[Si fuera luna]
Si fuera luna, tú serías lucero.
Si fuera espuma, tú, orilla.
Si yo fuera horizonte, tú, mi cielo.
¿Cómo hacértelo saber sin decírtelo?
[Tus ojos dormidos]
Tus ojos dormidos clavados
en el trasfondo de mi mirada.
Tu voz cantando mi nombre
y mis dedos al filo de tu espalda.
[Cada noche nos encontramos]
Cada noche nos encontramos
en el mundo de los sueños.
Yo la reina de tus ojos magos,
tú el príncipe de mi cuento.
[Día 20 sin ti]
Día 20 sin ti; eres la tormenta
que se acerca y después se aleja,
dejando una fría lluvia a su paso.
[Vienes]
Vienes, me desordenas el alma y te vas.
Ni el mismo diablo hace eso.
[Más que sentirlo]
Más que sentirlo, lo he vivido.
Tus pasos se alejaban y
se tornaban confundidos.
Mas la oscuridad de mi alma
por tu luz se iba contigo.
[No somos de este mundo]
No somos de este mundo, amor.
No pertenecemos a este enredo.
No nos encontramos en el nudo.
Somos las manos que lo atan.
No somos de nadie.
Somos de nosotros.
[Hoy te escribo]
Hoy te escribo porque he oído
que mi nombre aún recuerdas.
Hoy te digo que tu nombre tatuado
en mí todavía se incendia.
[He querido soñar]
He querido soñar que un beso para ti es suficiente.
He soñado mil besos,culpables de asesinarte,
y he despertado con mis labios inocentes.
[No me cansaría de decirte]
No me cansaría de decirte
que eres lo mejor
que le pasó a mi vida,
como nunca antes.
No me cansaría de decirte
tantas cosas que siento,
si no te cansaras de escucharme.
[Hola, nos conocemos]
Hola, nos conocemos.
Cada día te pienso.
Solemos conversar,
pero nunca te he dicho
todo lo que siento;
que para mí
significas mucho más.
[Sé no hablarte]
Sé no hablarte porque sé
fingir que no me importas.
Sin embargo, no sé callar
que me duele saber que te pienso
cada día un poquito más.
[Me enredo entre las hojas de mi diario]
Me enredo entre las hojas de mi diario,
hablándoles en claro, y a veces en oscuro,
cómo te pienso, en blanco o en negro,
pero siempre demasiado.
[Maldito nombre de cinco letras]
Maldito nombre de cinco letras,
que no para de rondar mi cabeza.
¿Por qué a mí? Yo sólo quería escribir poesía,
cantar flamenco y beber cerveza.
[Día 30 sin ti]
Día 30 sin ti; podría ser fuerte,
pero siempre me dejo vencer por mi debilidad;
tu dulce pero amargo recuerdo,
impreso en las páginas de mi memoria.
[Y yo aquí]
Y yo aquí, y mi mente vuela.
Y tú allí, creando tormenta.
Ardo en fuego,
agito mis alas.
De tus nubes heladas
respira mi pecho.
[Te quiero]
Te quiero.
Te quiero diez lunas.
Te quiero cien soles.
Te quiero más que a las estrellas
y más que a mil ramos de flores.
[Ya no creo en las esperanzas]
Ya no creo en las esperanzas
que se basan en el tiempo.
[Amiga, dile que no le quiero]
Amiga, dile que no le quiero.
Dile que le he olvidado.
Pero que nunca se entere
que al decirlo estaba llorando.
[El amor es el anhelo]
El amor es el anhelo
de salir de uno mismo.
[No es ella quien te llora]
No es ella quien te llora por las noches
cuando conversa a solas con
tu apagada y persistente ausencia.
[La vida es lo más bonito]
La vida es lo más bonito
que me ha pasado jamás.
[Me llora el alma]
Me llora el alma
y no me escuchas.
Me bañan las olas
y el mar está en calma.
[Me has pasado]
Me has pasado
y me has ignorado.
Me has hablado
y me he callado.
Te he soñado
y te he olvidado.
[Seis meses no son nada]
Seis meses no son nada
cuando es tinta borrosa
lo que se aferra a la carta.
Si hasta con una vela
te sé escribir mejores letras.
Cautela.
[El sol parpadea]
El sol parpadea y
la luna cierra sus ojos.
El mar se ensancha,
entro en la boca del lobo.
Girasoles y margaritas
cantan en primavera.
Cae la noche y nieva.
[No me sé explicar]
No me sé explicar,
si bien hablo más que digo,
si no pienso, pero escribo.
¿Quién me va a entender?
Si corro y no huyo.
Si tiemblo y ladro humo.
[Qué feliz estoy]
Qué feliz estoy en mi cama,
escribiendo entre llamas.
Qué bonita que tú eres,
de defectos careces.
De ti yo me enamoro
una y veinte veces.
Veinte veces te llamaría,
dulce y elegante poesía.
[Se me fue la llama]
Se me fue la llama, muriendo,
se me apagó el corazón.
Fuiste tú, el rojo mechero
que encendiéndome la reavivó.