La vida es como un juego de cartas, suerte que yo todavía conservo los comodines sobre la mesa y los ases bajo la manga.
viernes, 25 de septiembre de 2015
La llave
Cuatro años estuve buscando la llave maestra de la puerta mágica. Cuatro años estuve probando con una y con otra, sin obtener resultados algunos. Algunas llaves ya sabía que no eran, pero aún así lo intentaba. Las pocas que creía que sí lo eran, al final resultaron ser copias falsas. Me puse varios disfraces, creyendo que cada disfraz era mi verdadera personalidad. Me puse muchas máscaras, ocultando mi cara por miedo, o en algunos casos, por verguenza. Tomé varias veces el camino equivocado confiando en que más adelante habría un cambio de sentido; nunca lo encontraba y me perdía. Me aferré a cosas que me hacían mal y me alejé de las que me hacían bien. Reí cuando tenía que llorar y lloré cuando tenía que reír. Lo cierto es que lo hacía todo a mi modo; al revés. Era un poco egoísta y solía ver la belleza en cosas que no merecían la pena. Poco a poco fui cambiando mi manera de buscar la llave. Empecé a pensar antes de actuar. Empecé a ir por el buen camino sin pisar antes el malo por mera curiosidad. Alcancé unos horizontes que siempre creí fuera de mi alcance. Me quité los disfraces y las máscaras y me mostré tal como era, tal como soy. Sabía cuándo llorar y cuándo reír, cuándo luchar y cuándo tirar la toalla; nunca. Empecé a arriesgar por las cosas que verdaderamente me importaban. Y así un día, encontré la llave, la de verdad, la que me ha abierto la puerta cuatro años después. Ahora he podido pasar dentro y ser yo misma, la que siempre he querido ser. He cerrado la puerta y no pienso volver a salir ahí fuera. Ahora, soy más resistente, más fuerte y más yo que nunca.
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