Me duele la lluvia,
y fuera el sol brilla.
Me duele el silencio;
los demás gritan.
El grito en silencio de mi garganta
destruye con ánimos mi voz.
Ronca yo lloro enfadada
tras la puerta que nunca se abrió.
La puerta permanece cerrada,
la llave en manos de nadie.
Yo estoy en esa habitación,
sin ventanas ni cristales.
El cristal que es mi corazón,
hoy en pedazos se parte.
La razón todos la desconocen,
mi dolor nadie lo comparte.
Me duele el tiempo
que oxida las vías del tren.
Me duele el viento
cuando siempre promete volver.
Me prometieron que aquel árbol viviría cien años,
al igual que aquel gato vivió siete vidas,
lo que queda tras la muerte;
el adiós antes de la huída.
De donde vengo huyo,
sin rumbo fijo corro,
cuál será mi destino,
sólo los atajos cojo.
El atajo en vez de corto es
un camino menos largo,
que al final siempre me lleva con
la soledad y duermo en sus brazos.
Me duelen las familias,
que familias se consideran.
Me duelen las Navidades sin hogar;
me duelen los inviernos fríos sin tener chimenea.
La chimenea de mi casa se rompió
cuando mi padre dijo adiós,
mis abuelos y mi tía quisieron ayudarnos,
pero Dios se los llevó.
Y la casa por bandera nos lleva
a mi madre, a mí y cómo quisiera
verla feliz en su madriguera,
ser maga pa' que ella todo lo tuviera.
Y yo tengo una pena en el alma
de verla llorar por mi padre.
Y yo le rezo a la luna en el alba;
por favor que como tú su fuerza sea grande.
Me duele el 14 de Febrero;
maldito día de San Valentín.
Maldito sea el amor de los enamorados,
aquel amor que se olvidó de mí.
Me duelen los ramos de flores
porque a mí nadie flores me regala.
Me duelen los bombones,
ni los recibo ni me los mandan.
Me duele el aire frío que me roza,
cuando no hay brazos que me rodean.
Me duele caminar sola por la calle,
entre el gentío que se abraza y se besa.
Me duele saber que pienso
que me duele pensar que sé
que cuando yo invisible me siento
nadie me mira y él no me ve.
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