Frío, te he echado de menos.
Dulce frío, has invadido de nuevo mi casa en fechas tan señaladas.
Ya no sabría ser sin ti,
ya no sería si no soy contigo.
Me casé contigo en un sueño,
en el que tu nieve era el blanco de mi vestido.
No podría esperar más de la soledad que de ti la compañía,
el abrigo de mi invierno tenía por nombre frío.
Soy la chica que no espía por la mirilla de la puerta,
soy la chica que agradece el frío en sus manos al girar el pomo y a veces pienso,
estarás tú detrás y él me seguirá visitando sólo en sueños.
Sí, a menudo o siempre lo pienso.
Las calles me parecían tristes y vacías.
He creído que la lluvia precedía al llanto y he encontrado en los rincones recuerdos que se habían cansado de perseguirme.
Las sombras me parecían menos oscuras cuando el frío me sonreía y cautelosamente me cedía la mano para invitarme a bailar bajo los árboles blancos que le concedían su propio baile al frío viento.
Pero, ¿Sabes una cosa?
Este invierno no volveré a pasar frío.
Porque este invierno yo estoy contigo y tú estás conmigo,
porque te abriré la puerta y cerraré las ventanas,
para que no te escapes de mis sueños.
El sueño que tú has hecho realidad tanto como siempre lo había soñado.
Me das la fuerza, me das la valentía, eres mi único tesoro.
Eres el rey al que le pido protección y eres el guerrero que me protege,
llegas de la nada siéndolo todo.
No te conozco, pero tal vez lo hago desde siempre,
confío en tu capacidad de hacerme sentir única,
y creo firmemente en la sonrisa que siempre escondida tras mis labios
has sabido hacer descrubir infinitas veces.
Es esto, no quiero más.
Soy la chica que te espera tras la puerta.
No necesito más que tu existencia.
Seré la chica que siempre más te quiera.
Soy la que día y noche sueña con embarcar en tus ojos
y desembarcar en tu mirada.
Soy quien se pierde en tu sonrisa y reniega de las brújulas,
eres a quien yo más necesitaba.
Quédate conmigo y confía en mi propósito
que queriendo hacerte feliz alcancaré la cima
y quizás me tomen por mil veces loca
pero te amaré y nunca jamás de tu amor caeré rendida.
Y sólo se me quedan detrás las ganas de quedarme siempre contigo, a ti siempre unida,
por delante la ilusión de gritarle al mundo entre vagones de trenes,
y sin reloj que marque el tiempo,
que tú eres el ángel que cambió la suerte de mi vida.
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