azules y que las princesas eran de verdad princesas. He confiado en tanta gente, en tantas cosas. He soñado tanto y me he roto por dentro tantas veces que aún siguen cayendo de mí trocitos que chocan al caer al suelo.

Desearía cerrar los ojos, cerrarlos un largo tiempo y quedarme viendo esa oscuridad, la que tanto tiempo me ha acompañado. Desearía cerrar los labios y no esbozar ni una sonrisa. Desearía sentir el agua de mis lágrimas resbalándose por mis mejillas y rozar el calor de mi llanto. Desearía sentir a mi corazón satisfecho y a mi alma desahogada, liberada de las cadenas que tanto tiempo la condenaron al silencio y al castigo.

Luego quisiera armarme de valor y abrir los ojos, desearía ver finalmente esa claridad. Quisiera ir hacia ese rayo de luz y esbozar una sonrisa. Quisiera sentirme libre y pisar con fortaleza. Quisiera caminar con seguridad. Quisiera correr sin tener miedo a tropezarme y caerme. Quisiera convencerme de que lo imposible existe y lo posible también. Quisiera ver la facilidad en las cosas difíciles y lo positivo en lo negativo. Quisiera ser yo misma sin preocuparme de lo que eso conllevaría.
Quisiera volar, quisiera sentir el viento rozando mi cuerpo y quisiera simplemente, encontrar la felicidad que tantas veces se ha ocultado entre las nubes más oscuras de mi vida.


                                                                                       El diario de mis sueños

domingo, 7 de diciembre de 2014

Vive tu vida

A los cinco años nos preguntaban qué queríamos ser de mayores, y contestábamos cosas como astronauta, presidente, o en mi caso, princesa. A los diez volvían a preguntárnoslo, y dijimos estrella de rock, vaquero, o en mi caso, medallista de oro. Pero ahora que somos mayores, quieren una respuesta seria. A ver qué os parece esta; ¿quién cuernos lo sabe?
No es momento de tomar decisiones rápidas, es momento de cometer errores, de subirse al tren equivocado y extraviarse, de enamorarse, a menudo. De licenciarse en filosofía porque es imposible hacer carrera en ella. De cambiar de idea y volver a cambiar porque no hay nada permanente.
Es momento de no pensar en qué es lo correcto o qué es lo mejor, es momento de dejarse llevar, de vivir aventuras, de investigar, de conocer cosas nuevas, de aprender por ti mismo qué es la vida y cómo vivirla.
Mil sonrisas o mil lágrimas, mil besos o mil abrazos, lo que te salga en el momento, reír o llorar. No temas a equivocarte, es una manera de aprender.
No dejes que nadie defina tu vida, defínete a ti mismo. Nadie mejor que tú sabrá lo que realmente te gusta y lo que realmente te hace feliz. Los errores que cometas no serán cargas para tu vida, serán enseñanzas que te abrirán paso hacia la madurez.
Así que cometed todos los errores que podáis, y algún día, cuando nos pregunten lo que queremos ser, no tendremos que adivinarlo, lo sabremos.

              Vive tu vida, nadie lo hará por ti.                                

domingo, 9 de noviembre de 2014

Sigue tu camino

¿Nunca te ha pasado que miras hacia algo o hacia alguien, y sabes justo en ese momento que eso o esa persona es justamente lo que quieres? ¿Nunca te ha pasado que deseas algo con todas tus fuerzas y al final se cumple?
Llorar de risa o simplemente reír. Llorar hasta no poder más. ¿Nunca te ha pasado eso de ir a un sitio y no querer irte jamás?
La vida es extraña, te hace reír, te hace llorar, te hace disfrutar o te hace pasarlo mal. La vida son momentos y los momentos los creas tú a medida que das tus primeros o tus últimos pasos.

Me gusta esta foto, porque me hace pensar. Sería ese lugar del que nunca me iría. Uno de esos momentos en el que la vida me haría disfrutar.

De vez en cuando no estaría mal pararnos a pensar, girarnos y mirar las huellas que vamos dejando al caminar. Ser concientes de lo que estamos haciendo con nuestra vida. Las cosas son bonitas, la vida es bella, encárgate de sacarle ese lado.

No te rindas nunca, cree en tus sueños para conseguirlos, cree en ellos con todas tus fuerzas y se cumplirán. Llora, ríe, disfruta de tu vida. Elije un sitio en el que estés en paz, refúgiate en él en tus peores momentos, sé feliz.

Y sobre todo, elije por ti mismo, lo que creas que es mejor para ti.
Sigue tu camino.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Amor a distancia



Es como si estuvieses gritando, pero nadie te puede oír.

Sólo los que lo han vivido, pueden saber realmente lo que es.

La distancia es dura, pero si el amor es verdadero no importan los miles de kilómetros que os separen. Ningún obstáculo impedirá que dos personas que se quieren estén juntas.

Nada es imposible, no dejes de creer en tus sueños. Sé valiente y mantente fuerte.


viernes, 17 de octubre de 2014

Eternidad

Por cada cosa bonita que me dices y que haces. Por todo aquello que vivimos y que haremos. Porque eres tú y soy yo. Por nuestras canciones y nuestros besos. Por los sueños que compartimos y que hemos hecho realidad. Por mis ojos cuando miran a los tuyos y por mis manos que acarician tus brazos. Por mis lágrimas de felicidad y tus risas de alegría. Por nuestras discusiones y reconciliaciones. Por nuestros miedos y distancias. Por ese futuro juntos y esa eternidad lejana. Por los escalofríos y silencios. Por la complicidad. Por nuestras letras infinitas. Por ese amor que nos hace existir. Sí, por ti y por mí. 

Si fuera

Si fuera poeta, te escribiría mil poesías. Si fuera cantante, te dedicaría mil canciones. Si estuvieras a mi lado, te daría mil besos.
Créeme que lo que más deseo es gritarle al mundo entero lo que siento. Créeme que por ti lo daría todo, fuera lo que fuera. Créeme que esto para mí no tiene límite. Que tengo esperanza, ilusión y certeza en lo que realmente quiero. Tal vez no soy poeta ni cantante, pero te aseguro que con tan sólo mil besos podría expresarte cuánto te quiero.
A ti, que estás tan lejos, a ti, que vives en la pobreza. Te juro que te quiero como si fueras mi hermano y que el dinero que te mande siempre será poco comparado con lo que te daría si pudiera.
A ti, con esos ojos tristes y esa sonrisa forzada, soy invisible, pero estoy a tu lado.
Si fuera perfecta no te faltaría de nada, si fuera rica tú también lo serías. Si fuera quien quiero ser ni tú ni ninguno de ellos tendrían que sufrir más.
No puedo hacer más por ti que mandarte lo que tengo y pensar que estás leyendo esto, pero me consuela saber que te ayudo, y que, por poco que sea, eso me alegre y me anime a seguir ayudándote y tú lo notes.
A ti, hermano, que te quiero como a nada.

Tantas veces quise

Tantas veces quise correr y no pude andar... Tantas veces quise volar y me caí... Fueron tantas las veces que creí haber crecido... Fueron tantas ilusiones, tantos sueños, tantos momentos reflejados en el infinito de mis palabras y pensamientos. Al final nada salió como yo quería. Al final todo se dio la vuelta y se puso del revés. Las personas en las que más confiaba fueron las que más me fallaron. Lo que más me gustaba y quería fue lo que perdí. Lo que menos importaba fue lo que salió bien.
Pero sé que eso fue lo que me hizo más fuerte. Sé que eso fue lo que verdaderamente me hizo crecer. Lo que me dio a entender que tenía que madurar. Fue eso lo que me hizo luchar por lo que verdaderamente me importaba y lo que me hizo pensar mejor en quien me quería tanto como para estar a mi lado en los momentos más difíciles. Fue ahí cuando aprendí a interpretar la vida desde mi punto de vista, diferente al de cualquier otra persona. Fue ahí cuando le encontré el sentido a mi vida y supe dónde buscar la felicidad. ¿Y sabéis? La encontré. Y ahora sé que para ser feliz y crecer como persona es necesario tropezarse con las peores piedras y caerse en los baches más hondos. Aprendí que los errores se cometen para aprender de ellos, que el sentido de la vida, de tu vida, es el que tú mismo quieras dar a entender. Las metas que tú mismo te propongas. Los sueños que quieras alcanzar.
Y sí, las malas rachas son muy duras y a veces el mundo se te viene encima, pero cada momento de felicidad que te proporcione la vida lo compensará y te hará ver que, realmente, vivir merece la pena.

jueves, 16 de octubre de 2014

Te elijo a ti

Si todos los caminos llevan a Roma, ¿cómo se sale de Roma? A veces pensamos demasiado y sentimos muy poco.  Mi abuelo siempre decía, que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella. Aunque en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás. Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Y ahora estoy aquí, y mañana... Mañana no lo sé. Así que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, si alguna vez quieres algo de verdad, ve por ello sin mirar atrás, mirando al miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando el niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella. Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo. Que los amigos, son la familia que elegimos, y yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser el dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, y apuesto fuerte por todos estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así porque sí, sin venir a cuento ni tener por qué celebrar algo.
Y es que en este tiempo me he dado cuenta, de que los pequeños detalles, son los que hacen las grandes cosas. Que tú has hecho infinito mi límite. Así que te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, por ese brillo en los ojos capaz de pelear contra un millón de tsunamis. Así que no, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni sé cómo se sale de Roma. No te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, y por eso, mi luna va a estar siempre contigo. Porque tú, me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida. Y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.
Gracias por formar parte de mi vida.
Jose María Costa Reyes

lunes, 13 de octubre de 2014

50 cosas sobre mí

1. Soy quien soy, no quien los demás quieren que sea. 
2. Sin mis amigos no soy nada.
3. Me gustaría tener algún hermano o hermana y no ser hija única, aunque ya estoy más que acostumbrada a ello.
4. Aún me duele que mis padres estén separados, aunque también estoy acostumbrada.
5. A veces siento que no tengo familia.
6. Me gusta estudiar y estoy muy orgullosa de mis notas.
7. De mayor quiero ser psicóloga.
8. Suelo tener la manía de aferrarme al pasado y a lo que más daño me hace.
9. Me encanta escribir textos, relatos breves y libros.
10. Me encanta leer.
11. Soy infantil a ratos.
12. No quiero crecer, me da miedo hacerme mayor.
13. Creo que soy bastante madura para mi edad.
14. Aún me abrazo a mis peluches cuando estoy triste.
15. Me enfado con mucha facilidad, soy muy borde, pero la mejor con quien me consigue. 
16. Hago amigos fácilmente, pero prefiero quedarme con los de siempre.
17. Mi madre es lo más importante en mi vida. 
18. Me da pánico pensar que voy a perder a mis abuelos.
19. Me encanta viajar, pero no tengo oportunidad de hacerlo.
20. Odio cometer dos veces el mismo error.
21. Odio los 135,6 kilómetros que me separan de él.
22. No me gusta enamorarme, suelo pasarlo muy mal.
23. Soy muy orgullosa.
24. No me gusta cocinar.
25. Me encanta nadar.
26. La música es lo mejor que tengo, sé que siempre estará ahí.
27. Me pone histérica no poder hacer lo que quiero.
28. Me enfada que me pongan límites que quiero sobrepasar.
29. Me iría con todos mis amigos a una isla desierta durante meses y sin móvil.
30. Me encanta hacerme peinados diferentes.
31. No me gusta ir de compras, me agobia probarme la ropa.
32. Jamás he copiado en ningún examen.
33. Me encantaría tener cinco años otra vez por tres días.
34. Amo a los bebés.
35. Me encanta que mi tía me cuente historias como cuando era pequeña.
36. Mi vicio es el mojito.
37. No fumo, y odio tragarme el humo de los que sí lo hacen.
38. Soy muy de mi Cai, son mis raíces, y es mi tierra.
39. Me vuelven loca los animales, los adoro.
40. Necesito un italiano en mi vida. 
41. No pienso en el futuro.
42. Estoy enamorada de la vida.
43. He sido amiga de gente que ahora me da asco.
44. Tengo mucha autoestima.
45. Me da igual lo que la gente dice de mí, no voy a cambiar.
46. Para conocerme bien, tienes que conocerme de verdad.
47. Me río con cualquier tontería.
48. Soy cantante profesional en la ducha.
49. Persigo mis sueños.
50. Me quiero.

Mírame

Una mirada lo dice todo. La mirada es el espejo del alma. Una mirada calla las palabras, calma los gestos. Una mirada es un suspiro, una relajación. Es una afirmación, un abrazo en la distancia, es un apoyo cuando nada te apoya. Una mirada se refleja en los ojos de otra mirada. Cuando hay una mirada, lo demás sobra. Se para el tiempo. Se paran los relojes. No importa nada más, no hay nadie más. Una mirada es paz, tranquilidad. Es compañía. En una mirada se ve si lloras o sonríes, en una mirada se ve qué hay dentro de tu corazón. Abre los ojos y mírame. Mira a tu alrededor, regala miradas. Puede ser que cruces la mirada con una persona sin quererlo y acabe en una sonrisa. Esa sonrisa puede ser el motivo de tu felicidad ese día. Tal vez sí busques esa mirada, tal vez no sonrías, pero se producirá. Porque las miradas son tan importantes como la vida. Mírame, sabes que tú también buscas una mirada que sea la razón de todas las demás.

domingo, 5 de octubre de 2014

Llámame niña

Si no es magia, ¿qué son los amaneceres? Si no es magia, ¿cómo explicas el color del cielo en este atardecer? Si no es magia, ¿de dónde salen las carcajadas? Si no es magia, ¿qué hay de las hadas? ¿Qué hay de todo aquello que nos hace ser felices? ¿Qué hay de todo aquello que nos hace llorar de emoción? Cada mirada, cada sonrisa, cada mensaje que se transmite sólo con un simple gesto. La naturaleza, el tiempo, el agua. La vida es magia. Todo es mágico.
A veces construyo castillos en el aire, pero no voy a dejar que nadie me los tire. Porque creo en la magia. Sé que a veces resulto insoportable, que me pongo a hablar y no hay quien me calle. Es magia. Miro por la ventana y veo caer la lluvia, es magia. Las gotas resbalándose sobre el cristal, es magia. El ruido de las gotas de agua al caer al suelo, es magia. Cuando levanto la cara y siento cómo el cielo roza mi nariz, es magia. Cuando irrumpe el sol en mi piel para darme calor, es magia. Cuando me hace llorar una canción, cuando tengo tantas sonrisas bonitas a mi alrededor, es magia. Cada día es magia. Mi vida, es magia.
Y si creer en la magia significa no crecer, llámame niña.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Decidí

Decidí estar contigo, decidí que fueras tú el protagonista de todos mis besos y abrazos, decidí que fueras tú el motivo de mi sonrisa al levantarme cada mañana, decidí que fueras tú el que estuviera ahí en todo momento para levantarme en mis caídas y para defenderme, decidí ser yo la responsable de tus sonrisas, decidí ser yo la chica a la que llamaras "princesa", decidí formar parte de tu vida para luego convertirme en ella. Prometí un infinito a tu lado, prometí un "para siempre" desde ese treinta de mayo, prometí un nosotros que jamás se rompería. ¿Y sabes? Si pudiera volver a decidir y a elegir, no me arrepentiría de nada, te elegiría mil veces a ti. Y si tuviera que volver a prometer, prometería mil y una veces lo que prometí, porque estoy segura de que te quiero como no voy a querer a nadie más. Y a día de hoy, quiero decirte, que lo voy a cumplir, que voy a cumplir todas mis promesas, que existirá ese infinito, que lo nuestro va a ser para siempre, que ese "nosotros" jamás se romperá, que voy a estar contigo, que tú y solo tú, cariño, vas a ser el protagonista de todos mis besos y abrazos, que nadie más que tú va a ser el motivo de mi sonrisa al levantarme cada mañana, que te voy a seguir necesitando para que me levantes en mis caídas y para que me defiendas, que tus sonrisas van a seguir siendo por mi culpa, que solo yo voy a ser la "princesa" de tu cuento, de nuestro cuento, y que siempre, voy a ser tu vida, y tú la mía.

Recuerda siempre

"Recuerda siempre, que nunca está todo perdido. Que la esperanza es lo último que se pierde, y pase lo que pase, no debes dejar que se te pierda. Recuerda siempre, que nada es imposible, que todo lo que te propongas conseguir, lo puedes conseguir con un poquito de autoestima y de esfuerzo. Recuerda siempre, que tus metas logradas, son victorias que te dejan alguna enseñanza en la vida. Recuerda siempre, que cuanto más te duelan las cosas y más decepciones te lleves, más fuerte serás. Recuerda siempre, que llorar desahoga, pero no soluciona los problemas. Recuerda siempre que en esta vida, hay cosas malas y cosas buenas, no todo es igual, ni las rachas por las que pases son eternas. Recuerda siempre, que tarde o temprano, de una forma u otra, todo llegará. Recuerda siempre, que no debes dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Recuerda siempre, que tienes que tener dignidad y no agachar la cabeza ante nadie. Que no eres inferior, eres igual o incluso mejor que algunos. Recuerda siempre, que las apariencias engañan. Que ni todos los monstruos son malos, ni todas las hadas son buenas. Recuerda siempre, que tus lágrimas, son las mías, y que si tú ríes, yo también. Recuerda siempre, que no estás sola, que me tienes aquí, para ayudarte a levantarte las veces que te caigas. Recuerda siempre, que no debes agobiarte, que tienes que ir poco a poco, paso a paso. Recuerda siempre que tú eres capaz de conseguirlo, y recuerda siempre, que si no lo consigues, siempre puedes volver a intentarlo."

A mí también me gustaría ser fuerte

A mí también me gustaría ser fuerte, no llorar a la primera, no rendirme a la segunda, vencer a la tercera. A mí también me gustaría ser fuerte, pasar de lo que la gente me dice, ser yo misma sin pensar en el qué dirán. A mí también me gustaría ser fuerte, no caerme dos veces por culpa de la misma piedra, no lamentarme por mis errores. A mí también me gustaría ser fuerte, simplemente, tener valor para vivir. Pero lo cierto es que no lo soy, yo no soy fuerte, yo lloro a la primera, me rindo a la segunda, y no venzo a la tercera. No soy capaz de pasar de lo que la gente me dice, no me atrevo a ser yo misma sin pensar en el qué dirán. Yo me caigo dos, tres, cuatro veces con la misma piedra y me lamento por mis mil y un errores. Yo no tengo valor para vivir. 
A mí también me gustaría ser esa chica a la que todos admiran, con la que nadie se mete y a la que todos defienden. A mí también me gustaría tener una familia de esas que parecen perfectas, inseparables. A mí también me gustaría poder volver, aunque solo fuera cinco minutos, a mi infancia, donde todo estaba pintado de color de rosa. A mí también me gustaría no recordar una y otra vez el pasado, pasar página, cerrar el libro, centrarme en el presente y no preocuparme por el futuro. A mí también me gustaría ser esa clase de persona con tan sólo dos o tres defectos, pero no lo soy. Yo no soy nada de lo que quiero ser, no soy perfecta, lloro por tonterías, me hundo en los baches menos profundos y me ahogo en un vaso de agua. No soy ninguna estrella de Hollywood, no tengo ninguna familia perfecta, no soy capaz de pasar la página en el libro de mi vida. 
A mí también me gustaría ser fuerte, dejar de sufrir.
Pero, dicen que cuanto más sufres, más fuerte te haces.

Perfectamente imperfecta

"No quiero ser perfecta, no quiero tener la madurez de un adulto ni tener las ideas claras, no quiero seguir una aburrida rutina, no quiero hacer las cosas como hay que hacerlas y que todo salga perfectamente bien, no quiero no tener defectos ni fallos, no quiero comprender cómo son las cosas ni entender por qué tienen que ser así, quiero cambiarlas y hacerlas a mi manera y a mi estilo, quiero vivir la adolescencia, quiero experimentar y ser feliz a mi manera, quiero descubrir cosas nuevas, quiero equivocarme para luego aprender de mis errores, quiero sacarle partido a la tristeza para luego sonreír. Quiero gritar, saltar, correr, vivir aventuras, hacer locuras. Quiero mil cosas que un adulto jamás lograría comprender. Quiero vivir esta etapa de mi vida, y quiero vivirla siendo perfectamente imperfecta".

Gracias mamá

Ella era tan normal, tan igual a los demás, pero
a la vez tan diferente, tan especial… A sus once años creía que nada era
imposible, que todo se podía lograr con esfuerzo y constancia, pues es lo que
siempre le decía su madre. Miraba por la ventana y su rostro se reflejaba en el
cristal como se reflejaba la luna en el mar. Sus ojos verdes, su tímida
sonrisa, su cabello rubio… Todo le hacía ser una niña realmente especial. Tenía
un sueño, un sueño que algún día se cumpliría. Tenía valores, tenía creencias,
tenía fe, amaba a los demás como se amaba a sí misma. Jugaba, reía, valoraba la
vida y la vida le regalaba esos momentos. No tenía padre, pues murió cuando era
pequeña, pero ella sabía que la quería y que en algún lugar del cielo estaría
mirándola y protegiéndola. Era generosa, siempre ayudaba, siempre daba sin
recibir nada a cambio. Nada podía cambiarla, no se dejaba influir por nadie,
sabía exactamente quién era. Era paciente, uno, dos, tres días, una semana…
Siempre estaba ahí, esperando a lo que tuviera que llegar, como el primer día,
como el primer instante. Y para cuando estaba triste, su refugio era su madre. Ella
la mimaba, la consolaba y le retiraba las lágrimas del rostro. Era fuerte, se
agarraba para no caerse y cuando se caía se levantaba. Hasta que la vida la
traicionó. Hasta que su madre le dio esa noticia que le rompió el alma en dos.
Hasta que sintió que no todo es posible, cuando sientes que se te acaban las
fuerzas y que ya nada tiene sentido. Cáncer, una palabra que se le clavó en el
corazón como un puñal. Una puerta cerrada en la salida, una piedra tan pesada
que no se puede levantar. El punto al final de una frase, la oscuridad en el túnel.
Sin escapatoria. El final. Sentía que incluso a su madre le dolía más que a
ella, que querría cambiarse el lugar y ser ella la que tuviera la enfermedad.
Cada día, cada lágrima, cada abrazo… Nada parecía real, todo parecía una
pesadilla de la que jamás se despertarían. Pero el amor todo lo vence, y con
amor entre ellas nada más importaba, pasara lo que pasara eso era lo más
importante. Fuerza y más fuerza para seguir hacia adelante. Sabían que la
respuesta no era huir, que era afrontarlo y luchar. Sabían que se tenían la una
a la otra. Fueron a distintos médicos, durante meses, a veces mejoraba, a veces
empeoraba, y a veces se quedaba igual. Si algo quería de verdad más que
salvarse, era cumplir su sueño. Era ya lo único que necesitaba. Pero sabía que
sin la ayuda de su madre no lo conseguiría. Un año, dos, tres años. Cada día
luchando, cada día sembrando esperanza para luego recogerla. Cada día llorando
y riendo, cada día recordando y olvidando. Ya lo tenía casi asimilado, pero a
los catorce años se crece, se madura, se ruega a la vida que te deje vivir, y
aún más en la adolescencia. Si algo seguía vivo en ella era su sueño. Y un día,
cuando menos se lo esperaba, ahí estaba el tren de los sueños, delante de
ella. No se lo podía creer, su sueño se
había cumplido, su grupo de música favorito estaba delante de ella y le cantó
su canción favorita. Ella cantaba a la vez y todos miraban aplaudiendo. Le
encantaba ese grupo por su nombre, por sus canciones, y porque a ella también
le gustaría viajar en un tren donde se le cumplieran los sueños. Supo
perfectamente que fue gracias a su madre. Y con eso bastaba, algo tan simple,
puede llegar a hacer tan feliz… Y se fue feliz, descubrió definitivamente que
nada es imposible, tal y como le decía su madre, que los sueños se pueden
cumplir. Ahora iba montada en aquel tren de los sueños, llegando a la estación
donde la estaría esperando su padre con los brazos abiertos. Todo se lo debía a
su madre, le dio la vida y ahora por dos veces. Ahora nada ni nadie, ni
siquiera el cáncer, podría evitar que siguiera viva y feliz junto a su padre en
aquella estación llamada cielo.

Empezar de cero

A veces todo nos parece demasiado, cualquier tontería nos hace llorar, e incluso nos enfadamos por cosas que a la semana siguiente nos hacen reír. A veces creemos que ya no podemos más, que nos hemos quedado sin fuerzas, como si tuviéramos pilas y se nos hubieran gastado. Hay veces, que pensamos que es el final. Pero os diré una cosa, nada es para siempre, no esperéis que todas las promesas se conviertan en promesas cumplidas, ni soñéis demasiado para luego desilusionaros al comprobar que la realidad no coincide con los sueños. Lo único infinito que hay son los números, eso ya lo sabemos todos, y de la única persona que te debes fiar, es de ti mismo. Llora, húndete, piensa que la vida no vale una mierda, no pasa nada, todo esto forma parte de ella, pero cuando estés metido en el hoyo, acuérdate de que tienes que salir, acuérdate de que no puedes permanecer toda tu vida enganchado a alguien que no te merece y que no te quiere, recuérdate a ti mismo lo mucho que vales, la dignidad que tienes, acuérdate de que tienes que salir de ese hoyo, sacudirte, curarte las heridas y seguir hacia delante, acuérdate siempre, pase lo que pase, de que nunca es demasiado tarde para empezar de cero.

Hasta que creces

No pensaba en heridas, tan sólo en las que me salían en las rodillas al caerme. No pensaba en lo que era un corazón roto, ni en lo que era una desilusión. No sabía lo que era el dolor, ni la ira, ni tampoco el rencor. No pensaba en lágrimas ni en lo que era una traición. Era feliz, a mi manera, lo era. Solía jugar con muñecas y juguetes, sin pensar en que yo también sería el juguete de alguien. Solía correr hasta quedarme sin aliento, sin saber que después no sería capaz ni de caminar hacia delante. Solía soñar y soñar hasta quedarme dormida pensando en que al día siguiente todo se cumpliría. Solía creer en los cuentos de hadas, en los para siempre, en la magia. Hasta que crecí. ¿Por qué cuando somos pequeños queremos crecer? Crecer es un asco. Es descubrir qué se siente al tener el corazón roto, descubrir la desilusión, la ira, el dolor y el rencor, tener otras heridas más a parte de las que te salen en las rodillas al caerte. Es llorar noche tras noche. Ser el juguete de alguien. A veces no ser capaz de seguir hacia delante. Dejar de soñar pensando que los sueños, sueños son. Es descubrir que ni los cuentos de hadas son reales ni la magia existe, que todo tiene truco. Es darte cuenta de que nada es para siempre, y que lo único infinito que hay son los números. Todo es bonito y alegre, todo es más fácil y mejor, hasta que creces.

Aprendí

Tras fuertes caídas, sueños rotos, traiciones, mentiras, verdades dolorosas, trenes perdidos, ilusiones olvidadas, promesas incumplidas y tras todas las lágrimas que brotaron de mis ojos, al final, aprendí. Sí, aprendí a ser valiente, a dar la cara cuando había que darla, a defender a personas que lo necesitaban y a no sentir miedo por nada ni por nadie. Aprendí mucho sobre la dignidad, como que cuando uno tiene dignidad, no agacha la cabeza ante nadie. Aprendí a no estar allí donde no se me quería, y a olvidarme de aquellas personas que se olvidaban de mí. Aprendí a levantarme por mí misma, sin tener que agarrarme a nada de por alrededor. Aprendí a afrontar mis errores y a aprender de ellos, aprendí a apartar la piedra del camino antes de tropezar con ella por segunda vez. Aprendí a correr sin pararme, a ser todo lo libre que podía ser, a ser responsable de mis actos y a sentirme igual de importante que todos los demás. Aprendí que la crítica es producto de la envidia, que quien se queja de lo que dicen o hacen los demás, es porque en el fondo le gustaría ser como esa persona. Aprendí a pensar antes en mí, a no dejarme llevar por las necesidades de los demás cuando ellos no se dejan llevar por las mías. Aprendí a dejar atrás el pasado, a aquellas personas que no se portaron nada bien conmigo. Aprendí a no mirar a la cara a esas personas que no me la miraron a mí, a no saludar a las personas que no me saludaron. Aprendí a ser yo misma sin importarme lo que pensaran o dijeran los demás al respecto. Aprendí a ver con los mismos ojos a todas las personas, menos a aquellas que solo tienen ojos para ellos mismos. Aprendí que es mejor estar sola que mal acompañada, porque el riesgo de sufrir es mucho mayor estando mal acompañada que sola. Aprendí a regalar sonrisas a las personas que me las regalaron, y aprendí a ponerle mala cara a las personas que me la pusieron. Aprendí a distinguir a los buenos amigos y a los malos, a quedarme con aquellos que verdaderamente merecían la pena. Y lo más importante; aprendí a ser fuerte. Sí, soy más fuerte, y ahora ya no me rindo fácilmente.