lunes, 6 de febrero de 2017

Te quise sin querer

Porque la lluvia es el llanto del cielo, mi cielo hoy llora tu ausencia. Porque la noche aborrece el frío del invierno, de madrugada extraño el abrigo de tu presencia. Porque los nervios se esconden debajo de la piel, he temblado de frío al creer y no verte de lejos. Porque el corazón nunca miente sin saber, te pienso un instante y siempre me sacude el pecho.

Lo siento. No quise hacerlo. No quise sonreírle a tus fotos. No quise echar de menos tus mensajes. Te quise sin querer, porque se me fue de las manos. Irónicamente, te pido disculpas cuando ya te has mudado al ático de mi alma. Te ruego que me perdones, cuando el daño ya está hecho. Me disculpo cuando ya he metido mis narices en tu vida, cuando ya he destrozado mi sueño, escribiendo tu nombre y dibujando corazones anónimos en el aire.

Te lo explicaré para que lo entiendas; no entiendo las razones de mis sentimientos, y no comprendo mis motivos para quererte. No me conoces y no te conozco, pero tal vez de eso se trate la suerte.
No sé si eres de comedia o de ciencia ficción, y tampoco sé si prefieres la playa o la montaña. No conozco tu color favorito, y desconozco si eres de verano o si bien eres de invierno. Déjame conocerte sólo un poco mejor. Déjame conocer tus manías, déjame saber qué te preocupa, qué te gusta, qué te divierte, además del fútbol y la música. Cuéntame tus miedos, háblame de tus alegrías. No puedo evitar interesarme por ti, si bien lo hago cada día.

Siento alegrarme cada vez que me hablas. Siento sentirme afortunada cada vez que me escuchas. Siento decírtelo ahora. Ya sé que no contabas con ello, y créeme cuando te digo que mi razón tiembla al recordar tu nombre. Esa razón que desconoce de qué estás hecho, que a mí tanto me gusta. Esa razón que calla tímida cuando de mis sueños le hablo. Aquella que a la valentía ya no reclama desde que te conoció. Y realmente no sé quién eres, pero habitas en las raíces de mis pensamientos. Incansable melodía que suena sin parar, un paréntesis en mi vida, una oportunidad de amar.

¿Cómo se puede echar de menos algo que nunca ha sucedido? Yo echo de menos lo prohibido; cada mirada, cada beso, cada abrazo, los paseos por el parque, una película en el cine, las velas de mi tarta de cumpleaños y tú mi deseo concedido. Echo de menos nuestros momentos juntos; las risas y los llantos, la complicidad y el acuerdo. Echo de menos tenerte a mi lado. Quizás sueño más de lo normal, tal vez para ti sea demasiado. Déjame soñarte sólo un poco más.

Lo siento. Sólo recordamos lo que nunca sucedió. Perdóname, pero aún recuerdo aquel concierto de Kellin Quinn donde los gritos de la multitud se hacían inexistentes ante el silencio de los besos de nuestros cómplices labios.

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