domingo, 21 de junio de 2015

En el momento justo

Era oscuro el día en que se decidió a salir. Era temprano para la luna pero tarde para el sol. Aun así, creyó tener en sus manos toda la esperanza posible y tras dar tres pasos se situó en el corazón de su persistencia. Corrió hacia lo que más quería, pasando por alto cualquier pequeño detalle que intentara convencerle de hacer justo lo contrario. Corría tan rápido que a veces parecía que volaba. Puedo decir que tuve la buena suerte de poder verlo todo con mis propios ojos desde mi ventana, pero también debo decir que tuve la mala suerte de sentir envidia, porque no compartió conmigo esa esperanza, y también de sentir rabia, porque yo no fui capaz de correr también hacia lo que más quería. Pero cuando menos me di cuenta, él estaba corriendo más rápido, ahora sí que volaba,y lo que más me sorprendió, es que cada vez lo veía volar desde más cerca, fue entonces cuando me hice la pregunta, ¿qué es lo que más quería, hacia lo que iba corriendo?, entonces cerré los ojos.

No tuve la oportunidad de pensar la respuesta ni siquiera un segundo, porque nada más abrir los ojos, me encontré los suyos justo en frente de mí, mirándome fijamente, como si quisiera abrazarme con la mirada, como si realmente no existiera otra cosa más en el mundo que el verde de mis ojos.

¿Para qué pensar ya la respuesta? pensé. Si lo único que tenía que pensar es que ahora era a mí a la que le tocaba correr hacia lo que más quería, pero... No me hizo falta correr, ni siquiera dar un paso, porque lo que más quería, ya lo tenía delante.

Fue entonces cuando esa mirada se rompió, cuando se desvaneció en el aire que nos rodeaba en el momento justo en el que mis ojos se posaron sobre sus labios y los suyos sobre los míos, en el momento justo en el que cualquier centímetro que estuviera entre nuestros labios desapareció, justo en aquel momento, en el que mis labios se unieron a los suyos, y los suyos a los míos, y justo en ese momento, ya no me importó nada más, ni correr, ni volar, ni pensar. No me importó nada más que dibujarle en sus labios un beso con los míos y sentir que el mundo, dejaba de existir para siempre a nuestro alrededor.

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