Pero un día las cosas cambiaron. Crecí, abrí los ojos, y dirigí mi mirada hacia él. Conseguí quitarme todas las tiritas, la sangre se secó, mis heridas se curaron. Empecé a luchar por las cosas que quería y seguí mi camino apartando las piedras que el miedo puso. Recuperé la felicidad y cada día, crecía un poco más. Llegué a mis verdaderas metas e hice lo imposible para que mis deseos se cumplieran. Hoy tengo el coraje de decir que soy valiente, y que el miedo, hoy pasa por mi lado sin atreverse a mirarme ni siquiera de reojo.
La vida es como un juego de cartas, suerte que yo todavía conservo los comodines sobre la mesa y los ases bajo la manga.
jueves, 10 de septiembre de 2015
Sin miedo
El miedo me miró de frente. Y debo decir que durante muchos años evité su mirada, privándome del placer de poder mirarle yo también. Estuve evitando su mirada demasiado tiempo, más del que cualquier ser humano podría imaginarse. Me hice mucho daño, cada vez que desviaba mi mirada al suelo, el miedo me hacía una herida. Y yo, con la cabeza gacha, entregándome al resentimiento y esquivando la valentía, me la tapaba con una pequeña y barata tirita. El miedo me perseguía a cada momento, me obligaba a renunciar a todas esas cosas por las que tenía que luchar y poner de mi parte para conseguirlas. Me decía siempre "no" y se guardaba los "sí" para él mismo. Me ponía su mano delante para evitar que siguiera andando, en vez de para ayudarme a continuar el camino. Ponía piedras en él en vez de quitarlas. Me arrebataba la felicidad y la posibilidad de crecer como persona. Me hacía olvidar cuáles eran mis verdaderas metas y mis verdaderos deseos. Me tenía completamente ciega y a su disposición.

Pero un día las cosas cambiaron. Crecí, abrí los ojos, y dirigí mi mirada hacia él. Conseguí quitarme todas las tiritas, la sangre se secó, mis heridas se curaron. Empecé a luchar por las cosas que quería y seguí mi camino apartando las piedras que el miedo puso. Recuperé la felicidad y cada día, crecía un poco más. Llegué a mis verdaderas metas e hice lo imposible para que mis deseos se cumplieran. Hoy tengo el coraje de decir que soy valiente, y que el miedo, hoy pasa por mi lado sin atreverse a mirarme ni siquiera de reojo.
Pero un día las cosas cambiaron. Crecí, abrí los ojos, y dirigí mi mirada hacia él. Conseguí quitarme todas las tiritas, la sangre se secó, mis heridas se curaron. Empecé a luchar por las cosas que quería y seguí mi camino apartando las piedras que el miedo puso. Recuperé la felicidad y cada día, crecía un poco más. Llegué a mis verdaderas metas e hice lo imposible para que mis deseos se cumplieran. Hoy tengo el coraje de decir que soy valiente, y que el miedo, hoy pasa por mi lado sin atreverse a mirarme ni siquiera de reojo.
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