No me dio tiempo de contar hasta tres cuando de nuevo, una vez más, me puse a pensar en esas cosas que a veces parece que tienen sentido y otras veces, que son pensamientos sin importancia.
Esta vez debo decir que no pensé preocupándome por sacar alguna enseñanza, simplemente pensé para intentar sacar alguna conclusión, buena o mala. Y lo cierto es que no saqué una conclusión más que tanto lo bueno como lo malo forman parte de la vida, y es eso justo lo que la hace ser tan bella. Habrá gente que esté de acuerdo y gente que no, gente que piense que lo bonito de la vida es tener una elevada cantidad de dinero disponible, una casa grande con jardín y miles de caprichos cumplidos las veinticuatro horas del día, y gente que piense que lo bonito de la vida es llorar de tristeza o de alegría, caerse, equivocarse, hacerse daño, sufrir una pérdida o una falta de algo, luego sonreír, levantarse, aprender de los errores y recapacitar, curarse las heridas, y aprender a convivir con una pérdida o una falta de algo, o en otro caso, luchar por recuperar lo perdido o luchar por conseguir ese algo que falta.
En mi caso yo pienso que lo bonito de la vida es estar triste y estar feliz, ver como se marchita una flor y ver como florece otra. Ver a un bebé llorar al nacer, y verlo sonreír al estar en los brazos de su madre. Sentir amor y sentir que alguien te ha fallado. Creer ver el final y luego ver que se trata solo del principio, romper un papel en mil pedazos y luego unirlos con pegamento, calentar una taza de café y luego dejar que se enfríe, gritar de dolor y gritar de felicidad, ser joven y ser mayor, y lo que más bonito me parece de la vida, es que nos da la oportunidad de nacer, vivir, y morir.
Pero tan solo son eso, pensamientos sin importancia.
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