martes, 11 de abril de 2023

Recuerdos sólidos

¿Alguna vez te han hablado de los recuerdos sólidos? Son esos recuerdos que se te clavan como daga en el corazón, y nunca puedes sacarla. Esos recuerdos que se aferran a ti como gota de cianuro en la garganta, pero que, sin embargo, nunca puedes terminar de tragar para que se acaben. Son esos recuerdos que te van a acompañar toda la vida, porque un día fueron los momentos más felices, para acabar siendo los recuerdos más dolorosos. Y resulta que yo tengo grabado a fuego el recuerdo de tus pupilas brillantes, de tus manos suaves, hasta de tu manera de tomar el café. Yo tendré siempre el recuerdo de aquella estación de tren un martes 13 a las siete de la tarde, la maleta a medio hacer y un taxi esperando a un cliente que nunca llegó. Yo viviré siempre en el recuerdo del portal 13 a medio abrir, o a medio cerrar, según quién lo mirase, tras el que nos dimos el último beso sin ni siquiera saberlo. Qué fijación tuvimos siempre con el número 13, a lo mejor por eso es mi número favorito. Pero lo peor de todo, es que no contenta con tener recuerdos sólidos sobre ti, también, de vez en cuando, juego a vivir de recuerdos que me imagino sobre nosotros. Sí, a veces nos recuerdo en el día de nuestra boda, o en el que vimos por primera vez la cara de nuestro hijo. Tengo mil y un recuerdos sobre nosotros, que todavía no han sucedido. No sé para qué los tengo, supongo que me va el rollo masoquista, lo que sí sé es que me hacen echarte muchísimo más de menos, y entonces recuerdo aquello de que no es posible echar de menos lo que nunca ha ocurrido, y sonrío sólo un poco, muy disimuladamente. 

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