“El mar crea las olas para poder abrazarse a sí mismo” fue la frase que estaba escribiendo cuando me dijiste el primer “te quiero”. En cuanto a quererte a ti, puedo decir que se siente como el deshielo de los glaciares, como todas aquellas restas que en realidad solo son sumas disfrazadas de cero, porque ya nos lo gastamos y lo vivimos todo. Quererte se siente como una nota pisada por otra, creando una melodía que aún así es bonita y te roba todos los silencios que guardabas como tesoros. Quererte se siente como darle la vuelta a lo que ya estaba del revés, como una elección dicotómica apostándolo todo al negro porque el rojo ya lo llevas tatuado en la piel. ¿Cómo podría decírtelo? Quererte es como practicar un deporte de riesgo sin llevar línea de vida, es la adrenalina que se siente al estar en el punto álgido de la gravedad cero, es la tierra firme que pisas cuando caes, y las manos que dibujan los contornos de tan hermoso baile de tres. Del día que me dijiste que siempre sería el amor de tu vida solo recuerdo pensar que yo no sé si eres el amor de la mía, pero sin duda, le das vida a mi amor, y eso ya es mucho más de lo que mataría por estar viva.
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