martes, 12 de julio de 2022

Recuerdos

Es increíble cómo pueden cambiar tantísimo las cosas,
de verano a verano, 
de enero a diciembre,
o de segundo a segundo.
No sé de qué manera me asusta más.
Lo importante es que cierras los ojos,
y cuando los abres,
tu amiga, la del pueblo vecino,
ahora vive en Irlanda,
tu otro amigo, al que llamabas para veros los viernes,
ahora ha cambiado de número y también de vida.
Las calles siguen en su sitio,
pero huelen diferente.
La gente te sigue llamando por tu nombre,
pero son voces que no reconoces.
Y de repente, un día vuelves a pasar por esa esquina,
y te das cuenta de que la señal de stop está medio borrada,
echas una mirada hacia atrás cuando te montas en el coche
y te das cuenta de que el cojín que te regaló ha perdido su color,
vas al mismo bar de siempre, pides lo mismo,
pero ya no te sabe igual,
te miras por dentro, y, bueno, resulta que te encuentras
con un par de cicatrices más.
Y es cuando te preguntas cuál será el conjuro para parar el tiempo,
poder viajar al momento que quieras
y no tener que vivir para siempre de los recuerdos,
esos que fueron tan bonitos
cuando eran eso, momentos,
pero al convertirse en recuerdos
solo escuecen cada día un poquito más. 

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