El sol alumbra los luceros
que a oscuras y sin luna
lloran todo un universo
cuando a las estrellas acunan.
El cielo enamorado
cobija a las nubes
tras conocer el engaño
la lluvia lo consume.
El camino sin brújula
el tiempo sin reloj
la mar sin marea
el horizonte sin puesta de sol.
El bosque ríe
lo que los árboles bailan
las flores lloran
sin lágrimas en la cara.
Tristeza cuando se va la noche
tristeza cuando amanece
bohemia cuando permanece el día
cual gato dormido frente a su porche.
Música de las olas
melodía en la orilla
la espuma baña las rocas
de agua clara y rosa plastilina.
Las hojas son de papel
y danzan con el viento
el mundo que es de cartón
parece que fuese de acero.
La vida es como un juego de cartas, suerte que yo todavía conservo los comodines sobre la mesa y los ases bajo la manga.
jueves, 23 de febrero de 2017
lunes, 20 de febrero de 2017
Lo que dejé por ti
Por ti dejé mi pena
en el mar de mi llanto.
Por ti dejé la luz del faro
y caminé en la tiniebla.
Por ti dejé el viento
arrasando a su paso.
Por ti dejé a la lluvia
dormida caer del cielo.
Por ti dejé a la luna,
calmar el llorar del mar.
Por ti callé mis palabras mudas
y dejé en silencio mi herida sanar.
Por ti dejé al frío morir
en los brazos del invierno.
Por ti dejé a mi corazón vivo
sentir lo que viva siento.
Por ti dejé a mi tristeza
olvidar un día malo.
Por ti dejé al miedo
llorar abandonado.
Por ti dejé mi sueño
clavado en tus ojos magos.
Por ti dejé a mis labios
pronunciar tu nombre en verso.
Por ti he dejado mis ganas
ancladas a tu vida.
Por ti me he despedido
de los sangrantes ojos de la despedida.
Por ti he dejado cerrado
el libro de lo vivido.
Por ti ya me he olvidado
de las frías manos del olvido.
Por ti he dejado mi alma agradecida
sonreírle a tus palabras.
Por ti he dejado mis palabras
en tus manos protegidas.
Por ti he dejado mi felicidad
ser feliz gracias a la tuya.
Por ti he dejado mi compañía
de tu lado no irse nunca.
Por ti he dejado mi alegría
confundirse en tu sonrisa.
Por ti he dejado mi sonrisa
ser consecuencia de tu alegría.
Por ti he dejado a mi vida
enamorarse de tu silencio.
Por ti dejaré a mis gritos
gritarte que te quiero.
Por ti yo he dejado
todo cuanto he tenido.
Por ti he llorado
lo que yo más he querido.
Por ti he perdido
lo que te he dado.
Por ti he ganado
lo que contigo vivo.
Aunque sólo sea un sueño.
Por ti dejé la inocencia del deseo
perdida en tus estribos.
Mario C.
en el mar de mi llanto.
Por ti dejé la luz del faro
y caminé en la tiniebla.
Por ti dejé el viento
arrasando a su paso.
Por ti dejé a la lluvia
dormida caer del cielo.
Por ti dejé a la luna,
calmar el llorar del mar.
Por ti callé mis palabras mudas
y dejé en silencio mi herida sanar.
Por ti dejé al frío morir
en los brazos del invierno.
Por ti dejé a mi corazón vivo
sentir lo que viva siento.
Por ti dejé a mi tristeza
olvidar un día malo.
Por ti dejé al miedo
llorar abandonado.
Por ti dejé mi sueño
clavado en tus ojos magos.
Por ti dejé a mis labios
pronunciar tu nombre en verso.
Por ti he dejado mis ganas
ancladas a tu vida.
Por ti me he despedido
de los sangrantes ojos de la despedida.
Por ti he dejado cerrado
el libro de lo vivido.
Por ti ya me he olvidado
de las frías manos del olvido.
Por ti he dejado mi alma agradecida
sonreírle a tus palabras.
Por ti he dejado mis palabras
en tus manos protegidas.
Por ti he dejado mi felicidad
ser feliz gracias a la tuya.
Por ti he dejado mi compañía
de tu lado no irse nunca.
Por ti he dejado mi alegría
confundirse en tu sonrisa.
Por ti he dejado mi sonrisa
ser consecuencia de tu alegría.
Por ti he dejado a mi vida
enamorarse de tu silencio.
Por ti dejaré a mis gritos
gritarte que te quiero.
Por ti yo he dejado
todo cuanto he tenido.
Por ti he llorado
lo que yo más he querido.
Por ti he perdido
lo que te he dado.
Por ti he ganado
lo que contigo vivo.
Aunque sólo sea un sueño.
Por ti dejé la inocencia del deseo
perdida en tus estribos.
Mario C.
viernes, 10 de febrero de 2017
A mi tercera abuela
Hoy me he levantado
con el pecho cogido,
cargada de lágrimas
y de recuerdos vivos.
Hoy me he levantado
con la mirada triste.
A mi lado no te veo,
de mi vera te fuiste.
Tu casa vacía
llora tu ausencia
mientras subes al cielo
y ante Dios te presentas.
Espera tita,
no vueles tan alto.
Espérame tita,
espera y dame tu mano,
que no quiero
que vayas sola.
Que tu viaje
no sea en vano.
Hoy me he levantado
y tu foto he encontrado,
más vieja y arrugada
la vejez te disfrazaba.
Porque no eres guapa,
tú eres bonita.
Te he visto por dentro
y sé que brillas.
Hoy me he levantado
y he recordado
el parque,
la luz de la azotea
y tus historias
para que comiera.
Hoy me he levantado
y te he echado de menos.
Hoy me he levantado
y me has faltado.
Pero te llevo siempre conmigo,
guardada muy dentro.
Bajo llave te escondo
porque olvidarte no quiero.
Hoy me he levantado
porque se me olvidó decirte
que tuve tres abuelas.
Hoy me he levantado
para decirte, tita,
que tú fuiste una de ellas.
con el pecho cogido,
cargada de lágrimas
y de recuerdos vivos.
Hoy me he levantado
con la mirada triste.
A mi lado no te veo,
de mi vera te fuiste.
Tu casa vacía
llora tu ausencia
mientras subes al cielo
y ante Dios te presentas.
Espera tita,
no vueles tan alto.
Espérame tita,
espera y dame tu mano,
que no quiero
que vayas sola.
Que tu viaje
no sea en vano.
Hoy me he levantado
y tu foto he encontrado,
más vieja y arrugada
la vejez te disfrazaba.
Porque no eres guapa,
tú eres bonita.
Te he visto por dentro
y sé que brillas.
Hoy me he levantado
y he recordado
el parque,
la luz de la azotea
y tus historias
para que comiera.
Hoy me he levantado
y te he echado de menos.
Hoy me he levantado
y me has faltado.
Pero te llevo siempre conmigo,
guardada muy dentro.
Bajo llave te escondo
porque olvidarte no quiero.
Hoy me he levantado
porque se me olvidó decirte
que tuve tres abuelas.
Hoy me he levantado
para decirte, tita,
que tú fuiste una de ellas.
jueves, 9 de febrero de 2017
Crítica al dolor
Me duele la lluvia,
y fuera el sol brilla.
Me duele el silencio;
los demás gritan.
El grito en silencio de mi garganta
destruye con ánimos mi voz.
Ronca yo lloro enfadada
tras la puerta que nunca se abrió.
La puerta permanece cerrada,
la llave en manos de nadie.
Yo estoy en esa habitación,
sin ventanas ni cristales.
El cristal que es mi corazón,
hoy en pedazos se parte.
La razón todos la desconocen,
mi dolor nadie lo comparte.
Me duele el tiempo
que oxida las vías del tren.
Me duele el viento
cuando siempre promete volver.
Me prometieron que aquel árbol viviría cien años,
al igual que aquel gato vivió siete vidas,
lo que queda tras la muerte;
el adiós antes de la huída.
De donde vengo huyo,
sin rumbo fijo corro,
cuál será mi destino,
sólo los atajos cojo.
El atajo en vez de corto es
un camino menos largo,
que al final siempre me lleva con
la soledad y duermo en sus brazos.
Me duelen las familias,
que familias se consideran.
Me duelen las Navidades sin hogar;
me duelen los inviernos fríos sin tener chimenea.
La chimenea de mi casa se rompió
cuando mi padre dijo adiós,
mis abuelos y mi tía quisieron ayudarnos,
pero Dios se los llevó.
Y la casa por bandera nos lleva
a mi madre, a mí y cómo quisiera
verla feliz en su madriguera,
ser maga pa' que ella todo lo tuviera.
Y yo tengo una pena en el alma
de verla llorar por mi padre.
Y yo le rezo a la luna en el alba;
por favor que como tú su fuerza sea grande.
Me duele el 14 de Febrero;
maldito día de San Valentín.
Maldito sea el amor de los enamorados,
aquel amor que se olvidó de mí.
Me duelen los ramos de flores
porque a mí nadie flores me regala.
Me duelen los bombones,
ni los recibo ni me los mandan.
Me duele el aire frío que me roza,
cuando no hay brazos que me rodean.
Me duele caminar sola por la calle,
entre el gentío que se abraza y se besa.
Me duele saber que pienso
que me duele pensar que sé
que cuando yo invisible me siento
nadie me mira y él no me ve.
y fuera el sol brilla.
Me duele el silencio;
los demás gritan.
El grito en silencio de mi garganta
destruye con ánimos mi voz.
Ronca yo lloro enfadada
tras la puerta que nunca se abrió.
La puerta permanece cerrada,
la llave en manos de nadie.
Yo estoy en esa habitación,
sin ventanas ni cristales.
El cristal que es mi corazón,
hoy en pedazos se parte.
La razón todos la desconocen,
mi dolor nadie lo comparte.
Me duele el tiempo
que oxida las vías del tren.
Me duele el viento
cuando siempre promete volver.
Me prometieron que aquel árbol viviría cien años,
al igual que aquel gato vivió siete vidas,
lo que queda tras la muerte;
el adiós antes de la huída.
De donde vengo huyo,
sin rumbo fijo corro,
cuál será mi destino,
sólo los atajos cojo.
El atajo en vez de corto es
un camino menos largo,
que al final siempre me lleva con
la soledad y duermo en sus brazos.
Me duelen las familias,
que familias se consideran.
Me duelen las Navidades sin hogar;
me duelen los inviernos fríos sin tener chimenea.
La chimenea de mi casa se rompió
cuando mi padre dijo adiós,
mis abuelos y mi tía quisieron ayudarnos,
pero Dios se los llevó.
Y la casa por bandera nos lleva
a mi madre, a mí y cómo quisiera
verla feliz en su madriguera,
ser maga pa' que ella todo lo tuviera.
Y yo tengo una pena en el alma
de verla llorar por mi padre.
Y yo le rezo a la luna en el alba;
por favor que como tú su fuerza sea grande.
Me duele el 14 de Febrero;
maldito día de San Valentín.
Maldito sea el amor de los enamorados,
aquel amor que se olvidó de mí.
Me duelen los ramos de flores
porque a mí nadie flores me regala.
Me duelen los bombones,
ni los recibo ni me los mandan.
Me duele el aire frío que me roza,
cuando no hay brazos que me rodean.
Me duele caminar sola por la calle,
entre el gentío que se abraza y se besa.
Me duele saber que pienso
que me duele pensar que sé
que cuando yo invisible me siento
nadie me mira y él no me ve.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Mi mejor sueño
Sonrisas en rostros ajenos,
felicidad en el ambiente.
Risas que escapan de besos,
besos que se da la gente.
Mi bicicleta sin cadena
yace tendida en el suelo.
Mechero sin gas en mi bolsillo,
lágrimas rotas en mi pañuelo.
Qué mala es la envidia,
y qué mala es la soledad.
Qué tristeza la del pájaro sin alas,
qué triste el no poder volar.
Estás en las raíces de mis pensamientos,
maldito amor poco generoso,
que a los demás les das de más,
y a mí no me dejas probar ni siquiera un poco.
Ni mi padre ni mi madre,
ni mi tío ni su hambre,
ni mis abuelos; mis ángeles,
ni tengo novio, ni tampoco tengo amante.
Ni mis amigos ni mis amigas,
ni los chupitos ni los cigarros,
ni Migue Benítez ni su guitarra,
ni siquiera la luna calma mi llanto.
Ni la poesía ni la novela,
ni el verso ni la prosa.
Ni el brillo de las estrellas,
también ellas me abandonan.
Me siento sola y no lo estoy,
la soledad me acompaña hoy.
Mañana me abandona,
y me vuelvo a sentir sola.
El hermano que nunca tuve
es quien llora mi tristeza.
Me da la mano y me abraza,
parece que conmigo estuviera.
Qué suerte la de aquellos hermanos,
que a veces discuten y recelan enfadados.
Qué suerte tienen y no lo saben,
de poder mirar y verse siempre al lado.
Pobre pez fuera del agua,
pobre flor la que fue cortada.
El horizonte llora la despedida
del sol y la mañana.
Y yo lloro en la noche,
cuando el frío me abraza.
Y lo hago sin reproches;
lloro sola y desconsolada.
¿Dónde está el amor
del que tanto hablan?
Donde estoy yo
ni cura ni sana.
Las heridas me las cobro,
con las flechas que falló Cupido.
Disparo contra todos los enamorados;
a quienes el amor les mantiene vivos.
No es más grande la rabia que el dolor;
es más grande la herida de mi corazón.
La grieta que se abre y me araña,
los ojos se me cierran en calma.
Dormida puedo soñar;
risas que escapan de nuestros besos;
respiro el aire que escapa de tu risa;
tu risa es mi mejor sueño.
felicidad en el ambiente.
Risas que escapan de besos,
besos que se da la gente.
Mi bicicleta sin cadena
yace tendida en el suelo.
Mechero sin gas en mi bolsillo,
lágrimas rotas en mi pañuelo.
Qué mala es la envidia,
y qué mala es la soledad.
Qué tristeza la del pájaro sin alas,
qué triste el no poder volar.
Estás en las raíces de mis pensamientos,
maldito amor poco generoso,
que a los demás les das de más,
y a mí no me dejas probar ni siquiera un poco.
Ni mi padre ni mi madre,
ni mi tío ni su hambre,
ni mis abuelos; mis ángeles,
ni tengo novio, ni tampoco tengo amante.
Ni mis amigos ni mis amigas,
ni los chupitos ni los cigarros,
ni Migue Benítez ni su guitarra,
ni siquiera la luna calma mi llanto.
Ni la poesía ni la novela,
ni el verso ni la prosa.
Ni el brillo de las estrellas,
también ellas me abandonan.
Me siento sola y no lo estoy,
la soledad me acompaña hoy.
Mañana me abandona,
y me vuelvo a sentir sola.
El hermano que nunca tuve
es quien llora mi tristeza.
Me da la mano y me abraza,
parece que conmigo estuviera.
Qué suerte la de aquellos hermanos,
que a veces discuten y recelan enfadados.
Qué suerte tienen y no lo saben,
de poder mirar y verse siempre al lado.
Pobre pez fuera del agua,
pobre flor la que fue cortada.
El horizonte llora la despedida
del sol y la mañana.
Y yo lloro en la noche,
cuando el frío me abraza.
Y lo hago sin reproches;
lloro sola y desconsolada.
¿Dónde está el amor
del que tanto hablan?
Donde estoy yo
ni cura ni sana.
Las heridas me las cobro,
con las flechas que falló Cupido.
Disparo contra todos los enamorados;
a quienes el amor les mantiene vivos.
No es más grande la rabia que el dolor;
es más grande la herida de mi corazón.
La grieta que se abre y me araña,
los ojos se me cierran en calma.
Dormida puedo soñar;
risas que escapan de nuestros besos;
respiro el aire que escapa de tu risa;
tu risa es mi mejor sueño.
lunes, 6 de febrero de 2017
Te quise sin querer
Porque la lluvia es el llanto del cielo, mi cielo hoy llora tu ausencia. Porque la noche aborrece el frío del invierno, de madrugada extraño el abrigo de tu presencia. Porque los nervios se esconden debajo de la piel, he temblado de frío al creer y no verte de lejos. Porque el corazón nunca miente sin saber, te pienso un instante y siempre me sacude el pecho.
Lo siento. No quise hacerlo. No quise sonreírle a tus fotos. No quise echar de menos tus mensajes. Te quise sin querer, porque se me fue de las manos. Irónicamente, te pido disculpas cuando ya te has mudado al ático de mi alma. Te ruego que me perdones, cuando el daño ya está hecho. Me disculpo cuando ya he metido mis narices en tu vida, cuando ya he destrozado mi sueño, escribiendo tu nombre y dibujando corazones anónimos en el aire.
Te lo explicaré para que lo entiendas; no entiendo las razones de mis sentimientos, y no comprendo mis motivos para quererte. No me conoces y no te conozco, pero tal vez de eso se trate la suerte.
No sé si eres de comedia o de ciencia ficción, y tampoco sé si prefieres la playa o la montaña. No conozco tu color favorito, y desconozco si eres de verano o si bien eres de invierno. Déjame conocerte sólo un poco mejor. Déjame conocer tus manías, déjame saber qué te preocupa, qué te gusta, qué te divierte, además del fútbol y la música. Cuéntame tus miedos, háblame de tus alegrías. No puedo evitar interesarme por ti, si bien lo hago cada día.
Siento alegrarme cada vez que me hablas. Siento sentirme afortunada cada vez que me escuchas. Siento decírtelo ahora. Ya sé que no contabas con ello, y créeme cuando te digo que mi razón tiembla al recordar tu nombre. Esa razón que desconoce de qué estás hecho, que a mí tanto me gusta. Esa razón que calla tímida cuando de mis sueños le hablo. Aquella que a la valentía ya no reclama desde que te conoció. Y realmente no sé quién eres, pero habitas en las raíces de mis pensamientos. Incansable melodía que suena sin parar, un paréntesis en mi vida, una oportunidad de amar.
¿Cómo se puede echar de menos algo que nunca ha sucedido? Yo echo de menos lo prohibido; cada mirada, cada beso, cada abrazo, los paseos por el parque, una película en el cine, las velas de mi tarta de cumpleaños y tú mi deseo concedido. Echo de menos nuestros momentos juntos; las risas y los llantos, la complicidad y el acuerdo. Echo de menos tenerte a mi lado. Quizás sueño más de lo normal, tal vez para ti sea demasiado. Déjame soñarte sólo un poco más.
Lo siento. Sólo recordamos lo que nunca sucedió. Perdóname, pero aún recuerdo aquel concierto de Kellin Quinn donde los gritos de la multitud se hacían inexistentes ante el silencio de los besos de nuestros cómplices labios.
Lo siento. No quise hacerlo. No quise sonreírle a tus fotos. No quise echar de menos tus mensajes. Te quise sin querer, porque se me fue de las manos. Irónicamente, te pido disculpas cuando ya te has mudado al ático de mi alma. Te ruego que me perdones, cuando el daño ya está hecho. Me disculpo cuando ya he metido mis narices en tu vida, cuando ya he destrozado mi sueño, escribiendo tu nombre y dibujando corazones anónimos en el aire.
Te lo explicaré para que lo entiendas; no entiendo las razones de mis sentimientos, y no comprendo mis motivos para quererte. No me conoces y no te conozco, pero tal vez de eso se trate la suerte.
No sé si eres de comedia o de ciencia ficción, y tampoco sé si prefieres la playa o la montaña. No conozco tu color favorito, y desconozco si eres de verano o si bien eres de invierno. Déjame conocerte sólo un poco mejor. Déjame conocer tus manías, déjame saber qué te preocupa, qué te gusta, qué te divierte, además del fútbol y la música. Cuéntame tus miedos, háblame de tus alegrías. No puedo evitar interesarme por ti, si bien lo hago cada día.
Siento alegrarme cada vez que me hablas. Siento sentirme afortunada cada vez que me escuchas. Siento decírtelo ahora. Ya sé que no contabas con ello, y créeme cuando te digo que mi razón tiembla al recordar tu nombre. Esa razón que desconoce de qué estás hecho, que a mí tanto me gusta. Esa razón que calla tímida cuando de mis sueños le hablo. Aquella que a la valentía ya no reclama desde que te conoció. Y realmente no sé quién eres, pero habitas en las raíces de mis pensamientos. Incansable melodía que suena sin parar, un paréntesis en mi vida, una oportunidad de amar.
¿Cómo se puede echar de menos algo que nunca ha sucedido? Yo echo de menos lo prohibido; cada mirada, cada beso, cada abrazo, los paseos por el parque, una película en el cine, las velas de mi tarta de cumpleaños y tú mi deseo concedido. Echo de menos nuestros momentos juntos; las risas y los llantos, la complicidad y el acuerdo. Echo de menos tenerte a mi lado. Quizás sueño más de lo normal, tal vez para ti sea demasiado. Déjame soñarte sólo un poco más.
Lo siento. Sólo recordamos lo que nunca sucedió. Perdóname, pero aún recuerdo aquel concierto de Kellin Quinn donde los gritos de la multitud se hacían inexistentes ante el silencio de los besos de nuestros cómplices labios.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)