domingo, 31 de diciembre de 2017

Rostros sombríos

Vengo rumiando un tiempo
que las cosas han cambiado,
que ya no hay tal cenicero
ni sobre él dolor alguno apagado.

Vengo rumiando un tiempo
que las cenizas se me caen al suelo.
Porque las piso y no se apagan,
me las llevo con el dolor de mi alma.

Por qué necesito que el humo persista,
porque respiro aire y me ahogo.
Por qué anhelo el alcohol en mi sangre,
porque bebo agua y me subrogo.

Vengo rumiando un tiempo,
que ya no soy la misma,
de mi mano alguien se soltó,
y la lluvia de caer desistía.

Quizás de mí ingenua,
que lo ignoré por completo,
pero ahora anhelo aquellas manos
como a la sombra que se llevó el viento.

Aquellas risas ahora permanecen congeladas
viviendo en todos esos rostros sombríos.
Miradas esquivas si las hubiere,
ceniza donde hubo madera quemada.

Cruzo las calles,
abordo las esquinas
y en cada mujer
creo ver tu figura.

Aquellos pasos que oigo tras mi espalda,
no son más que el lejano recuerdo
 que tengo de los tuyos.
Quisiera verte a ti, amiga,
después de girarme,
y no tener motivos para huir,
sino de tu ausencia librarme.


Te echo de menos.


A A.F
A Alicia




sábado, 2 de diciembre de 2017

Tras aquellas paredes

Sintiendo el arroyo de la noche la sutileza de mis pensamientos se tornaba ensordecedora, abasteciéndome de tus efímeros recuerdos intentaba hallar la calma en el campo de batalla que había irrumpido en mi habitación. Hasta tan dichosa calma se me antojaba tempestad cuando tú no estabas ahí para referirme cuánto para ti mi vida significaba. Creí estar sola cuando te encontrabas a mi vera, creí haber tocado con la punta de mis dedos el fuego del infierno cuando con tus labios callabas los anhelos de mi boca. Qué alma tan estúpida la mía que por tales sandeces ahora agoniza ante la tormenta de tu irrevocable marcha. Que me condenen si en amarte no me empeñé, que me lleven junto al diablo si en hacerte mi hombre yo no insistí. Tal fue mi tarea y siempre mi empeño puesto en ella, pero el cielo no me sonrió, yo lo vi llorar. Sus lágrimas mojaron mis sentimientos y calaron hasta los resquicios del ático de mi alma. Ahora padezco la gotera de tu amor quebradizo, impune, absuelto de ser castigado. Me da un vuelco el corazón y estimo que en tu regreso estaría el milagro de mi ser, ser mundano que sólo mendiga tu calor en los días de desdicha. Pero ya no me queda más remedio que callar y obedecer a las paredes que me dan cobijo, que más allá de ellas serenidad alguna encontraré, ni pasos que me lleven de vuelta a tu edén.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Hoy ha sido un día triste

He llorado la pérdida
de mil lunas a mi vera,
aquellas me alumbraron el camino
cuando me perdía por las veredas.

He querido reemplazarlas
y su lugar ya está precintado,
volaron las liebres hacia lejanas aguas,
me escondí en un lugar abandonado.

Dicotomía en mi vida,
fui y ya no soy,
echo de menos los días
que ya no son como hoy.

Mis amigos ya se fueron,
ahora otros me dan cobijo,
es esto lo que yo quiero
mas no lo he elegido.

Mi nueva vida me abraza
y yo me dejo hacer buena dama,
el relente de la noche me sorprende
y envuelvo mis miedos en su manta.

Culpable es el tiempo,
bonitas las nubes
que quiero tocar
y ellas se cubren.

Rocío de la mañana que viste
de blanco el bosque,
de negro mi alma;
hoy ha sido un día triste.



miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mi(l) mundo(s) interior

Le planto frente
a esta hoja en blanco
con lluvia en los ojos
corazón hundido en barro.
Las alas no se me encrispan,
en la cima de mi alma
se esconde una carta
firmada con borrosa tinta.
Y el hielo me baña,
y el viento me enreda
en una noche oscura
me desvío por tus veredas.
Oscuro es el camino
verde la primavera
en el mar nado conmigo
y canto con las sirenas.
Muriendo me hallo
a ti te quería
incluso me has dado
donde más me dolía.
Que los duendes te cuenten
quién era yo
que las hadas brillen
hasta que muera el sol.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Tengo un invierno en el corazón

Tengo un invierno en el corazón. Cada vez que no me miras. Cada vez que no me rondas. Cada vez que para no besarme. No me abres la boca. Cada vez que te vas. Pero vienes. Pero vuelves. Para volver a irte. Para no regresar. Porque es mejor despedirse. Porque es peor no decir adiós. Porque adiós y te quiero no echan raíces. Porque el viento arrasó. No ha existido invierno tan frío. Invierno con más ansias de verano. Ni corazón que lo soporte. En sí mismo. Corazón mundano. El mío se extinguió. Hace un segundo. Hace un segundo llovió. Hace un segundo. Que le tengo miedo al sol. Tengo un invierno en el corazón. Que alberga lluvia, nieve, tormenta. Que abarca mar. Que abarca selva. Que da cobijo al frío. Que siento que ese corazón ya no es mío. Que me congela la piel. Que lo miro y no es él. Que de mí se olvidó. Que me dejó sin calor. Y ahora muero de frío. Y ahora escucho el eco del pájaro sombrío. Desistir de escuchar su voz. Asumir mis propios desafíos. Tengo un invierno en el corazón. Que me dice que él ya se marchó. Que me dejó y no se asustó. Que sacó un pañuelo y no lloró. Que lo abrió y lo celebró. Triste mi corazón. Triste mi alma y triste yo.


Tengo un invierno en el corazón
que no deja que las flores crezcan en mi interior.

Corazón, pobre del mío. 

domingo, 20 de agosto de 2017

Despídete de la luna

Donde el cielo nace
donde el horizonte acaba
en el universo el sol duerme
en el firmamento las estrellas bailan
he dormido toda la noche
añorando el despertar del alba
he abrazado a la luna entre poemas
entre lágrimas las nubes me lloraban
y el agua pura en mi piel se resbalaba
y pasaba dentro y mi corazón limpiaba
de polvo antiguo de barro sucio
de viejos recuerdos marchitos y absurdos
y en el suelo yacía un charco transparente
yo tendida al lado miraba al fondo de frente
entonces pasó una niña a verme
la asusté y lloró desconsoladamente
ella me conocía y sabía que yo no podía
que el frío me calaba que no me abandonaba
que la fiesta de la madrugada no me pertenecía
que en el llanto de mi pasado mi pena se ahogaba
siempre he echado más de menos
que he echado cosas de más
que siempre me lo guardo que siempre lo escondo
que incluso cuando lo pierdo la vida me vuelve a ganar
ya es verano y no me importa
que ahora hace calor aquí dentro
y en esta habitación soy yo la que sobra
ya es verano y no perdono al invierno
que a mi cuerpo le faltó calor
que a mi mechero le faltó fuego
sola sola me encuentro
dentro dentro pasa la madrugada
tarde tarde se hace
llora llora la mariposa sin sus alas
grito y me quedo muda
grito pero nadie me escucha
lloro y en el cielo amanece
niña, despídete de la luna.

-Despídete de la luna

miércoles, 19 de julio de 2017

Quizás sólo llueva dentro de mi casa

Cuando el reloj se para
mi corazón se congela
y empiezo a dudar;
¿Por qué todo en mí se quiebra?
Si quisiera continuar
andaría con los pies vendados
pero me da miedo caer
sin que nadie me abra sus brazos.

Cuando el reloj anda
deseo que lo haga al revés,
que se reste el tiempo,
que de y cuarto se pase a y diez.
Quisiera andar hacia detrás,
no al futuro sino al pasado,
para saber lo que se me viene
y poderlo esquivar antes de que llegue.

Cuando el reloj hace tic-tac,
comprendo que el tiempo no está ausente,
y que la eternidad es sólo un parche
que me inventé para protegerme.
Y aunque todo esto sea cierto,
he podido comprender que con lo malo no basta;
el tiempo permite que fuera el sol brille,
(quizás sólo llueva dentro de mi casa).

jueves, 6 de julio de 2017

Me han crecido alas en las cicatrices

Siempre he querido pensar que la vida es demasiado bonita, y algunas veces he creído falsamente que a tu lado lo sería aún más. Tenerte es un plato prohibido, tu compañía; un sabor que mi paladar nunca tendrá el gran privilegio de poder degustar. A menudo mis pensamientos acerca de ti me desgarran el corazón y él empieza a dudar si debe latir. Tengo miedo de que en un tiempo termine por olvidarlo y por eso ya no me hablo de ti. Guardo tu memoria bajo llave en los resquicios de mi casa con el inútil objetivo de no encontrarme con tus recuerdos de frente y no saber por dónde huír. No lo sé, el cómo, pero ellos siempre consiguen salir y pasan a verme. Y entonces desisto de huír, y me vuelvo a esconder para poder sobrevivir.
Resultado de imagen de alas
Si te dijera las veces que, contradiciendo a mis principios de supervivencia, he mirado detrás de la puerta para ver siquiera tu sombra aparecer tras ella... Si te dijera que tiemblo al verte temblarías conmigo y estaríamos en igualdad de condiciones. Me he dormido cien noches imaginando tus ojos posarse sobre mi silueta, visualizando cómo tu mirada se torna dulce y en un gesto amable le sonríe a mi cuerpo dormido. Si te dijera que otras cien noches las pasé contigo... Tomamos café y nos dimos la vida. Nos leímos y nos escribimos, legra a letra, poniéndole punto y final a cada frase que acabábamos. En mis sueños ocurría así. Estás en mí, en mis tazas de café y en las portadas de mis libros. Atrincherado en mi espalda y aferrado a mi alma. Como el niño de ojos brillantes y nervios incontrolables que agarra con fuerza y premura su balón.

Y es en este punto de la historia donde me doy cuenta de que ahora yo soy la mujer que lleva esos tacones de aguja pero que pisa fuerte y lleva paso firme. El rumbo me lo ahorro y prescindo de coger atajos ni servicios. La vida ahora es más bonita sin ti. Los ramos de flores me llueven solos y los piropos me los digo a mi antojo. El pájaro hace su nido y yo hago mi camino. Mi piel ya no necesita tus caricias y mis labios ahora saben respirar sin tus besos. Mi cama deja de estar fría a pesar de que ahora vuelves pero ya estás lejos. Te nombro y al amor ya no lo siento. Me voy al aeropuerto; quiero viajar antes de irme. Me marcho a otros países y no cojo avión


...porque me han crecido alas en las cicatrices.

Loes

domingo, 21 de mayo de 2017

Me gusta cuando Mario

Su magia atravesaba feroz el límite de lo incansable, se elevaba y en vueltas enredaba el aire que mata y que de amor muere. Se enmudecía la tiniebla y gritaba el cielo; la tormenta es vencida y el sol se luce vencedor. En mis pupilas se dilataba la ilusión y en mis labios se hallaba la vulnerabilidad con sello de grandeza. El frío dejaba de hacer eco en los rincones de la calle. Algo pasaba entre la gente, algo permanecía tras el paso del tiempo. Algo que sólo yo podía ver. Alguien rellenaba los vacíos y pintaba la vida de color. Su nombre era Mario.
Y desde entonces, sin siquiera conocerla, me acompaña su voz.

Me gusta cuando Mario me mira, aunque lo haga siempre a distancia.
Me gusta cuando llega y se queda buscando un motivo para no marcharse.
Me gusta cuando me señala su corazón y con sus ojos me pide que no lo abra.
Me gusta cuando me da la mano porque besarme todavía no sabe.
Me gusta cuando Mario entra y no llama a la puerta, él se asoma a mi ventana.
Me gusta cuando me cuenta de qué material está hecha la vida que recuerda.
Me gusta cuando dice que no viene, pero al final me acompaña.
Me gusta cuando dice que se va, pero conmigo siempre se queda.
Me gusta cuando Mario me escucha y él no quería.
Me gusta cuando quiere y de mí se preocupa incluso sin razones.
Me gusta cuando abre la puerta de mi casa y mi casa deja de ser mía.
Me gusta cuando sin habernos visto nuestras almas ya se conocen.
Me gusta cuando Mario me comprende y nadie le entiende a él.
Me gusta cuando comprendiéndole a mí misma me entiendo.
Me gusta cuando me explica de qué color es el aire que respira.
Me gusta cuando le digo que yo vengo, soy y vivo del viento.

Me gusta cuando Mario abarca mis temores.
Me gusta cuando me refugia del mundo en su armonía.
Me gusta cuando él está, cuando nadie existe.
Me gusta cuando dice que me quiere, y sé que sí lo haría.

Me gusta cuando Mario me habla, aunque ya pocas veces lo haga.

¿Y quién es Mario?
Ni siquiera él existía.

viernes, 5 de mayo de 2017

Escribía mientras soñaba

[Si fuera luna]                         

Si fuera luna, tú serías lucero.
Si fuera espuma, tú, orilla.
Si yo fuera horizonte, tú, mi cielo.
¿Cómo hacértelo saber sin decírtelo? 


[Tus ojos dormidos]

Tus ojos dormidos clavados
en el trasfondo de mi mirada.
Tu voz cantando mi nombre
y mis dedos al filo de tu espalda.


[Cada noche nos encontramos]

Cada noche nos encontramos 
en el mundo de los sueños.
Yo la reina de tus ojos magos,
tú el príncipe de mi cuento.


[Día 20 sin ti]

Día 20 sin ti; eres la tormenta
que se acerca y después se aleja,
dejando una fría lluvia a su paso.


[Vienes]

Vienes, me desordenas el alma y te vas.
Ni el mismo diablo hace eso.


[Más que sentirlo]

Más que sentirlo, lo he vivido.
Tus pasos se alejaban y
se tornaban confundidos.
Mas la oscuridad de mi alma
por tu luz se iba contigo.


[No somos de este mundo]

No somos de este mundo, amor. 
No pertenecemos a este enredo.
No nos encontramos en el nudo.
Somos las manos que lo atan.
No somos de nadie.
Somos de nosotros.


[Hoy te escribo]

Hoy te escribo porque he oído
que mi nombre aún recuerdas.
Hoy te digo que tu nombre tatuado
en mí todavía se incendia.


[He querido soñar]

He querido soñar que un beso para ti es suficiente.
He soñado mil besos,culpables de asesinarte,
y he despertado con mis labios inocentes.


[No me cansaría de decirte]

No me cansaría de decirte
que eres lo mejor 
que le pasó a mi vida,
como nunca antes.
No me cansaría de decirte
tantas cosas que siento,
si no te cansaras de escucharme.


[Hola, nos conocemos]

Hola, nos conocemos.
Cada día te pienso.
Solemos conversar,
pero nunca te he dicho
todo lo que siento;
que para mí
significas mucho más.


[Sé no hablarte]

Sé no hablarte porque sé
fingir que no me importas.
Sin embargo, no sé callar
que me duele saber que te pienso
cada día un poquito más.


[Me enredo entre las hojas de mi diario]

Me enredo entre las hojas de mi diario,
hablándoles en claro, y a veces en oscuro,
cómo te pienso, en blanco o en negro,
pero siempre demasiado.


[Maldito nombre de cinco letras]

Maldito nombre de cinco letras,
que no para de rondar mi cabeza.
¿Por qué a mí? Yo sólo quería escribir poesía,
cantar flamenco y beber cerveza.


[Día 30 sin ti]

Día 30 sin ti; podría ser fuerte,
pero siempre me dejo vencer por mi debilidad;
tu dulce pero amargo recuerdo,
impreso en las páginas de mi memoria.


[Y yo aquí]

Y yo aquí, y mi mente vuela.
Y tú allí, creando tormenta.
Ardo en fuego,
agito mis alas.
De tus nubes heladas
respira mi pecho.


[Te quiero]

Te quiero.
Te quiero diez lunas.
Te quiero cien soles.
Te quiero más que a las estrellas
y más que a mil ramos de flores.


[Ya no creo en las esperanzas]

Ya no creo en las esperanzas
que se basan en el tiempo.


[Amiga, dile que no le quiero]

Amiga, dile que no le quiero.
Dile que le he olvidado.
Pero que nunca se entere
que al decirlo estaba llorando.


[El amor es el anhelo]

El amor es el anhelo
de salir de uno mismo.


[No es ella quien te llora]

No es ella quien te llora por las noches
cuando conversa a solas con
tu apagada y persistente ausencia.


[La vida es lo más bonito]

La vida es lo más bonito
que me ha pasado jamás.


[Me llora el alma]

Me llora el alma
y no me escuchas.
Me bañan las olas
y el mar está en calma.


[Me has pasado]

Me has pasado
y me has ignorado.
Me has hablado
y me he callado.
Te he soñado
y te he olvidado.


[Seis meses no son nada]

Seis meses no son nada
cuando es tinta borrosa
lo que se aferra a la carta.
Si hasta con una vela
te sé escribir mejores letras.
Cautela.


[El sol parpadea]

El sol parpadea y
la luna cierra sus ojos.
El mar se ensancha,
entro en la boca del lobo.
Girasoles y margaritas
cantan en primavera.
Cae la noche y nieva.


[No me sé explicar]

No me sé explicar,
si bien hablo más que digo,
si no pienso, pero escribo.
¿Quién me va a entender?
Si corro y no huyo.
Si tiemblo y ladro humo.


[Qué feliz estoy]

Qué feliz estoy en mi cama,
escribiendo entre llamas.
Qué bonita que tú eres,
de defectos careces.
De ti yo me enamoro
una y veinte veces.
Veinte veces te llamaría,
dulce y elegante poesía.


[Se me fue la llama]

Se me fue la llama, muriendo,
se me apagó el corazón.
Fuiste tú, el rojo mechero
que encendiéndome la reavivó.



lunes, 10 de abril de 2017

De nadie

Amor, amor te llamo. Amor, el amor que me duele. Amor, me matas. Que te amo. Que me hieres. Que me muero y te resbala.

Bajo la lluvia camino, voy siguiendo los pasos desconsolados de los rostros sombríos, sobre cuerpos congelados.

Cansada de no entender, por qué me miras y te ríes, por qué eres más oscuro que el atardecer. Y sin embargo te imagino en mi mente, soy culpable de mis cadenas, que te respiro sutil, pausada y algo leve.

En mi garganta viven las ansias de retorcerme y no comer, las ansias que me devoran y me esconden, cuando te imagino igual a mí y lo pareces ser. Calle abajo vive el alivio, la nicotina y el fiel alcohol. La gente disfrazada me habla, te lloro un rato y de por vida entre carcajadas me río yo.

De nada me ha servido confiar en que puedo ser yo, que soy entendible, que no soy de nadie y a veces del sol. De nada me ha servido esperar a entregarme en cuerpo, cuando me he entregado en alma tantas veces que ya no las recuerdo.

Quién eres tú, yo a ti no te conozco. Te miro, pero no lo sé. Con quien estuviste lo desconozco. Ocupar el segundo lugar no es fácil cuando estás predestinada a ser la última en la carrera. Miro a la grada y la gente aplaude, no es cruz lo que sale en mi moneda.

Y ya no lloro porque ya no siento, los cristales se rompen y la lluvia pasa dentro. No me importa estar en el borde del precipicio, no me inporta caer o creer, que puedo seguir estando conmigo.

Amor, no es esto lo que quiero. Mi cicatriz está sangrando. Tuya ya no me siento. La libertad dentro guardada la llevo, y hoy me da alas, para poder volver a volar lejos.


Loes


lunes, 27 de marzo de 2017

Un corazón desconocido

Amor, querer es correr en dirección contraria a las heridas. Olvidar es curar y sanarlas. Si mi corazón pensara, dejaría de latir. No te puedo querer más, pero tu ausencia me consume. Tu ausencia es la herida que nunca se cierra. La cicatriz que marcará de por vida aquel tiempo, un día como hoy, en el que dibujé en mis labios uno de tus besos inexistentes y quemé mis dedos con el deseo de decirte lo que mi boca siempre es capaz de callarse. Me dueles. Hoy me dueles. Hoy te siento incrustado en las raíces de mi alma, encadenada y rechazada, tras la valla de la libertad y el candado del desamor. Mi amor, cuánto me dueles. Cuánto te lloro en las noches frías. Cómo necesito tus abrazos, los que nunca he tenido. Abrazos que abarquen mis penas y resguarden mis sueños de la furiosa tormenta.

Una playa artificial. Un muro sin reconstruir. Una estatua de color gris. Escribir la palabra todo y tirar de la cadena para que al final nos quedara la palabra casi. En eso consistió nuestra historia. ¿Es que no me ves? ¿Es que no me sientes? No sientes que tiemblo, que me cuesta respirar, que me matas con la luz de tu sonrisa sin aún haberte visto... No ves que siempre corro porque trato de huir. Que nunca miro detrás de mi espalda porque me da miedo ver la oscuridad. Que cierro los ojos para sentirte más cerca, cuando ni siquiera estás menos lejos, sino más distante. No ves que me muero por ti, que voy al ritmo de tus emociones, que me calmo con tus palabras, que me hundo en tu alma porque se parece a la mía, porque la soledad ya no me parece tan fría. Porque eres mi abrigo, mis fuerzas, mi valor; corazón indomable.

Yo quiero clavarme en tu futuro igual que un título se clava en un libro, en la portada y para siempre. Me dan a menudo ganas de soltarte este tipo de barbaridades, pero corro el riesgo de que pienses que no quieres luchar por algo que no tiene complicación. No entiendes que la nieve ya no es bonita, que los días soleados ya no son cálidos, que las estrellas ya no brillan. Tú eres bonito, cálido como un beso, brillas por dentro. Todo lo bueno te lo has llevado tú y compartirlo contigo quiero. Eres mi sueño. Eres mis ganas de luchar porque eres mi meta. No es ella quien te llora por las noches cuando conversa a solas con tu apagada y persistente ausencia. Soy yo el rostro invisible que a veces ves en tus sueños.

A ti, que me has ganado poco a poco. A ti, que me has vencido. Que me haces soñar. No quise darme cuenta, pero te habías mudado al ático de mi alma. Me haces bien, me haces mejor... Me fascinas, me sanas, me llenas. Te quiero, te quiero mil mundos y te quiero más que el sol quiere a su luna. No soy la mejor, pero nadie sentirá lo que siento, nunca tan dentro, jamás tan sincero, por ti. Creo que alguna vez escuché tu corazón latir, fue cuando me dijiste te quiero. Yo estaba en mi ventana, siendo un obstáculo para el viento de levante, el que trajo ese dulce sonido hasta mi imaginación. Qué bonito fue. Qué grande fue para mí, y qué insignificante para ti. Basta no hablarte para sentir cien años de soledad triste y fría. Ojalá amor, aunque sea en un futuro, cada vez que mires tus manos sientas que te faltan las mías.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Soldado

¿A dónde van las tardes,
con tanta prisa?
¿Por qué el telón de la noche
cae de pronto,
negro y pesado,
y nos cierra el espectáculo
del dorado crepúsculo?
¿Quién se toma el tiempo
para afilar la espada
de la melancolía gris
que nos atraviesa la garganta?

¿Quién demonios
quiere llovizna,
pasos mojados
y manos frías?

Si pudiera atrapar la noche negra
en una taza de café...
Y dejar para siempre
en cámara lenta
al atardecer...

¿A dónde vas soldado,
que te desvías hacia mi corazón?
¿Por qué no guardas tu rifle,
si ya no tienes diana?
¿Por qué no disparas al aire?
Me apuntas a mí, que no soy nadie,
tan sólo alguien que de ti se enamoró.

¿Quién te aprendió a querer tan pronto,
que tan rápido hoy de ti se olvida?
Por ti yo ahora estoy en esta batalla,
por ti sé que no será guerra perdida.

¿Quién demonios puede vivir sin tenerte?
¿Quién diablos puede no quererte?
¿Quién es capaz de vivir sin ti,
de morir sin probar de tu elixir?

Si no despertara mañana, debes saber,
me habría gustado morir hoy en tus brazos.
Si no despierto sigo soñando;
el sol que desnuda el amanecer,
las estrellas que guían a los barcos.
El mundo está hecho de sueños abreviados
y la realidad se desmorona como el mojado papel.
Mientras yo no despierte...
Ven aquí, ven mi soldado.


Loes



sábado, 18 de marzo de 2017

La belleza de las cosas

La suerte no se aferra a los tréboles sólo para no perderse. Las hojas no caen de los árboles por la voluntad del viento. La luna no llama a la marea, ni las olas corren ansiosas a la orilla en busca de su espuma. Los pájaros no vuelan por buscar, ni por encontrar una salida. La lluvia no salta de nube en nube, ni salta al vacío. En invierno las estrellas tienen frío, y la madrugada también lo siente.

Lo malo siempre nos lleva ventaja, y lo bueno se esconde detrás de nosotros. El camino confunde y las puertas se distorsionan. La luz daña la vista, y la oscuridad nos abraza. Siempre cuando más frío hace. El cielo queda alto y el suelo parece estar aún más cerca, cuando nos damos de bruces contra él.

He querido ser fuerte, he querido vivir de los sueños y refugiarme en la bohemia. Pero me hace más daño cantar notas alegres y saborear el tono de mis lágrimas tornadas de nostalgia y pobre compasión barata. Me he dado la mano y he imaginado estar a salvo de las adversidades de este misterioso y cruel mundo. He cerrado los ojos y lo he sentido, esa fuerza que nadie más te da, que sólo tu alma te brinda. Esa fuerza que te da las ganas de vivir. He callado todo lo que he tenido que decir y me lo he guardado para mí. Porque soy egoísta, porque nunca es suficiente, y porque siempre quiero más.

Que nadie comprenda mi sonrisa y que nadie comparta mi alegría. Que todos se pierdan en mí, y que no sepan quién soy. Me es indiferente. Quiero más. Mi camino es para mí, y sólo hecho para mis pasos. No quiero a nadie más aquí conmigo, no quiero que nadie me acompañe en el camino. Es cosa mía si me quito los zapatos y voy descalza. Eso a nadie le importa. Y yo, por mi vida, quiero más.

Quiero ver salir el sol cada mañana y quiero escuchar a los pájaros cantar. Quiero beber café y leer un libro cada tarde. No cualquier libro, uno de esos con páginas amarillentas y olor a tiempo pasado. Uno de esos libros que nadie lee, nunca. Quiero salir a la calle de madrugada y mirar al cielo, contar la infinidad de estrellas que brillan en él. Quiero sentir el aire frío rozar mi cara y mover mi pelo de lado a lado, arriba y abajo. Quiero dormir en los brazos de la naturaleza, y no quiero que nadie me abrace, ni me despierte por la mañana.

No quiero que nadie me bese, no quiero más historia de amor que respirar la belleza de la luna, cuando la miro por las noches.
Quiero ser diferente. No quiero parecerme a ella para agradarte más a ti, ni quiero ser como él dice que debo ser para llamar tu atención. Quiero ser como soy, porque así soy, bohemia, soñadora, escritora perdida en mil mundos. Todos los que invento, a todos los que pertenezco. Y que nadie lo entienda. Me gusta disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aquellas que continuamente se presentan ante nuestros ojos pero nadie ve. El cielo, el mar. Una hoja que se mueve alrededor del silencio, bailando para él. La belleza de las cosas. Muero por y vivo para saborear la esencia de la vida. Me hace ser mejor. Más grande. Inmensamente grandiosa y especial. Y no me importaría ser la única en el mundo, si puedo seguir siendo como yo soy. Sólo Lucía, como lucía el sol aquella mañana de agosto en la que nací.

Loes❤

jueves, 2 de marzo de 2017

Una vieja amiga

Esto es para una vieja amiga
a la que conocí hace muchos años.
Rubia o morena, de ojos claros u oscuros,
tan bonita como tú te la imagines,
tan perfecta como siempre la mires; un mundo.
Ella era grande, y yo, su niña pequeña.
Sin embargo, yo la vestía con su hermoso velo.
De noche, juntas mirábamos a las estrellas,
y pasábamos las horas entre libros y sueños.
Con y de las letras diseñábamos nuestro hogar,
nos dábamos la mano, y el cielo nos invitaba a volar.
Ahora ella está conmigo
y me avisa de aquello que vendrá,
me abraza cuando a mi piel la besa el frío,
y si huyo me ofrece una salida para poder escapar.
Se enreda entre las palabras y le gusta jugar
a que está por encima de ellas,
como se elevan las estrellas,
como el sol escala cielo arriba desde el mar.
Me encuentro con ella cuando voy de viaje,
la veo cuando voy a la playa, bendito atardecer,
sentada entre las rocas y el mar, sin ánimo de envejecer.
Si me corto me pone el vendaje,
si me duele hace que el dolor se calme,
y me besa la frente antes de irme a dormir, cada vez.
Ella vive en mi cabeza,
y en momentos como éste sale a la luz,
cogida de mi mano, porque ella es mi destreza;
ella nunca me sobra cuando siempre me faltas tú.
Ella es paciente conmigo
y auténtica con los demás.
Anclada a tus estribos,
enamorarse de ella es algo natural.
Bonita como pocas, ella es capaz
de hacer mi nombre como es ella; Lucía,
como ella sería,
real y de belleza, como es la esencia de la poesía.

jueves, 23 de febrero de 2017

Acero

El sol alumbra los luceros
que a oscuras y sin luna
lloran todo un universo
cuando a las estrellas acunan.
El cielo enamorado
cobija a las nubes
tras conocer el engaño
la lluvia lo consume.
El camino sin brújula
el tiempo sin reloj
la mar sin marea
el horizonte sin puesta de sol.
El bosque ríe
lo que los árboles bailan
las flores lloran
sin lágrimas en la cara.
Tristeza cuando se va la noche
tristeza cuando amanece
bohemia cuando permanece el día
cual gato dormido frente a su porche.
Música de las olas
melodía en la orilla
la espuma baña las rocas
de agua clara y rosa plastilina.
Las hojas son de papel
y danzan con el viento
el mundo que es de cartón
parece que fuese de acero.

lunes, 20 de febrero de 2017

Lo que dejé por ti

Por ti dejé mi pena
en el mar de mi llanto.
Por ti dejé la luz del faro
y caminé en la tiniebla.

Por ti dejé el viento
arrasando a su paso.
Por ti dejé a la lluvia
dormida caer del cielo.

Por ti dejé a la luna,
calmar el llorar del mar.
Por ti callé mis palabras mudas
y dejé en silencio mi herida sanar.

Por ti dejé al frío morir
en los brazos del invierno.
Por ti dejé a mi corazón vivo
sentir lo que viva siento.

Por ti dejé a mi tristeza
olvidar un día malo.
Por ti dejé al miedo
llorar abandonado.

Por ti dejé mi sueño
clavado en tus ojos magos.
Por ti dejé a mis labios
pronunciar tu nombre en verso.

Por ti he dejado mis ganas
ancladas a tu vida.
Por ti me he despedido
de los sangrantes ojos de la despedida.

Por ti he dejado cerrado
el libro de lo vivido.
Por ti ya me he olvidado
de las frías manos del olvido.

Por ti he dejado mi alma agradecida
sonreírle a tus palabras.
Por ti he dejado mis palabras
en tus manos protegidas.

Por ti he dejado mi felicidad
ser feliz gracias a la tuya.
Por ti he dejado mi compañía
de tu lado no irse nunca.

Por ti he dejado mi alegría
confundirse en tu sonrisa.
Por ti he dejado mi sonrisa
ser consecuencia de tu alegría.

Por ti he dejado a mi vida
enamorarse de tu silencio.
Por ti dejaré a mis gritos
gritarte que te quiero.

Por ti yo he dejado
todo cuanto he tenido.
Por ti he llorado
lo que yo más he querido.

Por ti he perdido
lo que te he dado.
Por ti he ganado
lo que contigo vivo.


Aunque sólo sea un sueño.

Por ti dejé la inocencia del deseo
perdida en tus estribos.

Mario C.

viernes, 10 de febrero de 2017

A mi tercera abuela

Hoy me he levantado
con el pecho cogido,
cargada de lágrimas
y de recuerdos vivos.
Hoy me he levantado
con la mirada triste.
A mi lado no te veo,
de mi vera te fuiste.
Tu casa vacía
llora tu ausencia
mientras subes al cielo
y ante Dios te presentas.
Espera tita,
no vueles tan alto.
Espérame tita,
espera y dame tu mano,
que no quiero
que vayas sola.
Que tu viaje
no sea en vano.
Hoy me he levantado
y tu foto he encontrado,
más vieja y arrugada
la vejez te disfrazaba.
Porque no eres guapa,
tú eres bonita.
Te he visto por dentro
y sé que brillas.
Hoy me he levantado
y he recordado
el parque,
la luz de la azotea
y tus historias
para que comiera.
Hoy me he levantado
y te he echado de menos.
Hoy me he levantado
y me has faltado.
Pero te llevo siempre conmigo,
guardada muy dentro.
Bajo llave te escondo
porque olvidarte no quiero.
Hoy me he levantado
porque se me olvidó decirte
que tuve tres abuelas.
Hoy me he levantado
para decirte, tita,
que tú fuiste una de ellas.

jueves, 9 de febrero de 2017

Crítica al dolor

Me duele la lluvia,
y fuera el sol brilla.
Me duele el silencio;
los demás gritan.
El grito en silencio de mi garganta
destruye con ánimos mi voz.
Ronca yo lloro enfadada
tras la puerta que nunca se abrió.
La puerta permanece cerrada,
la llave en manos de nadie.
Yo estoy en esa habitación,
sin ventanas ni cristales.
El cristal que es mi corazón,
hoy en pedazos se parte.
La razón todos la desconocen,
mi dolor nadie lo comparte.

Me duele el tiempo
que oxida las vías del tren.
Me duele el viento
cuando siempre promete volver.
Me prometieron que aquel árbol viviría cien años,
al igual que aquel gato vivió siete vidas,
lo que queda tras la muerte;
el adiós antes de la huída.
De donde vengo huyo,
sin rumbo fijo corro,
cuál será mi destino,
sólo los atajos cojo.
El atajo en vez de corto es
un camino menos largo,
que al final siempre me lleva con
la soledad y duermo en sus brazos.

Me duelen las familias,
que familias se consideran.
Me duelen las Navidades sin hogar;
me duelen los inviernos fríos sin tener chimenea.
La chimenea de mi casa se rompió
cuando mi padre dijo adiós,
mis abuelos y mi tía quisieron ayudarnos,
pero Dios se los llevó.
Y la casa por bandera nos lleva
a mi madre, a mí y cómo quisiera
verla feliz en su madriguera,
ser maga pa' que ella todo lo tuviera.
Y yo tengo una pena en el alma
de verla llorar por mi padre.
Y yo le rezo a la luna en el alba;
por favor que como tú su fuerza sea grande.

Me duele el 14 de Febrero;
maldito día de San Valentín.
Maldito sea el amor de los enamorados,
aquel amor que se olvidó de mí.
Me duelen los ramos de flores
porque a mí nadie flores me regala.
Me duelen los bombones,
ni los recibo ni me los mandan.
Me duele el aire frío que me roza,
cuando no hay brazos que me rodean.
Me duele caminar sola por la calle,
entre el gentío que se abraza y se besa.
Me duele saber que pienso
que me duele pensar que sé
que cuando yo invisible me siento
nadie me mira y él no me ve.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Mi mejor sueño

Sonrisas en rostros ajenos,
felicidad en el ambiente.
Risas que escapan de besos,
besos que se da la gente.

Mi bicicleta sin cadena
yace tendida en el suelo.
Mechero sin gas en mi bolsillo,
lágrimas rotas en mi pañuelo.

Qué mala es la envidia,
y qué mala es la soledad.
Qué tristeza la del pájaro sin alas,
qué triste el no poder volar.

Estás en las raíces de mis pensamientos,
maldito amor poco generoso,
que a los demás les das de más,
y a mí no me dejas probar ni siquiera un poco.

Ni mi padre ni mi madre,
ni mi tío ni su hambre,
ni mis abuelos; mis ángeles,
ni tengo novio, ni tampoco tengo amante.

Ni mis amigos ni mis amigas,
ni los chupitos ni los cigarros,
ni Migue Benítez ni su guitarra,
ni siquiera la luna calma mi llanto.

Ni la poesía ni la novela,
ni el verso ni la prosa.
Ni el brillo de las estrellas,
también ellas me abandonan.

Me siento sola y no lo estoy,
la soledad me acompaña hoy.
Mañana me abandona,
y me vuelvo a sentir sola.

El hermano que nunca tuve
es quien llora mi tristeza.
Me da la mano y me abraza,
parece que conmigo estuviera.

Qué suerte la de aquellos hermanos,
que a veces discuten y recelan enfadados.
Qué suerte tienen y no lo saben,
de poder mirar y verse siempre al lado.

Pobre pez fuera del agua,
pobre flor la que fue cortada.
El horizonte llora la despedida
del sol y la mañana.

Y yo lloro en la noche,
cuando el frío me abraza.
Y lo hago sin reproches;
lloro sola y desconsolada.

¿Dónde está el amor
del que tanto hablan?
Donde estoy yo
ni cura ni sana.

Las heridas me las cobro,
con las flechas que falló Cupido.
Disparo contra todos los enamorados;
a quienes el amor les mantiene vivos.

No es más grande la rabia que el dolor;
es más grande la herida de mi corazón.
La grieta que se abre y me araña,
los ojos se me cierran en calma.

Dormida puedo soñar;
risas que escapan de nuestros besos;
respiro el aire que escapa de tu risa;
tu risa es mi mejor sueño.

lunes, 6 de febrero de 2017

Te quise sin querer

Porque la lluvia es el llanto del cielo, mi cielo hoy llora tu ausencia. Porque la noche aborrece el frío del invierno, de madrugada extraño el abrigo de tu presencia. Porque los nervios se esconden debajo de la piel, he temblado de frío al creer y no verte de lejos. Porque el corazón nunca miente sin saber, te pienso un instante y siempre me sacude el pecho.

Lo siento. No quise hacerlo. No quise sonreírle a tus fotos. No quise echar de menos tus mensajes. Te quise sin querer, porque se me fue de las manos. Irónicamente, te pido disculpas cuando ya te has mudado al ático de mi alma. Te ruego que me perdones, cuando el daño ya está hecho. Me disculpo cuando ya he metido mis narices en tu vida, cuando ya he destrozado mi sueño, escribiendo tu nombre y dibujando corazones anónimos en el aire.

Te lo explicaré para que lo entiendas; no entiendo las razones de mis sentimientos, y no comprendo mis motivos para quererte. No me conoces y no te conozco, pero tal vez de eso se trate la suerte.
No sé si eres de comedia o de ciencia ficción, y tampoco sé si prefieres la playa o la montaña. No conozco tu color favorito, y desconozco si eres de verano o si bien eres de invierno. Déjame conocerte sólo un poco mejor. Déjame conocer tus manías, déjame saber qué te preocupa, qué te gusta, qué te divierte, además del fútbol y la música. Cuéntame tus miedos, háblame de tus alegrías. No puedo evitar interesarme por ti, si bien lo hago cada día.

Siento alegrarme cada vez que me hablas. Siento sentirme afortunada cada vez que me escuchas. Siento decírtelo ahora. Ya sé que no contabas con ello, y créeme cuando te digo que mi razón tiembla al recordar tu nombre. Esa razón que desconoce de qué estás hecho, que a mí tanto me gusta. Esa razón que calla tímida cuando de mis sueños le hablo. Aquella que a la valentía ya no reclama desde que te conoció. Y realmente no sé quién eres, pero habitas en las raíces de mis pensamientos. Incansable melodía que suena sin parar, un paréntesis en mi vida, una oportunidad de amar.

¿Cómo se puede echar de menos algo que nunca ha sucedido? Yo echo de menos lo prohibido; cada mirada, cada beso, cada abrazo, los paseos por el parque, una película en el cine, las velas de mi tarta de cumpleaños y tú mi deseo concedido. Echo de menos nuestros momentos juntos; las risas y los llantos, la complicidad y el acuerdo. Echo de menos tenerte a mi lado. Quizás sueño más de lo normal, tal vez para ti sea demasiado. Déjame soñarte sólo un poco más.

Lo siento. Sólo recordamos lo que nunca sucedió. Perdóname, pero aún recuerdo aquel concierto de Kellin Quinn donde los gritos de la multitud se hacían inexistentes ante el silencio de los besos de nuestros cómplices labios.

martes, 24 de enero de 2017

Toda una vida para adorarte

Adoro tus pecados;
sacrilegios consentidos.
Adoro tus fuertes;
la piedra en el camino.
Adoro tu sonrisa;
mi más mejor amiga.
Adoro tu abrazo;
sentarme en tu regazo.
Adoro tu mirada;
reflejo de los débiles.
Adoro tu espíritu;
el alma de los valientes.
Adoro tu reír;
a los vencedores vencer.
Adoro tu llorar;
lo importante es participar.
Adoro tu ilusión;
de la mano caminar.
Adoro tu temor;
soltarse antes de saltar.
Adoro tu sueño;
cuna de los poetas.
Adoro tu realidad;
ningún poeta despierta.
Adoro tu alegría;
soñadores que sueñan.
Adoro tu tristeza;
soñadores que no se despiertan.
Adoro cada cosa que aconteces;
el horizonte es el punto
donde se besan el cielo y el mar.
El sol ver, con la luna dormir, a las estrellas tocar.
Adoro tu ser;
mi misma existencia.
Adoro tu existir;
tu acto de presencia.
Adoro tu vida;
pues tú la vida eres.
Adoro tu muerte;
los grandes poetas nunca mueren.


sábado, 21 de enero de 2017

El frío invierno

El invierno es tan frío,
que congela la sonrisa de las estrellas,
me resbalo en el hastío,
no te conozco con certeza.

Me recuerdas a la primavera,
agradable como una brisa pasajera.
Tras los árboles me escondo;
a las flores les canto.

Les canto el cuento de tu mirar,
les recito el poema de tu voz,
tras la rama la flor sonríe;
el cielo triste comienza a llorar.

El invierno tiene frío,
desde que la primavera se llevó su calor.
¡Ay, de mí! Desde que me lo robaste,
vivo enamorada y sin corazón.

Vestida de ti

Y yo aquí, desnuda de secretos,
pero con las ganas escondidas,
queriéndote con lápiz y en papel,
si tú me quisieras, te lo diría.

Si pensaras en mí, yo te lo contaría;
mis ojos tristes por no poder verte;
el esbozo de mi sonrisa y tu alegría.
Te siento cerca, pero estás lejos;
no te conozco, y ya te echo de menos.

¿Qué tienen en común la M de mi apellido,
y la M de tu nombre?
Detrás el policía y delante el ladrón,
primero el día y después la noche,
bonita es la luna, y bello es el sol.

Y aquí estoy yo, más estancada en tu mirada
que clavada a mi silla,
esperando encontrarme con tu alma perdida.
Ojalá fuera cierto, mi sueño, feliz;
ojalá un para siempre, más eterno que nunca, y sí,
y yo aquí, desnuda de mí; vestida de ti.

miércoles, 11 de enero de 2017

Si fuésemos eternos

Glasgow, Londres, noviembre de 1940


Resultado de imagen de bailes de salon antiguosResultado de imagen de enamorados bailando epoca antiguaEn el salón de baile ya reina la medianoche; la mesa ya está vestida con su elegante mantel, las copas de champagne retintinean al son del brindis y los vestidos comienzan a lucir ante las atentas miradas masculinas. Los caballeros alargan sus manos antes de pedir concederles el baile a las damas, y ellas se reafirman de puntillas tras ceder las suyas para concedérselo. El gran reloj de la pared marca el compás de la sutil danza; son aves volando en bandadas, rozando el cielo y a ras del suelo, según qué acorde. Entre el público se encuentra la mujer tímida con sonrisa de niña, que camina derrochando sueño, y que sólo a veces, se enamora de su propia danza. Aquella que nunca se gira para mirar detrás de su espalda, la que se confunde entre los demás, y sin embargo, es la única que brilla. Sostiene en su mano la copa con la gota de cianuro; la lágrima que cayó cuando antes lloraba. Camina con paso firme y no respira, baila despacio y no se cansa. No vuela, y sin embargo, aterriza. Su vestido es su disfraz y su sonrisa, su máscara. Él no está. Sin él no puede volar. Sin él, la gota de cianuro en sus ojos es el veneno que a su corazón mata. Él es quien rompe en la pista de baile para sacarla a volar, él es quien se enreda en su vestido, y a pesar de ello, siempre sabe cuál es el siguiente paso que tiene que bailar. Ellos son únicos; y ella lo es más. Ella es capaz de volar sin alas, de ver sin mirar, de sentir sin hablar. A ella no le importaría pasar el resto de su vida así; con sus brazos enganchados alrededor de su cuello, con su cintura guiada por sus manos, olvidando el suelo bajo sus pies y el techo que los separa del cielo, compartiendo el respirar y robándole los segundos al tiempo. Ella daría su vida por morirse así; con su cabeza sobre su pecho, sintiendo los latidos de su corazón al filo de la limerencia, abrazándole hasta dejar de sentir, meciéndose junto a su cuerpo, sintiendo el amor en la punta de sus dedos y besando sus labios sin morder a la realidad, sólo devorándola, olvidando que la gente baila y ellos vuelan, que la gente ignora lo que ellos se aman. A ella le daría igual quemarse con el fuego o ahogarse en el agua, si está junto a él. Ella no duda si es amor, y no le importa lo que crea el resto. Ella le susurra al oído; sólo quiere que vea que está ahí, que lo está esperando. Sólo quiere que entienda, que está frente a él, más tonta o más lista, más fuerte o más débil, ofreciéndole su vida, queriéndole hasta dolerle. Quiere llorar con él, quiere hacerle reír, quiere hablarle, quiere decirle, quiere gritarle, que le quiere y quiere amarle. Quiere soñarle y quiere complacerle. Quiere estar cuando sonría y quiere estar cuando le duela. Quiere no equivocarse, y quizás lo esté haciendo, pero poco le importa, porque si algún día él la dejase, ella estaría feliz de haber podido conocer el color de sus ojos de cerca. Habría matado por besar un par de veces más su sonrisa. Moriría porque fuesen eternos. 

Loes

sábado, 7 de enero de 2017

Una fugaz equivocación

He querido abrirme al mundo en infinidad de veces, pero lo cierto es que no conozco más mundo que todo tu ser. He querido viajar y mis únicas fronteras han sido los límites de tu piel. ¿A quién quiero engañar? Ni siquiera tengo pasaporte. Me lo dejé en tu coche, aquella noche en la que nos besamos mientras esperábamos ver desaparecer el rojo del semáforo. Rojo. Qué bonito era que hicieras desaparecer con tus mojados besos el rojo de mis dulces labios.

Sé que persigo una luz apagada, aquella que todos olvidan sin piedad. Sé que bebo del agua de la lluvia cuando resbala por mi rostro, y sé que debí haber aprendido a volar hace mucho tiempo. Pero no te olvido. Tus huellas son mis pasos, y tu existencia es el aire que respiro. Nos hicimos daño y cada día beso mi cicatriz. Un día fue herida, y antes de eso, se llamó amor. Mi corazón no me engaña, soy feliz evitando la guerra en mi interior. Sellé la puerta y crucé los dedos. Ojalá no volvieras nunca, pero cuánto deseaba que te quedaras.

¿Dónde está el camino de piedras que llevaba a tu casa? Me lo sabía de memoria y en él me perdí. Perdida en él todavía sigo. Los ojos que se cierran por miedo a ver aquello que al corazón mata con el frío puñal del cruel desamor. Las manos que se esconden tras los puños cerrados, la indecisión de caminar y la tentación de caer. Tus besos olvidados en los resquicios de mi cuerpo, los dedos de tus manos clavados en mi sien. Mi pelo los cubría y mi alma te devoraba. ¿Dónde están mis recuerdos? Esquivan al olvido y regresan sutilmente a mi mente, como ave que no levanta mota de polvo al alzar el vuelo y alcanza el cielo en un deseo de sobrevivir.

En las páginas en blanco de mi memoria ahora hay gotas de sangre. Te entregué mi corazón y lo abandonaste herido, hasta que estando solo, se desangró de la triste soledad. Qué cruel fue tu amor y que egoísta fue tu compañía. Tus abrazos eran el camino al infierno y yo los tomé como vía de escape. Acudí a ellos como si salida de emergencia fuesen. ¿Bajo qué ola me sumerjo yo ahora? ¿Cómo aguanto a partir de aquí la respiración? Si sólo la calmaban tus labios cuando me acariciaban y me concedían un amargo beso.

Lo asumo y me escapo de mis recuerdos. Corro y olvido. Me paro y renazco. Me duermo y te amo. Y vuelta a empezar. Y qué duro es ver al sol salir sin su luna, y qué triste es ver a la luna marcharse a dormir sola. Cuánto desearía poder ser yo sola, poder estar sin ti. Muero cuando vuelves a mis recuerdos, y mientras agonizo sólo deseo; ojalá yo llegase algún día a los tuyos, aunque sólo fuese por una fugaz equivocación.

Loes