miércoles, 25 de febrero de 2015

Cuando la nieve caía sobre los tejados

Cuando la nieve caía sobre los tejados,
cuando la humedad se desvanecía con el viento,
cuando todo se destruía por dentro,
mi cuerpo se yacía congelado.

Cuando el agua se convertía en hielo,
y el hielo se convertía en glaciar,
mi alma subía al cielo,
a la vez que se empezaba a rasgar.

El ambiente era tenebroso,
mis manos iban hacia la oscuridad,
mi corazón latía nervioso,
se abría paso hacia la frialdad.

Mi interior se rompía en mil pedazos,
el mundo desaparecía ante mis ojos,
la soledad en su cama me hacía un lado,
y yo ciega, dejé de verlo todo.

Millones de espirales me atrapaban, 
miles de manos me agarraban, 
quería correr y me caía,
quería huir y no podía.

Cuando la nieve se derretía sobre los tejados,
cuando el glaciar se convertía en hielo y el hielo en agua,
en ella me hundía y no podía salir a nado,
y entonces, sin más, desaparecí en la nada. 

No seré tu primer amor, pero sí la mejor de tus historias

No seré perfecta, pero haré todo lo que esté en mi mano para hacerte feliz.
No seré un hada mágica, pero intentaré sacarte una sonrisa en cada momento.
No seré justo lo que tú deseabas, pero sí seré justo lo que necesitas.
No seré increíble, pero intentaré sorprenderte cada día.
No seré paciente, pero siempre intentaré no discutir contigo.
No seré la más buena de todas, pero siempre estaré a tu lado para todo lo que necesites.
No seré la más guapa, pero nunca te fallaré.
No seré la más divertida, pero siempre estaré dispuesta a ayudarte.
No seré asombrosa, pero siempre encontrarás en mí un apoyo.
No seré la más habladora, pero nunca te dejaré de lado.
No seré la más popular, pero nunca me reiré de ti.
No seré la que más dinero tenga, pero sí seré la que más amor te dará.
No seré la que más cosas pueda ofrecerte, pero sí seré la que más cariño te regalará.
No seré la que nunca te haga daño, pero sí seré la que nunca lo haga intencionadamente.
No seré tu primer amor, pero sí la mejor de tus historias.

Un abrazo que abarque todos los días sin vernos

No sabes cuánto desearía en este mundo volverte a ver. No sabes cuánto desearía en este mundo romper todas las reglas y acabar con todas las normas para poder volver a estar contigo.

No sabes cuánto odio las diferencias que nos separan. No sabes cuánto odio los muros que se anteponen entre tú y yo.

Pero me dicen que la distancia separa a dos personas, y yo les digo, que la distancia sólo son kilómetros que separan cuerpos, pero no corazones.
Me dicen que así es imposible, y yo les contesto, que los imposibles también existen.
Me comentan que el olvido es inevitable, y yo les respondo, que se me olvidó olvidar.

A veces soy consciente de que estamos separados, pero sé que estamos bajo el mismo cielo soñando el mismo sueño.

Una mirada, dos pasos, tres palabras, cuatro caricias, cinco suspiros, seis emociones, siete besos, ocho sueños, nueve promesas, un amor.

Y grito a los cuatro vientos que quiero volar para a tu lado poder descansar.
Y me paro en este renglón para decirte que te quiero.
Y me vuelvo a parar en este renglón para decirte que nuestro pequeño infinito será para siempre.
O todo contigo o nada con nadie.

Resulta muy tópico decir valiente, al que juega con los amores. Yo te digo valiente a ti, por ganarle a la distancia cada día.

Dicen que el cielo está en cualquier lugar, y yo lo encontré a tu lado.
No sabes qué daría por volver a estar otro segundo más junto a ti.

Y termino en este renglón para decirte, que te daré un abrazo que abarque todos los días sin vernos.

martes, 24 de febrero de 2015

Hasta que te escuché respirar

Creí haberte escuchado respirar,
creí haberte visto cerca,
pero cuando me dio por mirar,
fui consciente de que sólo estabas en mi cabeza.

Empecé a suspirar,
recordando momentos del pasado,
llorando en aquel bar,
donde durante tanto tiempo nos habíamos amado.

Las lágrimas nacían en mis ojos,
se resbalaban por mis mejillas y desembocaban en mi boca,
en realidad me daba igual todo, 
incluso empecé a pensar que me estaba volviendo loca.

Aunque de mi imaginación se tratara, 
estabas allí a mi lado, 
me dabas la mano,
y luego solo te veía de espaldas...

Aunque de una ilusión se tratase, 
tú estabas allí conmigo,
arropándome para quitarme el frío,
aunque éste no me abandonase.

Creí entonces soñar una vida contigo,
perderme entre los besos de tus labios,
hasta que te escuché respirar,
y mis pensamientos cayeron para siempre en el olvido.


Si éstas alas pudiesen volar

Si estas alas pudiesen volar, las abriría hasta tenerlas completamente perpendiculares a mi cuerpo.

Si estas alas pudiesen volar, me lanzaría hacia el vacío sin mirar atrás.

Si estas alas pudiesen volar, las movería en movimientos rítmicos hacia arriba y hacia abajo, a la vez que el viento sale disparado de ellas, proporcionándome ciertas brisas de aire frío.

Si estas alas pudiesen volar, no dudaría en lanzarme hacia la aventura, traspasar límites, montañas, ríos, mares...

Si estas alas pudiesen volar iría a cada lugar del mundo, a cada rincón escondido que solo sus habitantes conocen. Iría de ciudad en ciudad. Ayudaría. Repartiría compañía. Repartiría AMOR.

Si estas alas pudiesen volar, muchas lágrimas se convertirían en sonrisas. La tristeza se convertiría en felicidad.

Si estas alas pudiesen volar, el mundo cambiaría en algo. 

Si todos fuésemos capaces de hacer que nuestras alas volasen, entre todos ayudaríamos a los más necesitados.

Si todos desarrolláramos la capacidad que tenemos para escuchar, ayudar y colaborar, entre todos haríamos felices a muchas personas. 

Por eso, no tengas miedo a caer, empieza por unirte a mí, abre tus alas y VUELA.

lunes, 23 de febrero de 2015

Sentada al borde de un acantilado

Sentada al borde de un acantilado me paro a observar, cada ola del mar, cada nube que se desplaza a un determinado lugar, cada estrella que empieza a relucir en algún punto del cielo.

Sentada al borde de un acantilado cojo una piedra y la lanzo al mar, el cual la acoge en el interior de un pequeño agujero que se forma. Observo cada gota que salta para volver a caer al mar, observo cada onda que el contacto de la piedra provoca, observo cada movimiento del agua. Veo esa verde luz tan hablada.

Sentada al borde de un acantilado, me pregunto qué sentido tiene ser un pez, qué sentido tiene ser un pájaro, qué sentido tiene la vida. Me vuelvo algo filosófica y empiezo a soñar despierta.

Me imagino un mundo sin fronteras y sin límites, un mundo en el que poder sentarme al borde de un acantilado cada tarde, un mundo en el que pudiera tirarme desde ese acantilado hacia el mar y no me pasara nada, tan solo rodearme de agua y nadar sin parar, hasta cansarme pues, el mar tampoco tendría límites establecidos.

Sentada al borde de un acantilado escucho el sonido que hace el agua al chocar contra las piedras, el sonido que hacen los peces al saltar. Escucho ese sonido que dicen que procede del mar, el cual pocas personas creen haberlo podido escuchar, y que te hace sentir tan increíblemente bien.

Siento cada brisa del viento rozarme los brazos, las piernas, la cara, a la vez que me libera de mi pesado flequillo y me ofrece una vista más amplia de lo que antes creía que era el horizonte. Siento mil emociones en mi interior, siento una pesada carga dentro de mí que salta al vacío, creo ver cómo cae al mar y creo escuchar su sonido al hacerlo. Me siento mejor que nunca.

¿Hasta dónde será capaz de llegar mi imaginación? ¿Cuánto me hará subir este acantilado? ¿Me quedaré aquí viendo mi vida pasar o saltaré hasta caer al mar?

Quisiera poder volar para saltar desde aquí sin caer al mar. Quisiera que el acantilado me abrazase. Quisiera convertirme en pez para poder nadar y en pájaro para poder volar. Quisiera grabar ese olor de agua marina en mi piel. Quisiera ser el mar, quisiera ser tan grande que pudiera abarcar ciudades.

Pero sin embargo, sé que es imposible. Todo vuelve a la realidad. El horizonte vuelve a su sitio y los límites vuelven a establecerse. Los pájaros siguen volando, los peces siguen nadando, y yo empiezo a entender que mis sueños, sueños son.

Entonces las luces se apagan, los sonidos cesan, y sentada al borde de un acantilado, veo desaparecer el mundo ante mí. 

viernes, 20 de febrero de 2015

Como los pájaros necesitan las alas para volar

Él es mi luz y a la vez mi oscuridad. Él es mi frialdad y mi calor. Él es el viento húmedo que hace de mi cabello una espiral en los días de tormenta. Él es la lluvia que moja cada poro de mi piel en los días de lluvia. Él es el sol que calienta mi cuerpo en los días de verano. Él es el agua que me da vida y que me calma la sed. Él es la tierra que se esconde bajo mis pies a cada paso que doy. Él es la nube que oculta el sol cuando lo necesito para ver, y a la vez, la nube que se va y deja salir al sol para que pueda ver.

Él es mi fuerza, pero a la vez mi debilidad. Él es mi felicidad y mi tristeza. Mi preocupación y mi diversión. Él es mi alegría, mi perseverancia, mi apoyo. Mi sonrisa, mis lágrimas, mis muecas de dolor, mis risas. Él es las manos a las que tengo que agarrarme para poder caminar y los pies que necesito para parar. Él es los brazos en los que necesito esconderme cuando estoy triste, él es los brazos que me aprietan cuando siento que es el fin.

Él me sujeta las manos, me las calienta cuando las tengo frías. Él me abraza, me atrapa entre sus brazos para protegerme y me da el calor que necesito cuando tengo frío. Él me da el primer empujón para empezar a hacer algo. Él calma mi aliento a base de besos. Me calma a base de abrazos.

Él me hace sentir especial, me hace sentir única. Es a lo que me agarro cuando no tengo nada a mi alrededor. Es todo lo que me hace sentir viva y lo que me hace amar.

¿Qué mas puedo pedir si le tengo a él? ¿Y qué si él no estuviera? No sería lo mismo.
¿Quién me iba a calentar las manos? ¿Quién iba a quitarme el frío? ¿Quién iba a calmar mi aliento?

Como las plantas que necesitan la tierra para vivir. Como los peces que necesitan el agua. Como los pájaros necesitan las alas para volar. Yo le necesito a él.

domingo, 8 de febrero de 2015

¿Qué ves a tu alrededor?

Un escritorio lleno de objetos; una lámpara, un calendario, una caja con algún que otro collar, más cajas cuyo contenido es indiferente, una funda de gafas, tres cargadores, un par de folios, algunos coleteros, un cepillo y bastantes trozos de revista recortados. Una variedad sorprendente de peluches, sábanas a rayas, mantas a colores, una zapatilla de lado y otra derecha, formando una especie de triángulo. Unos cuantos cojines acompañados de una gran almohada y mis manos sobre el teclado escribiendo estas palabras.

Veo una ventana y detrás de ella ropa tendida, sostenida con un puñado de alfileres. Veo una fina cuerda que la sostiene, la cual empieza en una pared y termina en otra. Veo más ventanas, persianas y cortinas tras ellas, veo personas en el patio, niños jugando y personas mayores cosiendo. Perros corriendo detrás de algunas pelotas y pájaros volando.

Veo la felicidad de personas que sonríen mientras van caminando por la calle, veo las risas de niños que juegan como lo que son, niños. Veo esperanzas y veo sueños, que cada persona lleva cargando consigo.

Pero también veo tristeza, veo rostros mojados de espesas lágrimas, caras tristes y desganadas.
Veo gente que necesita ayuda, que sin abrir la boca la piden a gritos. Veo gente desesperada que no sabe a dónde ir ni qué hacer, y me paro a observar mejor. Entonces veo que unos ojos me miran, y en esa mirada lo único que veo, es lo que realmente importa, el interior, no la apariencia de las cosas.

¿Y tú? ¿Eres capaz de ver más allá de lo que ven tus ojos?

Unas oscuras cortinas

Esta noche me he despertado y te he visto. He creído verte. Alcé la vista hacia la ventana y estabas ahí, quieto, de pie, mirándome con tus épicos ojos azabache, que me fulminaban. Estabas serio, pero transmitías tranquilidad. He creído ver que luego sonreías, y si mal no recuerdo, también me cogías de la mano,
me susurrabas palabras de amor al oído y me besabas los labios.

Me tenías entre tus brazos, me apretabas con fuerza contra tu pecho y empezabas a cantarme, empezabas a darme tu amor. Recuerdo que yo te apretaba aún con más fuerza y sonreía como nunca antes lo había hecho.

Me acuerdo de esa sensación de querer saltar de una nube a otra, y mientras, rozar el cielo con la palma de mi mano. Me acuerdo de lo segura que me sentía a tu lado.

Estabas tan guapo, eras tan tú...Y habías venido a visitarme, a regalarme una de tus sonrisas.
Me pediste disculpas por todos los errores del pasado, me propusiste volver a empezar de cero, los dos juntos, esta vez creyendo en lo imposible y dejando las normas pasar, confiándoselo todo al tiempo.

Me prometías un para siempre, y me decías que esta vez iba a ser de verdad. Recorrías con la punta de tus dedos toda la línea recta de mi espalda, hacia arriba y hacia abajo, y yo, no podía parar de acariciarte la cara, confiando en tus palabras.

Pasamos toda la noche juntos, leyendo poemas de la mano. Arreglamos todos nuestros malentendidos y solucionamos todos nuestros problemas.Yo te miraba y tú
me mirabas. Yo te sonreía y tú me sonreías. Nos besábamos, nos abrazábamos, nos acariciábamos, éramos como uno sólo. Estábamos mejor que nunca, hasta que tras sentir un pequeño beso en la punta de la nariz y oír un espontáneo "te quiero", abrí los ojos y me desperté de mi sueño.

Alcé la vista de nuevo hacia la ventana, y allí sólo había unas oscuras cortinas.

viernes, 6 de febrero de 2015

Escúchame, tengo algo importante que decirte

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber aprendido algo nuevo. Escucha atentamente a tu corazón, algo te dice en cada segundo, en cada instante. Piensa lo que te está diciendo, reflexiona. Saca la esencia y saca la enseñanza que te deja. Aprende de tus errores, pues no están para que te sientas mal, ni para que abandones lo que haces. Están precisamente para aprender, para enseñarte que en la vida las cosas cuestan trabajo y que hay que esforzarse, y que si la solución te da incorrecta, que no pares hasta conseguir dar con la correcta.

No dejes que termine el día sin haber sido feliz, encuentra y recuerda las pequeñas alegrías que has experimentado, no te fijes en las tristezas, ni en los momentos de presión. Olvida las malas rachas, los momentos en los que creías que ibas a morirte, olvida los malos momentos, las lágrimas, el dolor, la frustración. Piensa en todas esas sonrisas que formaron tus labios en menos de un minuto, y piensa que si sonreías, sería por una buena razón, que en ese momento, te hacía sentir alegre.

No dejes que termine el día sin haber aumentado tus sueños. No los pierdas, no los dejes por el camino, llévalos siempre en el bolsillo. Si te encuentras alguno por el suelo, recógelo y guárdalo. Colecciónalos. Si alguno se sale del bolsillo, y se vuela con el viento en grandes círculos, o en pequeñas líneas, ve tras ellos hasta atraparlos en tu puño.

No te dejes vencer por el desaliento, no decaigas, si te caes una vez levántate, si pierdes el equilibrio recóbralo, si te resbalas, pisa más fuerte. Respira hondo y sigue. Cúrate las heridas, ponte esparadrapos, quítatelos al tiempo para que el viento roce las heridas y las cure más rapido. Échate agua del mar, para que la sal las cure. Al igual, cura tu alma de todos los daños que ha sufrido, saca un buen partido de ella.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, si quieres expresarte haciendo el pino en plena calle, hazlo. Si quieres expresarte con un gorro de lana en pleno agosto, póntelo. Si te gusta cantar, canta a gritos. Si te gusta escribir, escribe lo que más a gusto te haga sentir, independientemente de la opinión del resto. Si te gusta bailar, baila la música que más te inspire. Si te gusta el deporte, entrena tus músculos de la manera que elijas. Si te gusta algo, hazlo. No dejes que los demás te digan que no debes hacerlo sólo porque a ellos no les gusta cómo lo haces.

No dejes de hacer locuras porque te digan que son locuras, vívelas, la vida solo es una y solo se puede vivir una vez. Aprovéchala, si te quieres tirar en paracaídas tírate, si quieres irte a algún lugar, el que sea, sin relojes, sin brújulas, sin maletas ni recuerdos, si quieres abandonarlo todo y perderte por el tiempo sin rumbo ni dirección, hazlo. Si quieres no dormir en toda una noche por leer libros de Shakespeare, pues léelos durante toda la noche, si prefieres no dormir para irte de fiesta, vete de fiesta. Las locuras de hoy pueden ser los mejores recuerdos de mañana.

No dejes de creer que las poesías y las palabras pueden cambiar el mundo, porque de hecho, lo cambian. A mí las palabras me cambian la vida, me la hacen ser más bella. Las palabras te proporcionan sentimientos y emociones, las poesías a veces te provocan un par de lágrimas. Pueden hacer milagros, pueden hacer que pases de menos cinco a veinte en sólo un segundo, pueden hacer que pases de estar bajo tierra a estar sobre el cielo, y yo, espero estar haciéndolo con estas palabras.

Pase lo que pase, tu esencia siempre estará intacta. En realidad siempre vas a ser tú, lo que más dentro de ti está, siempre se va a quedar ahí, eso no te lo puedes arrancar aunque quieras cambiar. Son tus raíces, Eres eso y nada más que eso. No te esfuerces en cambiarlo, es en vano. La esencia es lo único que hagas lo que hagas jamás podrás conseguir que se vaya. La esencia da el sentido a las cosas y tu esencia da el sentido a tu vida.

La vida es desierto y oasis. Es fuego e hielo. Es viento y mar. Por eso, tienes que aprender a luchar contra las más fuertes tormentas de arena y contra las más fuertes avalanchas de nieve. Tienes que aprender a no poner las manos en el fuego si crees que tienes posibilidades de quemarte. Tienes que aprender a andar contra las peores rachas de viento y huracanes, y por supuesto, tienes que aprender a nadar en las olas más fuertes y más altas que hay. La misma vida.


La vida nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. La vida nos hace ser fuertes, por eso antes tiene que ponernos pruebas y hacernos daño alguna que otra vez, para que gracias a ello, podamos ser fuertes. Nos deja valores muy importantes y enseñanzas muy válidas. La vida es amor, nunca odio. La vida solidaridad, nos da lo único que no recuperará jamás, el tiempo. Aprovéchalo. Crea tu propia historia, para ser el protagonista de ella. Esa historia es tu vida, solo tuya, solo una, es única. Haz que el planteamiento sea entrañable, el nudo original, y el final... Te lo dejo a ti.

SÉ FELIZ Y ARRIESGA POR LO QUE QUIERES, DE LO CONTRARIO, NUNCA GANARÁS NADA. 





jueves, 5 de febrero de 2015

Café

Una ventana empañada, gotas de lluvia cayendo por ella, resbalándose hasta caer. Un cielo, cubierto de nubes algo negras, quizás algo grises, pero ninguna tonalidad blanca. Una mesa. El café caliente sobre ella como cada mañana. El humo que asciende para desaparecer poco antes de llegar a rozar el techo de la casa. Una silla en la que Alice se sienta como cada día. Una mirada hacia esa ventana. Una cucharilla dando vueltas como una interminable espiral alrededor del centro de la taza que contiene el café. Más humo, más miradas hacia la ventana. Pensamientos que salen de su cabeza, libres al vuelo.

Piensa en cómo sería la vida de un pájaro, cómo sería eso de no rozar el suelo por más de tres segundos. Piensa eso de ser tan ligero que el viento te lleva a todos lados. Piensa cómo debería ser poder mover unas alas, que te llevan justo al sitio que tú quieres ir. Piensa en poder atravesar la ventana y esas nubes que no tienen nada en común ni ningún parecido con el color blanco. Piensa en atravesar más que eso, atravesar el cielo, atravesar el mundo entero, piensa en cosas realmente imposibles, pero que la hacen feliz.

Pájaros y más pájaros que pasan por su ventana, más y más pensamientos, más vueltas alrededor de la taza de café. Cierra los ojos, los abre, se levanta, se sienta, se imagina por un momento que pudiera volar hasta desaparecer en el horizonte, ir más allá de las fronteras que se conocen. Alcanzar lo inimaginable.

Voces. Gritos. Algo de música, el café sobre la mesa. Niños jugando. Sus pensamientos volando. Gente cruzando las aceras, coches pasando por la carretera, algunos frenan, otros aceleran. Los pájaros volando. El café sigue sobre la mesa.

Frío, frío de imaginar tantas cosas que parecen imposible, frío, en un día como este. Todo su cuerpo está frío, su mente está fría, sus sentimientos están fríos.

Ya no hay humo, ya no asciende, ya no desaparece, ya no llega a rozar el techo de la casa, pero sigue dando vueltas con la cucharilla al rededor de la taza de café, el cual, ya está frío.

Mil máquinas jamás podrán hacer una flor

Mil máquinas jamás podrán hacer una flor.

Mil lágrimas jamás podrán borrar unos ojos. Mil horas jamás podrán parar un reloj. Mil caídas jamás podrán destruir una ilusión. Mil defectos jamás podrán cubrir una casi perfección. Mil errores jamás te impedirán volverlo a intentar. Nada puede cambiar la esencia de algo. Nada puede impedir que la vida fluya. Ninguna cosa puede destruir cosas más importantes que ella.

Muchos esfuerzos dan lugar a un fruto, un fruto da lugar a sentirte orgulloso, sentirte orgulloso da lugar a una victoria, una victoria da lugar a una enseñanza, una enseñanza da lugar a crecer mejor como persona. ¿Qué has aprendido tú? ¿Has sido capaz de crecer como persona gracias a ello?

Nada te puede impedir que dejes de luchar por tus sueños, son tuyos, nadie los puede tocar, estén en línea recta, desordenados, en una curva, en una espiral, en un hueco escuro o en un espacio libre a la luz del día. Escondidos entre las páginas de un libro, entre los créditos de una película, entre las olas del mar o entre las nubes del cielo. Aunque corran a una velocidad inalcanzable, aunque estén tan lejos que tu vista no te permita verlos, aunque el camino sea difícil y más de una vez tengas que apartar alguna que otra piedra pesada del camino. Si luchas, lo consigues. Si te equivocas, puedes empezar desde el principio. Pero nunca tirar la toalla, nunca ser cobarde.

Aunque te digan que no, aunque no te apoyen, aunque intenten convencerte de lo contrario. Aunque más de una vez tengas que andar por una fina cuerda y te caigas. No pasa nada, levántate. Nunca mires abajo, nunca agaches la cabeza, nunca inclines el cuerpo. Mira hacia el frente, recto, no te pares, camina, aunque sea paso a paso, poco a poco.

No quieras ser alguien que no eres, no quieras parecerte a otros que tienen más facilidad que tú para conseguir las cosas. Nunca dejes de ser tú mismo, porque eso es lo más importante.

Mil copias jamás podrán reemplazar a tu verdadero ser.