viernes, 11 de enero de 2019

Corazones hechos de cristal

Reconozco que he soñado con la posibilidad
de poder tocarnos
hasta que se duerman las manos.
He estado pensando en aquello
que no sé de ti,
y te has convertido en la diana
a la que se dirigen todos mis dardos.
Nadie quiere llovizna,
manos frías,
pasos en vacío.
No sé, a mí me gusta el volcán en erupción
que es tu mirada.
Y no sé de qué color es.
Pero sé que tu corazón a veces
se parece al mío.
Reconozco que a veces he sentido
un efímero sin sentido,
de tus días con mis noches,
de mis silencios con tus voces.
Y luego me he dormido.
Reconozco que me gustaría
tener el inefable recuerdo
de haber besado alguna vez
tu etérea sonrisa.
Y sé que mis pasos son superfluos.
Pero camino sin prisas.
Ojalá encontrarte en el camino.
Sin pedirlo.
Pero ojalá.
Que ilumines cada poro de mi piel.
Cual arrebol cada atardecer.
Perdón por la irrupción,
pero la bonhomía me consume.
¿Quién quiere corazones hechos de cristal
y almas del peso de una nube?

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