martes, 14 de marzo de 2023

Vivir con ansiedad

Qué bonito sería vivir sin ansiedad. Vivir sin estar pendiente cada puñetero minuto del reloj porque tu percepción del tiempo está distorsionada y lo que para otros es un minuto para ti es una hora. Qué bonito sería levantarse y que te diera tiempo por lo menos a mear antes de que mil pensamientos asalten tu cabeza a la vez y te bloqueen y no te dejen hacer nada. Qué bonito sería ver que te han mandado un mensaje y que no te palpite el corazón porque en seguida tu cabeza piensa que se trata de algo malo. Qué bonito sería no tener esa incansable necesidad de tenerlo todo bajo control, y si algo falla, sentir una opresión en el pecho. Qué bonito sería ser capaz de vivir el día a día, sin más, adaptándose a cada circunstancia que vaya surgiendo, y no vivir adelantado a lo que va a ocurrir, imaginando cientos de escenarios posibles y cómo vas a actuar en cada uno de ellos para que al final ninguno termine realmente ocurriendo. Os aseguro que es increíblemente agotador. Qué bonito sería tener la voluntad de hacer cosas, y disfrutar de hacerlas, sin tener que parar a la mitad para respirar hondo y replantearte mil y una cosas completamente irracionales, disfuncionales, y que nada te aportan excepto dejarte sin fuerzas para hacer nada más. Qué bonito sería que tu único momento de verdadera desconexión no fuese cuando estás rodeado de gente de confianza, cuando estáis en la calle haciendo planes, y pudieras sobrevivir mentalmente también al hecho de estar solo en casa de lunes a jueves. Qué jodidamente dura se hace la semana cuando tienes ansiedad hasta que llega el viernes. Tener ansiedad es tener constantemente malas vibras en el cuerpo, y la mente las veinticuatro horas del día a tres mil millones de revoluciones por minuto, pensando y sobrepensando: “¿Por qué dije esto? ¿Por qué hice aquello? ¿Cuántos días faltan para tal? ¿Qué pasará cuando llegue este momento, qué haré? ¿Qué estará haciendo no sé quién? ¿Cuándo será la próxima vez que lo veré como la última vez? ¿Por qué con ellos sí y conmigo no?” Tener ansiedad es sentirte mal por cada cosa que pasa a tu alrededor pero no saber cómo intervenir, no saber cómo ayudar a los demás porque no te sabes ayudar ni tú, y que encima piensen que es porque eres egoísta o mala persona. Tener ansiedad es sentirlo todo el doble que los demás, que los pensamientos y emociones te sobrepasen y superen día sí y día también, y tener que parar y desconectar con todo y con todos hasta volver a sentirte mínimamente mejor. Tener ansiedad es tener una necesidad incansable de hacer cosas, de llevar a cabo planes, de vivir experiencias, y la incesante decepción, contínua, cuando ves que no se logran y que te toca volver a quedarte en el sofá, acompañada de tus inseparables pensamientos. Tener ansiedad es, por otro lado, no tener fuerzas para salir de ese sofá, porque nada te llama la atención ni te llena tanto como para darte una motivación para hacerlo. Tener ansiedad es tener pesadillas concurrentes y percibir que todos los días son iguales, y ya no saber cómo sobreponerte a ellos para ser feliz. Tener ansiedad es que al día le sobren la mitad de horas de las que tiene, y que cuando estás agusto con tus amigos, falten el doble. Tener ansiedad es no poder dormir por las noches y no poder levantarte por las mañanas. Tener ansiedad es que te reprochen continuamente por qué eres así y que eso solo haga que te sientas culpable contigo mismo y todo se agrave. Tener ansiedad es tener una enemiga que te acompañará toda la vida, y contra la que si no puedes, al final te tienes que acabar uniendo a ella.

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