jueves, 5 de febrero de 2015

Café

Una ventana empañada, gotas de lluvia cayendo por ella, resbalándose hasta caer. Un cielo, cubierto de nubes algo negras, quizás algo grises, pero ninguna tonalidad blanca. Una mesa. El café caliente sobre ella como cada mañana. El humo que asciende para desaparecer poco antes de llegar a rozar el techo de la casa. Una silla en la que Alice se sienta como cada día. Una mirada hacia esa ventana. Una cucharilla dando vueltas como una interminable espiral alrededor del centro de la taza que contiene el café. Más humo, más miradas hacia la ventana. Pensamientos que salen de su cabeza, libres al vuelo.

Piensa en cómo sería la vida de un pájaro, cómo sería eso de no rozar el suelo por más de tres segundos. Piensa eso de ser tan ligero que el viento te lleva a todos lados. Piensa cómo debería ser poder mover unas alas, que te llevan justo al sitio que tú quieres ir. Piensa en poder atravesar la ventana y esas nubes que no tienen nada en común ni ningún parecido con el color blanco. Piensa en atravesar más que eso, atravesar el cielo, atravesar el mundo entero, piensa en cosas realmente imposibles, pero que la hacen feliz.

Pájaros y más pájaros que pasan por su ventana, más y más pensamientos, más vueltas alrededor de la taza de café. Cierra los ojos, los abre, se levanta, se sienta, se imagina por un momento que pudiera volar hasta desaparecer en el horizonte, ir más allá de las fronteras que se conocen. Alcanzar lo inimaginable.

Voces. Gritos. Algo de música, el café sobre la mesa. Niños jugando. Sus pensamientos volando. Gente cruzando las aceras, coches pasando por la carretera, algunos frenan, otros aceleran. Los pájaros volando. El café sigue sobre la mesa.

Frío, frío de imaginar tantas cosas que parecen imposible, frío, en un día como este. Todo su cuerpo está frío, su mente está fría, sus sentimientos están fríos.

Ya no hay humo, ya no asciende, ya no desaparece, ya no llega a rozar el techo de la casa, pero sigue dando vueltas con la cucharilla al rededor de la taza de café, el cual, ya está frío.

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