Sé que persigo una luz apagada, aquella que todos olvidan sin piedad. Sé que bebo del agua de la lluvia cuando resbala por mi rostro, y sé que debí haber aprendido a volar hace mucho tiempo. Pero no te olvido. Tus huellas son mis pasos, y tu existencia es el aire que respiro. Nos hicimos daño y cada día beso mi cicatriz. Un día fue herida, y antes de eso, se llamó amor. Mi corazón no me engaña, soy feliz evitando la guerra en mi interior. Sellé la puerta y crucé los dedos. Ojalá no volvieras nunca, pero cuánto deseaba que te quedaras.
¿Dónde está el camino de piedras que llevaba a tu casa? Me lo sabía de memoria y en él me perdí. Perdida en él todavía sigo. Los ojos que se cierran por miedo a ver aquello que al corazón mata con el frío puñal del cruel desamor. Las manos que se esconden tras los puños cerrados, la indecisión de caminar y la tentación de caer. Tus besos olvidados en los resquicios de mi cuerpo, los dedos de tus manos clavados en mi sien. Mi pelo los cubría y mi alma te devoraba. ¿Dónde están mis recuerdos? Esquivan al olvido y regresan sutilmente a mi mente, como ave que no levanta mota de polvo al alzar el vuelo y alcanza el cielo en un deseo de sobrevivir.
En las páginas en blanco de mi memoria ahora hay gotas de sangre. Te entregué mi corazón y lo abandonaste herido, hasta que estando solo, se desangró de la triste soledad. Qué cruel fue tu amor y que egoísta fue tu compañía. Tus abrazos eran el camino al infierno y yo los tomé como vía de escape. Acudí a ellos como si salida de emergencia fuesen. ¿Bajo qué ola me sumerjo yo ahora? ¿Cómo aguanto a partir de aquí la respiración? Si sólo la calmaban tus labios cuando me acariciaban y me concedían un amargo beso.
Lo asumo y me escapo de mis recuerdos. Corro y olvido. Me paro y renazco. Me duermo y te amo. Y vuelta a empezar. Y qué duro es ver al sol salir sin su luna, y qué triste es ver a la luna marcharse a dormir sola. Cuánto desearía poder ser yo sola, poder estar sin ti. Muero cuando vuelves a mis recuerdos, y mientras agonizo sólo deseo; ojalá yo llegase algún día a los tuyos, aunque sólo fuese por una fugaz equivocación.
Loes
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